En estos momentos Apolo se dirigía a la principal tienda de propiedades del imperio, no obstante la misma estaba un poco lejos; ya que no había tiendas importantes en la capital y la tienda en cuestión se encontraba en una de las calles principales de la ciudad anillo. Para colmo uno debía acceder a dicha calle por la puerta más alejada de donde se ubicaba el ministerio de magia, por lo que Apolo tenía que atravesar toda la capital para poder llegar hasta la tienda y eso fácilmente era un viaje de cuatro días a carruaje.
No obstante, el joven no estaba apurado: el resto de nuevos magos tenían mucho menos presupuesto que él y lo más probable es que no pudieran comprar la casa que Apolo ostentaba; la cual era la más cara disponible dado que la «compraba» con un decreto del emperador.
Mientras el viaje se desarrollaba con normalidad, Apolo aprovechó la oportunidad para leer el libro rojo que le habían dado: como ya le habían mencionado el mismo era un simple almanaque lleno de tiendas que un mago podrían necesitar por lo que en definitiva era publicidad; sin embargo, era publicidad útil para alguien como Apolo que no tenía ni idea donde se encontraban las tiendas y qué cosas debía comprar un mago. Tras finalizar el libro lleno de publicidades, Apolo tenía bastantes dudas sobre como disponer de su presupuesto, pero por suerte el joven recordó que uno de sus ancestros había comentado algo sobre el tema en su legado, por lo cual Apolo procedió a sacar el documento secreto y repasó con atención los tres últimos consejos:
> "…(Inicio de la carta)
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> En cuanto a mi tercer consejo: una vez seas mago y hayas aceptado tu destino, el siguiente gran paso en tu vida es descubrir que a partir de ahora eres completamente libre: libre de destruir tus riquezas y libre de hacerlas valer. Es por eso que el primer gran consejo que voy a darte para que no destruyas tus propias riquezas es que uses tus primeros cristales en la inversión más inteligente que puedes hacer: ¡Obtener criados competentes!.
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> El mejor criado para un mago son sus propios discípulos, es decir tus acólitos. No obstante no podrás tener acólitos bajo tu mando hasta que logres al menos un solo logro mágico y de dicha forma obtengas reputación suficiente como para que alguien esté dispuesto a convertirse en tu acólito. Dado que la mejor opción no está disponible, entonces debes ir por la segunda: los «gururis». Si bien el nombre de esta criatura te podría sonar extraño, ya que la familia tradicionalmente nunca los ha usado como criados, lo cierto es que son unas extrañas criaturas algo «dóciles» que suelen ser utilizados por muchísimas familias nobles como criados.
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> Unauthorized duplication: this tale has been taken without consent. Report sightings.
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> Para comprarlos debes ir a algún criadero de bestias y preguntar si los tienen: debes comprar uno viejo y dos jóvenes que acaban de nacer. Recuerda nunca comprar más que esa equilibrada cantidad o se matarán entre sí. El gururi viejo si o si debió haber servido a otro mago previamente. Estas criaturas viven casi trescientos años, por lo cual es muy probable que los vendan de segunda mano.
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> Te advierto que estas criaturas son caras, bastante caras: ¡Comprarlas igualmente!
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> El resto de los cristales, el cual podría ser poco o mucho dependiendo de la buena voluntad del emperador de turno. Debes emplearlo para dos cosas: amueblar tu casa completamente con mucho brillo y tonterías, así los gururis vivirán contentos y no te matarán mientras duermas. Y por último y no menos importante debes ir a comprar la ropa que un verdadero mago vestiría: utilízala siempre y no dejes que el gururi viejo te vea sin esa ropa o se deprimirá y no hablará con tus dos gururis jóvenes, lo cual es vital para que aprendan del viejo.
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> Con todo el dinero que te sobre, no debes comprar un solo artefacto mágico o aparatos de investigación. En su lugar gástalo para tener el mejor y más ostentoso jardín de toda la capital imperial y de esa manera tendrás el favor de tus vecinos, lo cual es bastante importante: ¡Ya no vives en un castillo en el medio del bosque!
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> Mi cuarto consejo es probablemente el que más interesante te parezca en estos momentos donde acabas de leer este documento: ya que todavía no aprendes a valorar mis otros consejos. El cuarto consejo es la verdadera utilidad de la máscara mágica de Tias el gran mago de la memoria de nuestra familia, como tal la máscara es el legado de uno de los grandes magos del imperio. Y aunque aún probablemente no entiendas que significa ese título honorífico, lo cierto es que Tais te dio una máscara bastante compleja e incluso yo desconozco si tiene más secretos.
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> Como bien indicó Tais en su legado: la principal función de la máscara es permitirte que te escapes de los problemas, por tanto, si portas la máscara y asesinas a un guardia frente a otros cien guardias, ninguno de los guardias que presenció el asesinato logrará recordar quien mató al guardia por más que te hayan visto hacerlo hace un segundo. No obstante, te verán con un cuchillo con sangre y podrán deducir el asesinato. Entonces tiras el cuchillo y no recordarán que lo tenías, pero los guardias te verán cerca de un cadáver y podrán deducir el asesinato. Entonces sales corriendo y no recordarán que estuviste cerca del cadáver, pero al verte corriendo podrán deducir el asesinato. Por tanto, decides entrar a una tienda y te mezclas entre la multitud: ¡Felicidades: escapaste!. La máscara es útil, pero requiere bastante práctica aprender a usarla.
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> Y por último está mi quinto gran consejo…(la carta seguía y seguía)"