El todopoderoso tiempo reclamó cinco meses enteros de la vida de Apolo, no obstante, cruelmente nada le había entregado a cambio. Al parecer las advertencias del sastre Lionel no fueron en vano, pues realmente se le estaba haciendo complicado a Apolo encontrar lo que buscaba: la realidad es que el gran problema era justamente algo que Apolo deseaba escuchar en el pasado. Sin embargo, el joven noble nunca dimensionó las consecuencias que ese acontecimiento podría tener sobre sus planes, pues la grata noticia era que los Gururis eran terriblemente baratos y pese a ello esa magnífica noticia se había tornado en una maldición para el joven noble.
Al ser tan baratos, los Gururis eran usados por una amplia gama de personas en la ciudad anillo, como las familias de bajos recursos, comerciantes novatos y artesanos sin muchos recursos, por lo que en realidad era bastante fácil obtener dos Gururis recién nacidos.
Pese a esa noticia aparentemente buena, la verdad es que lo que estaba trabando los planes de Apolo era que al ser tan baratos provocaba que fuera bastante complicado, por no decir imposible, conseguir un Gururi viejo que haya sido empleado por un mago. Al punto que Apolo se había pasado cinco meses enteros especializándose en el mercado de Gururis para poder ampliar sus posibilidades de éxito y aun así todavía no veía resultado alguno.
Con el presupuesto de un mago y teniendo en cuenta que era una única compra para toda tu vida, la norma general era comprar la opción más cara: los Goros, aunque su precio rondaba los 10.000 cristales aún eran comprables por los magos que solo dependían del presupuesto imperial y no tenían ningún logro: dichos magos solo tendrían que ahorrar unos años y trabajar un poco en el ministerio de magia. Pese a ello, si fueras un mago un poco más conservador con los gastos y no tan preocupado por cuidar tu estatus noble, podrías optar por comprar un Gero, cuyo precio eran unos 3500 cristales.
Por otra parte, si fueras un mago y de verdad no quisieras ahorrar o esperar y tenías un presupuesto algo consumido por otros gastos aún podrías obtener alguna de las variantes más antiguas como los Giri que rondaban los 300 cristales. Y por último si eras un mago y a su vez tuvieras el espíritu de una rata miserable viviendo en tu interior, podrías optar por adquirir a los Gururis, cuyo precio rondaba entre 15 a 1 cristales dependiendo su antigüedad.
Esta gama de precios accesibles para todo el mundo provocaba que prácticamente cualquier ciudadano de la ciudad anillo pudiera obtener un Gururi y pese a sus grandes defectos en realidad eran muy usados por las clases bajas. No obstante, un mago era alguien de alto estatus y alta riqueza, por lo que sería mal visto si comprara un Gururi, lo cual arruinaba más aún las probabilidades de Apolo.
Tras estos largos meses de investigación y aprendizaje acerca de este amplio mercado, Apolo se había convertido en el más grande especialista de Gururis en el imperio y no era una exageración. Este «gran» logro se debió en parte porque probablemente Apolo era el único ciudadano del imperio lo suficientemente demente y rico como para lapidar una inmensa fortuna en obtener información acerca de estas criaturas tan baratas como tres pollos.
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De lo que sí no había dudas es que Apolo era el único ciudadano del imperio capaz de tomarse el entendimiento de estas criaturas como un asunto de vida o muerte; ya que tras lo que pasó en el ministerio de magia, adquirir a los Gururis se había convertido en una obsesión para el joven: la mejor manera de ganarse el favor de sus ancestros era cumpliendo sus últimas palabras a rajatabla y en estos momentos Apolo creía que necesitaba sumar muertos de su lado para contrarrestar a todos los que había ofendido.
En total Apolo había consumido más de 4000 cristales solo para obtener información de estas criaturas. Lo cual no era algo precisamente difícil dado que la información sobre estas criaturas era bastante abundante, aunque estos conocimientos de «vital» importancia estaban dispersos y algo perdidos entre las familias pobres de la ciudad anillo. Entre sus adquisiciones se encontraban desde libros secretos que quedaron en desuso con el paso del tiempo, hasta las anécdotas de una anciana que toda la vida tuvo un Gururi como criado. Para Apolo toda la información valía, era útil e importante. Y por suerte las personas que más tenían información sobre estos extraños criados eran las familias de bajos recursos de la ciudad anillo, las cuales eran bastante fáciles de convencer y estaban fascinadas con la idea de que si uno pudiera brindarle algo de información útil a este noble podría obtener cristales gratis a cambio de una entrevista.
Ya de por sí Apolo tenía la fama del mayor chatarrero de la ciudad anillo y ahora parecía estar luchando para convertirse en el gran maestre del mercado de los criados de los pobres. A este punto el nombre del joven noble poco a poco comenzaba a retumbar por los callejones de la ciudad anillo y ya era una figura algo conocida. Al fin y al cabo la vida de los nobles y los pobres estaba dividida por una inmensa muralla, por lo que la leyenda de un noble tan interesado en la vida de los pobres era un rumor con el potencial de dispersarse como la pólvora. Por su parte el joven noble también gastaba cristales para aumentar esta fama y sobre todo el objetivo de su búsqueda: en definitiva cuanta más personas supieran lo que estaba buscando, más probable sería que alguien voluntariamente se acerque a tratar de vendérselo.
En cuanto al día de hoy, Apolo se encontraba dirigiéndose hacia una de las regiones de la ciudad anillo en donde supuestamente se encontraba el mercado de esclavos más importante del imperio. Si bien las criaturas que el joven buscaba no eran consideradas esclavos, aún existía la posibilidad de que se vendieran junto a los esclavos dado que su uso era muy generalizado y según los rumores que le habían llegado a Apolo había algunas tiendas de esclavos que comercializaban con estas criaturas.
Dadas las complicadas distancias en la ciudad anillo, Apolo hace cinco meses no volvía a su mansión, durante estos largos meses el joven noble se la había pasado durmiendo en el carruaje o en hoteles temporales dependiendo la duración de su estadía en la zona. Por suerte el carruaje era bastante grande y ya había preparado otro carruaje para que cargue con los bienes que usaría de vez en cuando.
Apolo estaba cien por ciento seguro de que debía ser el único noble de este imperio dispuesto a sufrir semejante tortura como vivir en un carruaje estando a tan pocos días de su mansión, pero existía un problema por el cual no podía volver y mandar a otros criados a investigar por él.
El motivo era fundamentalmente porque el conocimiento para analizar a un Gururi era bastante complejo para ser explicado, el segundo motivo era porque había demasiada gente buscando engañarlo y ya lo habían engañado varias veces. Por lo tanto, el joven noble tenía que ir personalmente a verificar a cada Gururi que compraba para ver si en realidad era el tan ansiado Gururi que le había pertenecido a un mago o solo se trataba de otra estafa de algún malnacido.