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E138-Perfecto

—Perfecto, se escapó Isis, ¿y ahora qué hacemos?—Preguntó Tea de mala gana, viendo como la puerta dibujada en el árbol se mantenía cerrada.

—Vuelve a llamar a tu mascotita: no me voy de este bosque sin mi hacha. Así que busca una casa a donde vivir en el pueblo cercano o ayúdame a encontrar mi hacha—Respondió el gigante de inmediato.

*Tock, Tock* Con una mueca de incomodidad en la cara, Tea comenzó a golpear el árbol, maldiciendo en su mente la mala suerte que tuvo al ser seleccionado para realizar su primera misión lejos del castillo junto al borracho de su tío; sin embargo, no tenía alternativa y dada la orden, debía cumplirla.

—¡No quiero salir!—Gritó la niña del otro lado aún enojada con la amenaza.

—Pero mi tío realmente quemará el bosque si no sales…—Persuadió Tea, apuntando con su mano a un árbol cercano. Acto seguido una bola de fuego de casi un metro comenzó a formarse delante de la mano del pelirrojo. Mientras esto ocurría Apolo miró el tamaño de la bola de fuego con incredulidad, este joven tenía casi su edad, pero el dominio de este hechizo estaba completamente a otro nivel si lo comparaba con el suyo. Sin previo aviso la inmensa bola de fuego salió disparada provocando que los árboles que estaban en su camino se partieran a la mitad. Inmediatamente los restos chamuscados de los árboles desafortunados comenzaron a extender las llamas a los árboles cercanos provocando un leve incendio.

—¡Mierda, vas a alterar a todos los habitantes del pueblo, imbécil!—Exclamó el gigante de mala gana mirando como el fuego comenzaba a extenderse rápidamente. No obstante, sus acciones contradijeron sus palabras, ya que el gigante no hizo absolutamente nada para evitar que el fuego siguiera propagándose por el bosque, y en su lugar esperó a que la criatura escondida saliera del árbol donde se ocultaba.

—Siento a los árboles llorando: ¡¿Qué diablos hiciste, Tea?!—Dijo la niña mientras salía de su escondite con apuro, mostrando en su expresión que realmente estaba preocupada por lo que acababa de pasar. Al salir, Isis ignoró al adolescente de pelo rojo y al gigante que la miraban con una sonrisa idiota en el rostro, y observó con horror como el incendio en el bosque se estaba yendo de las manos y cada vez más árboles caían bajo la maldición de las llamas—No...

—Sí, claro que sí. ¿Dónde está mi hacha, mascotita?—Preguntó el gigante con una sonrisa sádica en el rostro, ignorando completamente el desastre que acababa de provocar su sobrino.

—¡¿Cómo pudiste hacer esto, Tea?!, ¡me juraste que siempre protegerías el bosque!, ¿Por qué ahora traicionas tus palabras?—Gritó la niña mientras descendía lentamente al piso a medida que más lágrimas salían de sus ojos, parecía que cuanto más lloraba la criatura menos capacidad de volar tenía. Hasta que finalmente Isis tocó el suelo y rompió en lágrimas desgarradoramente.

—Jure proteger el bosque negro y solo ese bosque. No estamos en el bosque negro, estamos en un territorio enemigo, por tanto, no estoy incumpliendo mi contrato—Respondió Tea fríamente.

—No, estamos en territorio neutral o gris, el cual está influenciado por el castillo que estamos asediando hace cinco años: ¡Habla con propiedad, mocoso!, ¿mi hermano te educó para el culo o te distrajiste de tus lecciones aprendiendo magia barata?—Dijo el gigante embocándole una cachetada a Tea en la nuca haciendo que su cuello se pusiera rojo. Aunque parezca ridículo el gigante Cristóbal estaba más enojado por la falta de vocabulario de su sobrino, que por el incendio cada vez más fuera de control que el pelirrojo había provocado.

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Teo se tomó la nuca con dolor, pero se abstuvo de decir una sola queja frente al regaño de su tío. En su lugar el adolescente se agachó, tomó a la niña en miniatura llorando en el piso y la puso en la palma de sus manos para llevarla frente a sus ojos, mientras consolaba:

—Vamos, Isis, necesitamos el hacha así podemos volver a casa rápidamente, a mí tampoco me gusta esta misión, pero no tengo otra opción: Es esto o el exilio.

—Por el momento no te gusta, después te gustará: La guerra es más divertida cuando hay enemigos y algo por lo cual luchar...—Murmuró Cristóbal preocupadamente, no tan contento de ver y escuchar la expresión y el tono de voz fatigado de su sobrino cuando dijo esas palabras.

No obstante la niña siguió llorando ignorando el manipulador consuelo del joven pelirrojo, al parecer Isis no tenía ganas de hablar y solo miraba con desesperación como cada vez más árboles en el bosque comenzaban a prenderse fuego.

—¿Quieres que apague el incendio, mascotita?—Preguntó el gigante con un tono más calmado que el de costumbre, apuntando con su mano a los árboles prendiéndose fuego en las cercanías.

Limpiándose las lágrimas en los ojos con sus manitas, la niña asintió la cabeza, como indicándole al gigante que por favor lo hiciera.

—Entonces dime dónde está mi hacha y lo haré. Sin mi hacha no puedo apagar el fuego, así que me temo que tendrán que morir muchos árboles hasta que el incendio se apague por su cuenta—Agregó lentamente Cristóbal mientras sonreía falsamente a la pequeña criatura.

Sin contestar la niña saltó de las manos de Tea para tratar de indicar la dirección. Pese a que esas eran sus intenciones, Isis cayó en picada, provocando que Tea se tirara al suelo para atrapar a la niña justo antes de que se estrellara contra la tierra. Acto seguido, el pelirrojo se levantó y desganadamente comentó:

—No puedes volar si estás triste, Isis. Apunta con tus manos a la dirección que te dicen los árboles y mi tío salvará a tus amiguitos.

La niña apuntó con su manito a una dirección entre el medio de las llamas, provocando que el gigante saliera corriendo hacia ese lugar sin importarle el fuego. Mientras eso ocurría, Apolo salió del cuerpo del gigante Cristóbal, para mirar qué es lo que haría a continuación su descendiente que probablemente estaría más en peligro si el incendio se iba de las manos, es decir Tea.

Rápidamente Apolo corrió y se metió en el cuerpo de Tea, evitando perderse alguna conversación que el pelirrojo pudiera tener con la niña en miniatura.

—Vuelve a entrar a tu escondite y sal de este peligroso bosque—Insistió Tea mientras llevaba a la niña al agujero sin aparente fondo en el medio del árbol; todavía el incendio no había venido para esta zona, pero no tardaría en llegar y el pelirrojo quería asegurarse de que la criatura escapara de las llamas.

—¡Pero los árboles están llorando, hay que protegerlos!—Chilló Isis mientras era empujada por el joven pelirrojo a entrar adentro del escondite.

—De eso se encargará mi tío, tú ve yéndote y confía en que todo andará bien...—Respondió Tea cerrando la puerta, inmediatamente el joven salió corriendo y se escondió entre unos arbustos cercanos para observar la puerta de madera; parecería que el pelirrojo quería observar si realmente la niña se marchaba o no. Por unos cuantos minutos, Apolo observó aburridamente como su descendiente se quedaba mirando el árbol donde se había escondido la criatura; al parecer Tea era lo suficientemente paciente o poco cuerdo como para que no le importara demasiado que el bosque siguiera prendiéndose fuego a su alrededor.

El joven miró pacientemente hasta que la puerta de madera en la corteza del árbol desapareció. Fue entonces cuando el pelirrojo finalmente dejó de preocuparse por la criatura, y se dirigió corriendo hacia la dirección donde se había ido su tío, adentrándose entre las llamas y poniendo nervioso a Apolo; el cual preocupadamente pensaba desde el interior de Tea que esta era su primera aventura como un ancestro y no quería que su descendiente muriera de forma tan idiota por su falta de cuidado.