> Capítulo 3523
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> Después de eso, Mason nunca regresó a su país natal.
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> La próxima vez que Verónica lo vio fue el día del secuestro.
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> ensayo.
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> Mason asistió como testigo, y cuando Verónica lo vio,
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> Las lágrimas inmediatamente llenaron sus ojos.
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> Si no hubieran estado en el tribunal en ese momento, ella podría haberse apresurado.
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> se acercó a él, le tomó la mano y le pidió disculpas…
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> Incluso cuando habló más tarde en el tribunal, ella no escuchó lo que dijo. Tenía los ojos fijos en él y, después de que terminó de testificar y salió de la sala del tribunal, instintivamente quiso escucharlo.
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> SIGUELO.
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> —¡Veronica, espera! —Jasper la detuvo—. Pronto nos tocará a nosotros.
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> Podré hablar con Mason más tarde. Esta vez ha vuelto y mis padres…
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> “¡Dijo que probablemente no volvería a salir del país de inmediato!”
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> —¡Verónica! —Jasper la agarró y dijo—: Ya casi es nuestro turno. Puedes buscar a Mason más tarde. Ya regresó y mis padres…
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> ¡Dijo que no debería volver a salir del país en un futuro próximo!”
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> —¿En serio? —murmuró Verónica, sus emociones excitadas lentamente.
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> calmándose por las palabras de Jasper.
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> Capítulo 3523
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> —¿Cuándo regresó Mason? —preguntó con voz entrecortada.
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> con emoción.
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> “Probablemente se bajó del avión hace poco. No volvió a casa anoche”, dijo Jasper.
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> Después de que terminó el primer día del juicio, Verónica se apresuró a acudir
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> fuera de la sala del tribunal para buscar la figura de Mason.
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> ¿Dónde estará? ¿Sigue aquí, en el juzgado? ¿O ya se fue? Si se fue, entonces…
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> Justo cuando estaba adivinando en su corazón, de repente, su mirada…
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> Alcanzó a ver una figura familiar.
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> ¡Era… Mason!
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> Verónica miró fijamente a Mason, que no estaba lejos, y las lágrimas brotaron de sus ojos.
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> rodó por sus mejillas sin control.
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> Luego lo observó mientras levantaba los pies y caminaba paso a paso.
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> hacia ella.
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> Sus lágrimas cayeron aún más.
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> Finalmente, sus pasos se detuvieron frente a ella y sus hermosos ojos negros la miraron fijamente.
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> Capítulo 3523
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> “…Mason…” Verónica se atragantó, “Finalmente… finalmente viéndote.
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> De nuevo. Lo siento, yo… quiero disculparme contigo. No debí dudar de ti antes… Lo siento. Sé que este caso de secuestro no tiene nada que ver contigo, debí creerte. ¿Puedes perdonarme?
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> —Está bien, te perdono —dijo con voz tranquila y su expresión también era increíblemente tranquila. Era como si lo que ella decía fueran solo palabras comunes y corrientes que no podían despertar ninguna emoción en él.
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> Después de decir esto, levantó el pie sin expresión alguna y estaba a punto de pasar junto a ella.
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> Ella se quedó desconcertada. Su actitud tranquila la hizo sentir…
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> Nerviosa, y casi instintivamente, agarró su mano y
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> dijo, “¡Espera un minuto!”
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> Sus pasos se detuvieron y su mirada se dirigió hacia la mano que ella había atrapado, mientras decía con calma: “Suéltala”.
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> —Mason, ¿puedes esperar un momento? —dijo con urgencia—. Tengo muchas cosas que quiero decirte. ¿Podemos encontrar un lugar para hablar como es debido?
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> B
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> ¡Mi hermosa esposa es una ex convicta!
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