Con la lentitud de una tortuga, Apolo fue manejando el carruaje con la ayuda de Mateo, mientras Orrin había colocado su carruaje estratégicamente al frente, evitando así las imprevistas frenadas provocadas por la inexperiencia de Apolo. Por otra parte, los caballos del carruaje de Mateo habían viajado mucho tiempo siguiendo el carruaje de Orrin, por lo que los animales comenzarían a notar las órdenes sin sentido y decidirían simplemente ignorar a Apolo, para en su lugar seguir lo que hacía el carruaje negro al frente suyo.
Lo curioso de este efecto provocado por la inteligencia de los caballos es que Apolo comenzó a incrementar su confianza acerca de sus capacidades de manejo a medida que notaba que los caballos hacían «lo que pedía»: seguir el carruaje negro hacia el ministerio de magia.
—Ciertamente, ¡Nací con el don del conocimiento!—Exclamó Apolo orgulloso mientras miraba cómo los caballos doblaban en una esquina y no se chocaban con el árbol de enfrente.
—No hay dudas de eso: ¡Maneja el carruaje como todo un profesional, mi señor!—Halagó oportunamente Mateo, notando que apolo había indicado la señal de aumentar la velocidad con un árbol enfrente de los caballos.
—No entiendo cómo es que los nobles ven esto como algo indigno, hasta está empezando a gustarme—Comentó Apolo con una sonrisa, sintiendo la fresca briza del aire chocando contra su rostro.
—Todos obedecemos a alguien y muchos nobles que se creen libres en realidad se encierran en sus propios prejuicios para evitar la opinión de los demás—Comentó Mateo disfrutando tener alguien con quien hablar durante el viaje
—Solo un idiota viviría pensando en la opinión de los demás—Respondió Apolo mientras disfrutaba el aroma de los árboles exóticos plantados alrededor de las calles azuladas.
—Los idiotas sobran por desgracia, solo reflexiona en la cantidad de idioteces que hacen algunos comerciantes todos los días únicamente para caerle mejor a una persona que a lo mucho verá una vez en sus vidas, si usaran toda esa energía en buscar mejores bienes de seguro harían más dinero.
—Sí, no sabes cómo odie mi fiesta de despedida, tendría que haberme ido sin avisarle a nadie: todos parecían ignorarme y eso que el protagonista de esa fiesta supuestamente era yo. Si bien odio que me pongan en el centro de atención, lo cierto es que para mi fiesta de despedida estaba esperando ser "la persona importante de la casa". Sin embargo, a nadie de la familia le importo, salvo a mis hermanos, debería haberlos invitado a mi cuarto a tomar algo, que lástima que desperdicie toda mi energía en esa fiesta…—Comentó Apolo con enojo mientras conducía, aunque ver las colas de los caballos moviéndose con felicidad, hacía que el joven no pudiera mantenerse mucho tiempo enojado.
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—Su abuelo también lo aprecia, si no no hubiera organizado semejante recibimiento y lo hubiera mantenido en secreto, ni siquiera mi padre sabía que nos recibirían tocando la marcha de su familia —Respondió Mateo con una sonrisa amarga, recordando lo nervioso que había estado ayer. Pero ahora que estaba con la mente relajada, podía entender que también había sido un gran honor para él.
—Dudo que el abuelo me quiera, solo me mima porque le recuerdo a mi padre, ese recibimiento al igual que mi fiesta de despedida solo fue una gran pérdida de …—Respondió Apolo sin dudarlo. Sin embargo, no pudo terminar la frase para bajar la mirada y mirar con disgusto el anillo de bronce en su mano, mientras murmuraba reflexivamente —… Una gran pérdida de tiempo.
—¿Pasa algo, señor? —Preguntó Mateo al notar el cambio brusco en la voz de Apolo, pero el joven señor solo miraba el anillo de bronce en su mano: más inmerso en su mundo que en el viaje del camino.
—"Mis errores fueron tiempo"… Tiempo perdido… Tiempo que no voy a poder recuperar y más importante aún: ¡Tiempo que me fue robado! —Comentó Apolo con enojo mientras se sacaba el anillo de bronce de su dedo y lo colocaba en su mano.
—Pero de los errores se aprende…—Comentó Mateo sin darle mucha importancia al berrinche divagatorio de Apolo.
—¿Eh? ¿Qué dijiste? —Pregunto Apolo sacando la vista del anillo para mirar a Mateo con dudas.
—¿Nunca escucho la frase: «Errores de hoy, ¿caminos del mañana?»?—Respondió Mateo con una sonrisa mientras miraba el carruaje de adelante.
—No, ¿qué significa?, ¿dónde la escuchaste?
—Que tus errores de hoy, pueden convertirse en tu camino hacia el futuro o bien serán un gran fracaso en tu vida. La escuché de un cantinero, no recuerdo su nombre.
— ¿El cantinero también te dijo cómo evitar que tus errores se conviertan en una pérdida de tiempo? — Preguntó Apolo mostrando bastante interés en escuchar la respuesta.
—Es una muy buena pregunta, por desgracia no se la hice, pero supongo que es aprendiendo de los errores para no volver a cometerlos, como dice el famoso refrán «No dejes que la rueda se trabe dos veces en el mismo poso» —Respondió Mateo reflexivamente mientras se frotaba la pera con su mano
—Un camino donde tú ya sepas los errores, sería un camino sin pérdidas de tiempo…— Reflexionó Apolo volviendo a mirar al anillo de su mano con disgusto
—No solo eso, sino que sería más rápido, ya que si sabes dónde no hay posos, entonces puedes ir más rápido por esa zona—Dijo Mateo siguiendo su lógica como conductor de un carruaje.
—"Le robarías al tiempo"…— Murmuró Apolo sintiendo un escalofrío por la espalda, como si el primer consejo que le había dado su ancestro fuera subiendo como un hielo frío por su columna vertebral hacia su cabeza: logrando comprender finalmente las últimas palabras de su ancestro.