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E115-La mansion

Inmediatamente, los dos Gururis saltaron arriba de la comida para devorarla, parecían que tenían un barril sin fondo como barriga dado que por más que tragaran porción tras porción del popurrí de comida en los barriles, las criaturas no mostraban signo alguno de estar llenándose. Mientras esto ocurría, Apolo meditaba con calma todo lo que había ocurrido anoche, preocupado porque sus Gururis lo hayan querido asesinar con un plan tan complejo siendo tan jóvenes, pero al mismo tiempo con bastante dudas acerca de este mismo hecho, por ejemplo: ¿Cómo sabían los Gururis que la niebla mataría a los criados?, si nunca habían estado dentro de la habitación y sus cuerpos no sentían la temperatura de igual forma en que lo haría un humano: desde sus perspectivas lo único que estaban haciendo eran encerrar a un montón de borrachos. En segunda instancia sería raro que nadie hubiera notado a los dos Gururis rosados caminando por la habitación. Y por último, las criaturas parecían desconocer el hecho de que mataron a todos los criados, ni siquiera mostraban un comportamiento un poco anormal cuando vinieron a saludarlo, por lo que parecían no tener entendimiento alguno de lo que habían hecho estaba mal y Apolo llevaba un mes entero diciéndoles justamente que debían convivir con los demás criados; sin embargo, el joven se sentía bastante frustrado porque al parecer su esfuerzo no sirvió de nada.

Mientras las preguntas sin respuestas se desarrollaban en la mente del joven, Nicolás y Aquiles terminaron de devorar completamente los dos barriles de comida y se encontraban sentados en el suelo lamiéndose sus deditos, esperando que Apolo dijera algo.

—¿Terminaron?—Preguntó Apolo saliendo del trance anormalmente largo.

—¡Sí, maestro!—Respondieron los dos Gururis al unísono.

—Me alegro, ahora respondan esta pregunta nuevamente: ¿Ustedes cerraron la puerta de la habitación donde me encontraba festejando con los criados?—Preguntó Apolo con seriedad.

—No, ya estaba cerrada cuando llegamos—Respondió Nicolás nuevamente.

—Bueno...—Comentó Apolo mirando fijamente como los Gururis se chupaban los dedos ignorando su mirada, no muy preocupados por su pregunta—Entonces respondan: ¿Cómo es que ustedes dos no cerraron la puerta?, si justamente ustedes dos eran los únicos que tenían la única llave de toda la mansión en sus manos.

—El bicho verde también puede cerrar la puerta con magia…—Dijo Aquiles mirando fijamente a su hermano.

—Sí, lo más probable es que Zoe haya cerrado la puerta y nos inculpó a nosotros dos…—Comentó Nicolás mordiéndose las uñas de las manos de forma nerviosa, mientras le devolvía una mirada preocupada al otro Gururi

—¡Lo hizo para deshacerse de nosotros y robarnos nuestros muebles!—Gritaron los dos Gururis al unísono en voz alta, como si hubieran llegado a una conclusión terrorífica.

—No, por suerte eso no es posible…—Murmuró Apolo con más dudas de las que le gustaría tener; en principio sabía que Zoe era terriblemente dócil y a lo mucho se deprimiría, pero sería complicado que lo atacara. Pese a ello los Gururis rosados tenían razón: la única que podía cerrar todas las puertas de la habitación además de ellos dos era Zoe, por otra parte, lo cierto es que ella fue la que organizó la fiesta, por tanto, también podría ser la principal responsable de que este «asesinato» se llevara adelante.

—Claro que es posible, mire todos los muebles que tenemos en nuestra cámara del tesoro: ¡Ella los codicia!—Chilló Aquiles señalando a los muebles de la habitación con temor.

—No, a ella no le importan tus muebles…—Dijo Apolo con cansancio, como si hubiera tenido esta charla un millón de veces, pero estos dos mocosos seguían haciendo oídos sordos a lo que decía—Ignoremos a Zoe por ahora, y en su lugar respondan: ¿Cómo sabían en qué habitación me encontraba cuando escaparon?

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—¡Nos lo dijo el viejo Winki!—Dijo Nicolás apuntando a un gran armario en la habitación.

—¿Se los dijo el armario?—Preguntó Apolo algo feliz por lo que estaba escuchando.

—No, no, Winki vive en el armario: ¡En realidad es un cajón!—Corrigió Aquiles, al ver cómo el armario en la distancia temblaba por su cuenta como si tuviera vida propia.

—Qué bueno, al parecer ya aprendieron a interactuar con los muebles, eso significa que están a unas pocas semanas de finalmente madurar lo suficiente como para ser libres—Dijo Apolo con felicidad, aunque no le duró mucho. Ya que se le ocurrió una buena idea y en su lugar preguntó—¿Según Winki quien fue el que cerró la puerta de la habitación donde estábamos festejando?

—¿Quieres que le preguntemos?—Preguntó Aquiles no captando el mensaje.

—Sí, ve y pide su opinión: es una orden—Dijo Apolo señalando al mueble.

Aquiles y Nicolás se acercaron al armario y abrieron uno de sus cajones, para luego quedar mirando su interior en completo silencio por unos cuantos minutos. Finalmente, los dos dejaron de mirar al cajón y volvieron a acomodar el mueble antes de regresar con la respuesta.

—Según Winki fueron los…—Comenzó a decir Aquiles

—Fue Zoe, según Winki, Zoe mató a todos los criados y trató de matarlo a usted, Maestro. ¡A esa plaga hay que matarla a bastonazos!—Interrumpió Nicolás mirando al otro Gururi rosado de forma demasiado evidente.

—¡Ya escuché a Aquiles hablar en plural, manga de idiota!—Gritó Apolo embocando un bastonazo en la cabeza de Nicolás, pero en el fondo realmente estaba bastante feliz: esta vez había sido bastante fácil reconocer que estaban mintiendo.

—Pero en verdad fue Zoe…—Dijo Aquiles apoyando el planteo del otro Gururi rosado.

—¿Vas a decirme la verdad, o voy a tener que sacarte la verdad?—Preguntó Apolo mirando fijamente a Aquiles, chocando el pomo de oro de su bastón contra su mano.

—Fueron… Zoe… Fue Zoe…—Dijo Aquiles llorando desesperadamente, mientras miraba a los muebles de la habitación con ternura como si se estuviera sacrificando para proteger a sus mejores amigos.

—Si me dicen la verdad, les daré un regalo…—Dijo Apolo mirando a los muebles en la sala; sabía que no podía amenazarlos con destruir los muebles o los muebles les corromperían la mente a sus Gururis y empezarían a buscar conspirar su muerte, por lo que era prácticamente lo único que no podía hacerles a sus Gururis. En consecuencia, el joven se abstuvo de llevar adelante esa idea y se enfocó en tratar de sobornarlos.

—Es que no mentimos: ¡Fue Zoe, Maestro!—Chilló Nicolás desde el suelo aun tomándose su cabeza con dolor.

—Bueno, al parecer tendré que darle las decoraciones de muebles a Zoe...—Murmuró Apolo en voz baja levantándose para caminar hacia la puerta, fingiendo tener intenciones de irse de la habitación.

Inmediatamente casi todos los muebles de la habitación comenzaron a temblar, algunos incluso empezaron a abrir y cerrar sus puertas violentamente, provocando que Nicolás corriera a agarrar la toga de Apolo evitando que se escapara mientras suplicaba:

—No, no, denos esas decoraciones a nosotros dos: ¡Les diremos la verdad, Maestro!

—Son decoraciones muy bonitas, así que espero que no me vuelvas a mentir—Dijo Apolo tratando de ocultar la alegría al ver cómo su plan infantil había terminado funcionando.

—Según Winki fueron los que decoran los ataúdes de la mazmorra: Esas decoraciones lo odian y hace tiempo están pidiendo por toda la casa que lo maten a usted y a todos sus criados—Dijo Aquiles con felicidad completamente disonante con lo que estaba diciendo—La habitación de los herederos al parecer también lo odia, así que fue la principal responsable de llevar adelante el plan.

—La verdad es que eso no me suena muy realista…—Respondió Apolo, pero inmediatamente vio cómo el armario grande se abría de repente, y el que debía ser el cajón llamado Winki se abría con violencia, lanzándole un zapato a su cabeza.

—¡Vez, Winki te está diciendo la verdad!—Dijo Nicolás con felicidad; deseoso de ver las decoraciones prometidas.

—¿Me estás diciendo que mi mansión está maldita?—Preguntó Apolo sorprendido de que un mueble realmente le acababa de lanzar un zapato, su gran conocimiento acerca de los Gururis nunca le advirtieron de estos sucesos.

—¡La estancia siempre estuvo maldita!—Respondió Aquiles con felicidad—Por eso la familia imperial vendió la mansión, ¿Si no por qué lo habría hecho?

—¡¿Hace cuando saben que esta casa está maldita y por qué nunca me lo dijeron?!—Gritó Apolo con enojo.

—Hace…unos pocos días. A los muebles le divierte mucho rumorear acerca de lo que cuentan las habitaciones por lo que se les terminó escapando el tema—Respondió Aquiles mientras se limpiaba el sudor en su frente, al parecer estaba mintiendo descaradamente acerca de la cuestión.