El tiempo fue pasando y poco a poco Apolo comenzó a arrepentirse de su decisión de esperar en el carruaje: fácilmente habían pasado 2 horas, sin embargo, solo unos pocos carruajes habían avanzado.

—¡Esto debe ser una broma de mal gusto!—Se quejó Apolo al ver que otro carruaje era llamado para qué la persona en su interior realizara la prueba—¡A este ritmo estaremos una semana entera en esta cola de mierda!

—Tal vez esto es a lo que se refería el guardia en la entrada…—Comentó Mateo con tranquilidad

—¿Qué dijo el guardia? —Preguntó Apolo, no tan acostumbrado a escuchar seriamente a las personas: ya hace tiempo se había olvidado lo que le había dicho ese ser intrascendente.

—Si hay un mago examinando: dudo que trabaje una semana entera seguida—Respondió Mateo —Por lo que perderá la paciencia y terminará mandando a todos al carajo…

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—¿Y si nos mandan de regreso a casa?—Preguntó Apolo, ya reacio a la idea de volverse al castillo y comerse otro viaje de 6 meses durmiendo en un carruaje.

—Dudo que su abuelo no haya hecho los arreglos pertinentes: recuerde el recibimiento de ayer, mi señor—Comentó Mateo mientras se acomodaba en el asiento de conductor para echarse una siesta.

—Eso espero…—Comentó Apolo algo más tranquilo.

Al ver que Mateo se había echado a dormir, Apolo supuso que los criados también podían dormir mientras esperaban, por lo que decidió dejar de aguantarse la ganas y trato de buscar una posición cómoda para poder relajarse. Pero lo cierto es que era bastante incómodo dormir en el asiento de conductor, Apolo tardó bastante y tuvo que contorsionar su cuerpo innumerable cantidad de veces hasta finalmente encontrar una posición cómoda.

Gozando de algo de comodidad, poco a poco Apolo fue cerrando los ojos, mientras que le rogaba a sus ancestros que cuando despertara ya lo estuvieran llamando para realizar la inscripción y de tal forma se convirtiera en un mago del imperio sin mayores inconvenientes.