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E143-Decisiones

Inmediatamente los cuadrados blancos y negros en la mesa comenzaron a distorsionarse hasta formar una réplica del campamento militar y el pueblo vecino. La réplica del pueblo no era del todo exacta y tenía algunas fallas evidentes como que había muy pocas casas en el pueblo, o que las casas en el mapa a veces parecían más grandes de lo que realmente podían ser. Pese a ello, el campamento militar estaba replicado a la perfección y estaba tal cual se podía ver en el exterior de la tienda general, por lo que parecía que a la mesa se le debían introducir los planos de las zonas de alguna manera para luego ser recreados según el diseño original. Por tanto, se evidenciaba que los planos del pueblo no parecían tener tanto trabajo como los del campamento militar, pese a ello en la mesa se podía apreciar todos los factores importantes del pueblo, es decir los límites, entradas y calles principales del pueblo, junto a un esquema bastante detallado de los bosques, arroyos y colinas cercanas.

—Este es el plano donde estamos actualmente...—Murmuró el mercenario en voz baja, como advirtiéndole al gigante del error que había cometido.

—Lo sé, las órdenes son respecto a este pueblo...—Dijo Cristóbal mientras iba a buscar una caja con muñequitos de madera de varios colores en uno de los muebles de la carpa.

Todos en la sala vieron en silencio como Cristóbal fue acomodando a los muñecos en cada una de las calles del pueblo. Cuando todas las calles estuvieron cubiertas, el gigante con lentitud y de forma algo exagerada puso un último muñeco rojo en uno de los caminos que daba entrada al pueblo y explicó la situación:

—Actualmente nuestra misión es ponerle fin al asedio que venimos realizando tras cinco años, ¿Alguno de ustedes saben por qué nos convocaron a nosotros para apurar la captura de esta ciudad y por qué no podemos seguir asediándola hasta conquistarla?

Todos se miraron los unos a los otros, tratando de que alguien pudiera dar la respuesta, pero al parecer ninguno de los representantes sabía la respuesta correcta, o mejor dicho ninguno de los presentes quería quedar en ridículo frente a los demás, por lo cual todos prefirieron mantenerse con la boca cerrada.

—Porque los clanes del sur están preparando sus fuerzas para atacarnos...—Respondió Isidoro rompiendo con el silencio comprometedor que se había formado en la tienda, y motivando un poco a los representantes para que se animaran a colaborar en el armado del plan de Cristóbal.

—¿Entonces qué es lo que va a pasar con el asedio si nosotros fallamos en capturar esta ciudad?—Preguntó Cristóbal mirando a todos los nobles en la sala; sin embargo, pasaron unos cuantos minutos y nadie contestaba la pregunta.

—El asedio se termina, debido a que los hombres tienen que regresar a defender las ciudades fronterizas claves, por lo que se va a declarar la paz infructuosa con los Teócratas—Respondió Tea con calma para no dejar hablando solo a su tío, pero al parecer sus palabras solo sirvieron para poner nerviosos a todo los representantes presentes.

—¡¿Pero cómo puede ser que seamos tan idiotas como para abandonar una de las capitales de la teocracia cuando la estamos rodeando con un ejército?!—Chilló enojado el niño en la silla de ruedas—¡Controlar esa ciudad es prácticamente ganar un condado entero para cada una de nuestras familias!

—Sí, al abandonar el asedio estamos perdiendo muchísimas ciudades, castillos y pueblos conquistados—Contestó Tea con calma justificando su idea—Pero no podemos ir a la guerra con dos frentes abiertos. El principal motivo por el que los clanes nos deben estar atacando es justamente porque si no hacen nada nos devoramos a la teocracia entera y ponemos en jaque a todo el continente.

—No es tan así, la teocracia deliberadamente está «deshaciéndose» de esta capital. Si tratamos de seguir conquistando sus territorios probablemente terminen la guerra que están librando en el norte y se defenderán con más hombres—Respondió Isidoro—En cierto sentido, los clanes están haciendo lo mismo que hacemos nosotros ahora mismo contra la teocracia: nos buscan atacar en el medio de una guerra. Pero nuestra situación es diferente a la de la teocracia, ya que nuestro verdadero ejército solo se mueve a la defensiva. Dado que ningún noble piensa mucho si mandar o no a sus hombres cuando son sus tierras las que peligran. Es por eso que en vez de sacrificar territorios para alargar esta guerra, estamos seguros de que los reyes preferirán finalizar infructuosamente esta campaña militar, independientemente de que tan cerca estemos de conquistar una ciudad tan importante.

—¿Entonces la teocracia podría romper el asedio mandando refuerzos?, en principio disponen de los hombres para hacerlo, si nos están dejando comer esta ciudad es porque nos tienen controlados—Preguntó el mercenario, haciendo que todas las personas en la mesa miraran a Cristóbal con preocupación.

—No, ya lo intentaron y ya fracasaron. Pese a ello, conquistar sus ciudades cuesta y sus capitales cuestan más de la cuenta: al punto que si no es asediándola es imposible. Por lo tanto, si nosotros fracasamos en nuestra misión realmente tendremos que dejar la capital y gran parte de los terrenos limítrofes a la misma—Dijo Isidoro, tranquilizando a todos los presentes; el soldado no quería que los representantes pensaran que podían cruzarse con un ejército enemigo que buscara activamente atacarlos a ellos.

—La realidad es que la paz con la teocracia es inminente cumplamos o no nuestros objetivos de guerra. Desde las principales familias hay muchas presiones para que se muestren los resultados de tanta financiación y tanto los cristales como el tiempo se están acabando—Agregó Cristóbal apoyando la mano nuevamente en la figura roja—Justamente nuestra política de jugar siempre a lo seguro es el gran motivo por el cual la teocracia se sentía cómoda siendo asediada. Ellos sabían que no podíamos conquistar esta capital con un asedio a largo plazo. No obstante, los teócratas no consideraron un pequeño gran factor por el cual mi tío deliberadamente decidió iniciar este asedio, y dicho factor es la existencia de nuestro grupo comando. Básicamente somos el arma secreta que pondrá fin a esta guerra, por eso nos dirigimos a la capital a destruir el asedio en este momento cuando ya no queda más tiempo que perder, el cual también es el momento en donde el asedio ya golpeó lo suficiente a la gente que vive en la capital como para simplificar su captura.

—¿Tendremos que entrar a la ciudad asediada?—Preguntó el niño en silla de ruedas.

—Yo y mi sobrino tendremos que entrar: ustedes solo mirarán la misión desde las butacas y esperarán a ver si nos matan o logramos ganarles sus tierras—Respondió Cristóbal con una calma impresionante, contradiciéndose con las palabras que salían de su boca—Y si nos matan y fallamos la misión, ¿Entonces qué es lo que va a ocurrir?

—¿Tendremos que volver a intentarlo?—Preguntó el representante que aún no había hablado, el cual era un hombre gordo con pelo azulado. La piel del representante parecía estar completamente arrugada como si hubiera estado demasiado tiempo en el agua, aunque lo más llamativo de su cuerpo es que estaba lleno de agujeros en donde podían verse gusanos saliendo para curiosear el exterior constantemente. Con estos rasgos tan peculiares, Apolo pudo distinguir que se trataba de un hombre de las playas azules, el cual era el hogar del único conde que tenía el título de rey en todo el imperio. La familia de playas azules era una familia bastante peculiar, dado que vivían en una de las regiones más alejadas de la capital del imperio, dicha región daba a las costas de un desconocido mar lleno de misterios el cual únicamente era explorado por los miembros de esta familia. El reinado de playas azules no contaba con un territorio muy amplio, y dado que la mayoría de sus tierras eran costeras no eran muy fértiles por lo que había pocas personas habitando esta región. Pese a ello la familia de playas azules era conocida por ser grandes aventureros, y eran los que manejaban el comercio de objetos exóticos en todo el imperio.

—¡No, carajo!. Como ya nos malgastamos en explicar:¡Si nos matan, se terminó el asedio les guste o no, y todos ustedes vuelven a sus casas a seguir tomando la leche de sus madres!—Respondió Cristóbal pasándose la mano por el rostro, mirando de reojo al hombre gordo como si de verdad estuviera preguntándole únicamente para hacerlo enojar.

—General, ¿acaso no hay otro grupo comando capaz de romper este asedio en todo el imperio?—Preguntó el niño con tanta preocupación que casi se cae de su silla de ruedas; al parecer el joven era el menos dispuesto en perder este territorio, lo cual implicaba que realmente era muy importante para él esta conquista.

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—La realidad es que en principio no hay nadie que pueda romper el asedio...—Respondió Isidoro con calma, pero la mala elección de sus palabras iniciales solo sirvieron para dejar en un silencio moribundo a todos los presentes; provocando que el soldado nerviosamente mirara el rostro de los representantes y abandonara su discurso para mantenerse en silencio, pensando que palabras tenía que decir a continuación para salir del problema en donde se había metido sin alarmar más de la cuenta a estas personas.

—¿Entonces te mandaron a la muerte, Cristóbal?—Cuestionó el mercenario, rompiendo el silencio que se había formado en la tienda militar e interrumpiendo los pensamientos de Isidoro.

—Puede ser...—Respondió Cristóbal reflexivamente.

—¿Qué?—Exclamó Tea quedándose con la boca abierta como un tarado; entendiendo claramente que él estaba en el mismo bote que su tío y si su tío se hundía difícilmente saldría a flote por su cuenta.

—¡No respondas idioteces, Cristóbal! ¡Pero por supuesto que no te mandaron a una misión suicida!. Hay rumores de que el sumo sacerdote encargado de esta ciudad ya murió, pero si él está vivo entonces, sí, efectivamente el asedio no se va a romper jamás si Cristóbal muere peleando contra el sumo sacerdote. Dado que por desgracia el único que puede matar al sumo sacerdote si ese viejo no sale de la capital es este gigante imbécil—Contestó Isidoro sin ocultar su molestia con Cristóbal, ya hace tiempo el soldado se había dado cuenta de que el general estaba omitiendo muchísimas partes importantes de la misión solo para direccionar todo el plan hacia un muy posible «fracaso». El gran problema era que Isidoro desconocía por qué el gigante estaba poniendo tanto empeño en asustar a los representantes, y aún más grave es que el soldado no sabía como hacer para que Cristóbal dejara de hacer estas «bromas» de mal gusto.

—¿Nadie más en todo nuestro imperio puede matar a esta persona?—Cuestionó el hombre de pelo azul, impactado por lo que estaba escuchando.

—Si bien no está asegurado que Cristóbal pueda matar al sumo sacerdote, es una estimación echa por el mismísimo gran general Jasón de los bosques negros. El cual fue el gran responsable de organizar esta misión para romper el asedio, y también es la persona que estuvo liderando esta exitosa campaña de guerra durante estos largos 50 años—Respondió Isidoro tratando de invocar una figura de confianza para que los representantes se sintieran más tranquilos. Al parecer los planes del soldado funcionaron, y las caras de casi todos los representantes cambiaron de preocupación a reflexión.

—Aun así yo podría perder la batalla y la misión podría fallar ...—Dijo Cristóbal mirando a Isidoro de mala gana; el general sabía que invocar a su tío en esta conversación solo hacía las cosas más complicadas para sus planes, no obstante el gigante se tenía fe en la corazonada que estaba sintiendo y siguió insistiendo con el tema.

—Hace 45 años que tu tío no viene fallando en sus predicciones, ¿Usted dice que justo esta vez el gran general se va a equivocar?. Tu tío lleva casi 5 años asediando esa ciudad pensando en el día donde finalmente tú serías necesario para terminar las cosas si la financiación se agotaba, dudo mucho que pueda fallar este plan...—Respondió Isidoro de inmediato sin darle tiempo a que el gigante sembrara el pánico en la sala nuevamente.

—Independientemente de las opiniones del gran general en cuanto al éxito de la misión, vuelvo a preguntarles: ¿Y si falla, qué va a pasar?—Volvió a preguntar Cristóbal ignorando la mirada enojada de Isidoro, para concentrarse en la gente que realmente le importaba convencer. Mientras tambaleaba la figurita roja en la mesa de madera, como buscando que alguien le prestara atención.

—Perdemos la capital, pero aún nos quedamos con varios territorios aledaños, ¿no es cierto?—Preguntó el joven en silla de ruedas nerviosamente provocando que su silla se tambaleara y perdiera el equilibrio, lo cual produjo que se cayeran los tablones en donde estaba apoyada la silla de ruedas para que el niño llegara a la altura de la gran mesa. No obstante justo cuando esto ocurrió, hábilmente Tea pisó el piso provocando que la alfombra en el suelo de la tienda se rompiera, y abajo de las sillas del niño surgieran unas piedras que reemplazaron los tablones evitando que el niño se cayera.

Pese a que el niño casi se había caído de su silla de ruedas, todos en la sala ignoraron el tema y trataron de no exponer el asunto para que el mismo pasara desapercibido. Por su parte el niño en la silla de ruedas ni siquiera miró a Tea para agradecerle, pero lo mismo no molestó al pelirrojo y Tea tampoco le devolvió la mirada al niño; entendiendo que lo mejor era no agrandar el problema. Por su parte, Cristóbal sonrió por unos segundos, pero fue tan disimulado que solo Apolo desde su interior pudo darse cuenta de que lo había hecho. Al parecer el gigante había logrado lo que él quería y era justamente poner nervioso al único representante en esta tienda que por su corta edad desconocía el historial militar del gran general que había organizado esta misión: ¡El niño siempre había sido su objetivo!

—Ah, sí, eso depende...—Contestó Cristóbal enigmáticamente mientras palmeaba la cabeza de la figurita roja con su dedo, como indicándoles a los representantes que dejaran de fingir demencia con lo que acababa de ocurrir y bajaran la mirada para observar esta figurita con más atención.

—¡¿De qué depende?!—Preguntó el niño con impaciencia notándose algo alterado por la falta de confirmación del gigante.

—De qué tan fácil sean conservar esos territorios. Si la teocracia se recuperara de la guerra rápidamente entonces podría tratar de recuperar sus territorios perdidos antes de que nosotros logremos estabilizarlos. La gran realidad es que si no se estabilizan los territorios conquistados, corremos el riesgo de sufrir un levantamiento civil en apoyo al ejército de reconquista mandado por la teocracia. Por lo que bajo esas condiciones sería bastante complicado mantener los territorios influenciados por esta capital—Explicó Cristóbal con mucha calma, esperando que los representantes pudieran entender cada una de sus palabras a la perfección.

—¿De qué depende el hecho de que la teocracia logre o no logre recuperarse rápidamente como para lograr organizar un ejército de reconquista antes de que solucionemos la guerra defensiva?—Preguntó Tea, interesado por las palabras de su tío; todo apuntaba a que esto era lo que lo estaba preocupando.

—Bueno esa respuesta es muy obvia y son los hombres: Para recuperarse un imperio necesita mano de obra, y cuanto más tenga más peligrosa se vuelve la amenaza de una campaña de reconquista. ¿Cómo se recupera a un montón de hombres que fueron asediados por tantos años, Tea?—Preguntó Cristóbal levantando la figurita roja y poniéndola en el medio del pueblo, frente a la vista de todos los presentes.

—Comida, con mucha comida—Respondió Tea mirando la figurita roja en el medio del pueblo con preocupación—¿Entonces planeas quemar los campos de este pueblo?. De esa forma les sería bastante complicado recuperarse a los hombres de la capital, al menos por un tiempo.

—Exacto, el problema es que los campos se recuperan con rapidez, ¿cómo solucionamos el problema de que los granjeros vuelvan a sembrarlos?—Preguntó Cristóbal con una sonrisa.

—¿Sacándole sus herramientas?—Respondió el niño, pero todos los representantes lo miraron inconscientemente como si fuera un idiota por unos segundos. No obstante las miradas ajenas no parecían importarle en absoluto al niño pese a su corta edad, y el mismo estaba más concentrado en tratar de ver cómo podía asegurarse sus objetivos.

—Matándolos...—Dijo el mercenario fríamente—Si matamos a los hombres de este pueblo, quemamos los almacenes con suministros y los campos, entonces al salir del asedio los teócratas se encontrarán con un montón de tierra inútil y tendrán que reconstruir todo. Dado que la teocracia aún está en guerra y no puede disponer de tantos hombres, si limitamos la recuperación de la gente que vive en la capital nos dará tiempo como para estabilizar los nuevos territorios.

—No, no haremos eso. Viven casi 100000 personas en este pueblo, cuando terminemos el asedio será fundamental usar a estas personas para reconstruir y estabilizar a la capital—Negó Isidoro, oponiéndose a la idea planteada, entendiendo que la situación en el imperio en los siguientes años podía ser complicada por la guerra defensiva. Por lo que era necesario ser inteligentes al momento de disponer de tantas personas, con este pueblo asegurado era fácil abastecer de suministros a la capital y con la capital estable era muy fácil evitar que la debilitada teocracia reconquistara estos territorios.

—Pero si fracasamos, entonces...—Trató de decir Cristóbal asentando nuevamente los riesgos de la misión.

—Matamos a los granjeros, está bien, esclavizaremos a la gente de los clanes y las mandaremos a estos campos en un futuro no tan lejano. Si conquistamos la capital, les será imposible a la teocracia tomarla en poco tiempo y con una guerra en marcha no se lanzarán a reconquistarla. En estas condiciones lo mejor es jugar seguro y garantizarnos algunas tierras—Interrumpió el niño casi que dando una orden; no obstante para sorpresa de Isidoro, Cristóbal no se enojó y en su lugar sonrió como un tarado haciendo demasiado obvio que este era el punto a donde quería llegar.

—¿Pero sabes lo difícil que será estabilizar la capital sin estas personas?—Refutó Isidoro, mirando al niño de mala gana como tratando de advertirle que la decisión que había tomado era un error muy grave.

—¿Acaso usted será el noble que se adueñe de la capital o voy a ser yo?, estabilizar la capital será mi problema en el futuro, pero en estos momentos prefiero no correr riesgo alguno y asegurarme si o si unos cuantos territorios en caso de que todo el plan salga mal. Es mejor dormir tranquilo y con tierras, que tener que volver a la capital para ver como mi padre me manda a un pueblucho de cuarta por no haber tomado la decisión que debía tomarse—Respondió el niño decididamente, mostrando una madurez no concorde a su edad.