Pasó algo más de una hora y finalmente Apolo pudo salir de la tienda vistiendo una toga bastante expuesta completamente negra, con unas sandalias también negras bastante sosas. Por su parte en el pecho del joven podía observarse, una pluma no muy grande de color marrón de algún ave exótica que el joven desconocía, junto a una insignia de oro en la cual se hallaba tallado un hombre agarrando su cintura, extendiendo su otra palma al cielo: ¡La vestimenta de mago estaba completa!
El trabajo como tal fue bastante rápido gracias a la exótica habilidad de Lionel que le permitía trabajar con varios instrumentos a la vez mientras los mismos volaban por toda la habitación, realmente Apolo había quedado asombrado con el grado de coordinación que demostraba el sastre para manejar tantas cosas a la vez con su peculiar habilidad.
Tras salir, Apolo se sintió un poco incómodo, esta ropa era un poco reveladora para su gusto más hermético y apretado, la mitad superior de su cuerpo podía verse por lo que el joven andaba mostrando uno de sus pechos, mientras que la otra mitad estaba tapada por la tela negra de la toga. Por otra parte, al joven no le eran muy cómodas las sandalias y sabía perfectamente que si tenía que ponerse a correr con esta ropa le sería más que complicado. Y mejor no hablemos de sí por casualidad necesitaba pelear, realmente Apolo no podría esquivar nada sin temer enredarse en su propia ropa. Sin embargo, estos eran los sacrificios necesarios para estar a la moda de antaño, por lo cual Apolo acató los problemas y trató de acostumbrarse, el lado positivo es que la toga al menos lucía bonita y estéticamente le quedaba perfecto.
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Apolo caminó por las calles mientras la gente lo miraba con curiosidad, ahora no solo era un gigante, sino que estaba vistiendo con ropas antiguas lo cual lo hacía aún más místico. Por lo cual las miradas curiosas empezaron a notarse hasta desde la calle contraria, al sentirse tan observado Apolo sintió la imperiosa necesidad de correr en busca del carruaje. Pese a ello, el joven noble se recordó a sí mismo que estas prendas le costaron 250 cristales y fácilmente podría terminar rompiéndolas si corría sin estar acostumbrado a las mismas, por lo que Apolo retuvo su impulso de idiotez y fue caminando por la calle hasta encontrar su carruaje anormalmente grande.
—Le quedan bastante bien sus nuevas prendas—Halagó Mateo de forma automática, pero para su sorpresa realmente le quedaban bien las ropas: si tenías el cuerpo de Apolo lo que mejor te quedaba era casi no usar ropa.
—Gracias, dirígete al barrio de criadores de bestias—Comentó Apolo con preocupación, ahora que ya no estaba tan al tanto de las miradas ajenas recordaba que un problema bastante serio había surgido con las criaturas que tanto anhelaba.
—Podríamos probar suerte en una de las tiendas de las calles principales, estamos bastante cerca, sería un desperdicio no intentarlo—Respondió Mateo, sacando el libro rojo con todas las direcciones importantes de la ciudad anillo para utilizarlo como ayuda memoria.
—Si está cerca, mejor ir a esa tienda—Dijo Apolo bastante satisfecho con el consejo—En el peor de los casos podemos reafirmar todo lo que me contaron.
—Lo noto preocupado, ¿acaso le dijeron algo preocupante?—Preguntó Mateo
—Esperemos que no sea nada…—Respondió Apolo en voz baja entrando al carruaje con algo de esfuerzo; todavía no tan acostumbrado a este tipo de ropa suelta.