Tras pasar por la puerta, Apolo observó como una inmensa biblioteca se hallaba del otro lado, la biblioteca era tan grande que realmente parecía ser mucho más grande de lo que naturalmente podría entrar en la torre: había hilera tras hileras de estanterías llenas de libros las cuales se extendían hacia el mismísimo horizonte sin mostrar fin alguno. Por su parte el suelo y las paredes de la biblioteca no estaban hechos de piedra como el resto de la torre, y en su lugar se usaba madera de color amarillento, aparentando que realmente uno había entrado a otra dimensión tras pasar la puerta de la entrada. Para iluminar la gigantesca sala, se encontraban innumerables cristales danzando de un sitio al otro por el techo, si bien los mismos se movían por todos lados sin un patrón aparente, eran tantos que alcanzaban a iluminar cualquier espacio en esta gigantesca biblioteca.
No obstante, lo que más llamaba la atención al entrar en la biblioteca era la gigantesca criatura que se encontraba ubicada en el medio de un escritorio circular, el cual se localizaba justo delante de la puerta que daba entrada a la biblioteca. La criatura tenía una altura de casi tres metros y si bien sus manos tenían aspecto humanoide, la criatura tenía una innumerable cantidad de ellos y su aspecto no podía ser más alejado al de un humano normal. Este ser abominable y desagradable para la vista, aparentaba ser una gran pelota de carne con un montón de brazos moviéndose de un sitio a otro aleatoriamente por todo su escritorio.
Tras mirar a la criatura con atención, Apolo supuso que esa pelota de carne sin rostro y piernas debía ser el vendedor, aunque no entendía cómo hablaba, ya que el vendedor era solo una gran pelota de carne con una innumerable cantidad de brazos. Cada brazo de la criatura parecía que se le fue agregado de forma artificial, dado que aún podía verse los puntos e hilos de coser que se habían usado para añadirlos. Además, los brazos no eran todos idénticos, algunos parecían ser de niños, otros de mujeres, otros de hombres y otros de ancianos. Todo parecía indicar que esta abominación se había creado tomando muchas pieles humanas y cociéndolas hasta formar una pelota, luego se la rellenó con algo y se le fue incorporando los brazos hasta que esta monstruosidad terminara surgiendo.
Con cuidado, Apolo se acercó hacia la gran pelota llena de brazos y preguntó:
—¿Usted es el vendedor?
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Uno de los brazos de la criatura dejó de moverse aleatoriamente, y en cambio comenzó a estirarse antinaturalmente hasta estar prácticamente pegado al rostro de Apolo. Acto seguido, el brazo levantó la palma de su mano frente a Apolo, y una boca surgió del medio de la palma mostrando unos afilados dientes amarillentos que no paraban de chorrear saliva increíblemente apestosa, tan apestosa como para aparentar que había cientos de pescados podridos atorados entre sus dientes.
—Así me llaman algunos acólitos, ¿para qué viniste a la biblioteca?—Preguntó la boca en la palma de la mano con una voz terriblemente antinatural, liberando el olor nauseabundo que se escondía entre sus dientes, haciendo que Apolos se tapara la nariz con su mano.
—Vengo a buscar mi libro de cortesía—Respondió Apolo mientras luchaba por no vomitar.
—Perfecto, te recuerdo que como todo acólito de esta torre puedes retirar un libro para que comiences a aprender. Pero sólo puedes sacar un libro sin dar nada a cambio, así que elige con cuidado—Contestó el vendedor formando una sonrisa no muy amigable—¿Cómo se llama el libro que buscas?
—«Magia para caballeros distinguidos» de Calixto de torre negra, la primera edición, sexta copia—Respondió Apolo con calma.
—Qué curioso…—Susurró la criatura estirando su brazo rodeando todo el cuerpo de Apolo como si buscara observar el cuerpo del gigante completamente, por más que la criatura no tuviera ojos visibles por ningún lado—La sexta copia de ese libro está perdida: Me temo que ni yo sé donde se encuentra, pero si logras encontrarla te la puedes quedar como libro de cortesía.
—¿Sabes si alguien buscó esta copia en el pasado?—Preguntó Apolo con impaciencia.
—Hace mucho algunos acólitos la buscaron por todos lados, pero todos fracasaron…—Respondió el vendedor con calma, ilusionando a Apolo.
—¿Sabes como ir al pabellón de libros infantiles?—Preguntó Apolo inmediatamente, luciendo algo desesperado: Parecía que realmente ninguno de los otros dos magos en la familia de Apolo que contaban con la información dada por su ancestro se habían molestado en conseguir este libro, o tal vez sí lo hicieron, pero lograron escaparse de la biblioteca sin informarle a la criatura de que tenían el libro en sus manos.
—«AZC w25», encontrarás el pabellón en esa dirección y no se te darán más pistas de como llegar—Respondió el vendedor de forma enigmática, parecía que cada mago debe aprender a «navegar» en esta biblioteca por su cuenta.
—Bueno, nos volveremos a ver cuando obtenga el libro—Contestó Apolo, por suerte las instrucciones dadas en el quinto consejo explicaban cómo funcionaba la enigmática forma de guardar los libros en esta biblioteca.
—Ya veremos…—Dijo el vendedor fríamente mientras retiraba la mano que estaba hablando con Apolo y dejaba que el joven se marchara hacia el interior de la biblioteca.