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E97-Despedida

El tiempo pasó volando en la capital y cuando Apolo quiso darse cuenta se había adentrado de lleno en el caluroso verano, indicando que un mes entero había transcurrido desde la llegada de los Gururis a la mansión. Por suerte, el joven logró que Zoe aguantara todo este tiempo vivita y coleando, lejos de la cólera de sus hermanitos rosados. Aunque Apolo todavía no había logrado que sus hermanitos convivieran con ella, por lo que Aquiles y Nicolás aún no comenzaban a aprender de ella cómo convertirse en sus futuros mayordomos.

Para el día de hoy, según le habían informado los criados al joven noble, Zoe había finalizado de organizar la gran fiesta de despedida en honor al anterior mayordomo, Orrin y su «primo bastardo», Mateo. Durante todo este mes, Orrin estuvo enseñándole a Zoe como funcionaba la vida de Apolo y qué cosas debería tener presentes al atenderlo. El motivo por el cual los criados y Zoe se habían tardado tanto tiempo en organizar la fiesta de despedida fue porque el viejo mayordomo noblemente no aceptaba irse hasta asegurarse de que Apolo realmente estaría en buenas manos a partir de ahora.

Mientras todo esto ocurrió, Mateo fue mentalizándose con su nueva realidad tras conocer la «verdad» y poco a poco comenzó a actuar de forma más similar a como lo haría un noble de verdad. Mientras que Apolo fue llevando a adelante su pequeño proyecto de domesticar a los Gururis recién nacidos para que fueran menos propensos a atacar a Zoe de manera desprevenida, durante todo este tiempo los dos Gururis rosas seguían viviendo encerrados en su habitación y el joven noble pasaba todos los días para hablar con ellos y alimentarlos.

Por suerte, Apolo sabía que los Gururis recién nacidos prácticamente no podían usar magia por lo que realmente no podían salir de su habitación sin la llave de plata. Lo cual era bastante importante desde la perspectiva de Apolo: ya que en estos tiempos delicados en donde aún tenían la rebeldía propia de un niño humano era el momento donde los Gururis rosas eran más propensos a actuar instintivamente y dentro de sus instintos básicos estaba el objetivo de buscar asesinar a Zoe a como dé lugar para deshacerse de la competencia y proteger así sus tan preciados muebles.

La noche de hoy, Apolo se encontraba poniéndose su vestimenta usual como mago, preparándose para disfrutar un banquete en su mansión y también algo expectante de juzgar que tan bien había desarrollado Zoe su primera orden como mayordomo. Según el arreglo de Orrin, si todo salía bien esta noche entonces confiaría la «seguridad» de Apolo en las manos de la criatura, si no se quedaría un tiempo más hasta comprobar la capacidad de Zoe con sus propios ojos. Realmente el mayordomo era alguien que cumplía su palabra y todavía seguía cumpliendo la promesa que le hizo al abuelo de Apolo de proteger al joven. Un mal mayordomo podría significar la ruina de un joven tan imprudente y poco interesado como Apolo, así que Orrin sabía bien que debía ser muy prudente al tomar la decisión de marcharse de esta mansión.

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O al menos esta era la historia que la cabecita de Apolo se estaba imaginando cada vez que pensaba acerca del asunto, porque la gran realidad era completamente a lo que el joven e inexperto Apolo pensaba que estaba ocurriendo. Dicha realidad era algo que solo el lector atento y el desagradable escritor sabían, pues estas dos personas sabían bien que Orrin era el que más entendía en qué situación se encontraría tras dejar esta mansión, por lo que el anciano era bastante prudente al verificar que Apolo no cayera en la ruina: si eso llegaba a ocurrir lo más probable es que Apolo termine pidiéndole ayuda económica a su abuelo y si eso ocurriera la gran pregunta de su abuelo sería: «¿Por qué Orrin permitió que te fundieras?» Y la tonta respuesta de Apolo sería: «Ya no está Orrin en mi casa, el viejito se fue a ser el mayordomo de su hijo adoptivo» y ahí es cuando los problemas realmente serios surgirían para Orrin y Mateo.

En definitiva, Orrin sabía bien que era imposible que lograra engañar al abuelo de Apolo. Sin embargo, la historia era bastante diferente si el objetivo de engaño era un noble imprudente que siempre había dependido de vos para poder siquiera comer. Y si el imbécil del escritor podía imaginarse semejante trama, ni hablar del personaje que se estaba jugando su cuello con esta mentira, por lo cual Orrin no había dudado en acomodar las fichas de ajedrez sobre la mesa para garantizarle el éxito a su hijo. De esta manera, el anciano estuvo un mes entero utilizando la excusa de asegurar que Zoe era un buen mayordomo para terminar de corroerle la mente al «indefenso» lunático al que había servido. De tal forma, el desgraciado maltratador de Gururis se tragaría su propia mentira y terminaría pensando que Mateo realmente era su primo bastardo. Al implementar tal esquema, el anciano se había asegurado el visto bueno del único miembro de la familia de los bosques negros en la capital imperial. Con tal apoyo le sería imposible al ministro de magia reconocer que Mateo no era un noble, pues la otra opción sería que el ministro mandara una carta con un mensajero lo cual tardaría más de un año en llegar de ida y vuelta. Pero en la mente del antiguo mayordomo teniendo a Apolo a dos días de distancia esa no debería ser la opción tomada por el ministro.

En cuanto a los sentimientos de Orrin por usar a Apolo para beneficiar a su hijo: En primera instancia, garantizar un buen futuro a su hijo era un motivo lo bastante bueno como para traicionar su palabra. En segunda instancia, Apolo era un desalmado y siempre trató mal a los criados a los cuales el anciano les había agarrado cariño. En tercer lugar, todo fue idea de Apolo desde un principio, por lo cual Orrin solo estaba «ayudando» a Apolo a que su idea se materializara, como lo había hecho siempre mientras trabajaba como su sirviente.