Apolo salió de la oficina del ministro de magia con una sonrisa de oreja a oreja; el joven no solo acababa de convertirse en mago, sino que estaba a punto de recibir una gran cantidad de dinero caída del cielo por lo cual estaba más feliz que nunca.
Al salir de la oficina, Apolo se percató de que había una larga fila de personas queriendo entrar a la oficina: fácilmente podían verse 60 personas por lo que todo parecía indicar que casi todos los aspirantes a magos estaban siendo aprobados por el mago Hefesto en la instancia oral. Adelante de toda la fila se encontraba el niño pelirrojo discutiendo con el hombre gordo y sudoroso que había abrazado a Apolo hace un tiempo.
—¡Pero miren quien salió! —Gritó el hombre gordo; Ignorando como el niño pelirrojo astutamente salía corriendo a golpear la puerta de la oficina del ministro de magia tratando de que no le robaran su puesto en la cola esta vez—Nuestro Héroe: ¡El mago más astuto y sabio de todos!, ¡El único mago que se preocupó por los plebeyos y los abusados en este cruel sistema!
*Plaf, Plaf, Plaf* Estrepitosos aplausos comenzaron a resonar por toda la fila y los pasillos del castillo se volvieron más vivos que nunca. No pasó mucho para que algún hombre lleno de gracia se olvidará completamente sus modales y comenzara a gritar con todo su pulmón el contenido de su corazón lleno de júbilo. Poco a poco todos se contagiaron de la alegría del momento y comenzaron a festejar estrepitosamente el éxito que habían obtenido.
Sin aguantarse las ganas y lleno de lágrimas de felicidad empapando su rostro, el hombre gordo corrió hacia Apolo con desesperación: como si lo que tuviera enfrente no fuera solo un noble desnutrido, sino al mismísimo héroe que había vuelto a su hogar triunfante de una larga y amarga guerra. Sin preguntar, el hombre gordo procedió a levantar a Apolo por los aires provocando que algunos aspirantes a magos se sumarán a su festejo enloquecido.
Esta noche la cordura y la etiqueta habían sido completamente olvidadas en el castillo, únicamente se encontraban un grupo de hombres y jóvenes ciegos por el éxito. Eran humanos perdidos en la oscuridad de un sistema cruel y sin corazón que finalmente habían encontrado las palabras de iluminación en el momento correcto y en el lugar oportuno, y en la mente de estos seres humanos llenos de júbilo solo había espacio para dar alabanzas al joven que había cambiado sus vidas para siempre.
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Por su parte el gran protagonista de esta historia miraba la escena que estaba transcurriendo delante de sus ojos con extrañeza: completamente ajeno a que realmente él había cambiado la vida de estas personas para siempre. Sin embargo, Apolo estaba completamente congelado por la escena que jamás en toda su vida había creído que podía sucederle a él. Si bien no entendía el motivo de porque estos hombres estaban tan contentos, lo que sí comprendía el joven era como su corazón finalmente sintió lo mismo que los héroes de su familia habían sentido tras regresar victoriosos al castillo. Sin saberlo hasta ahora, el joven noble pudo sentir en su corazón de inmediato que estas eran las miradas que quería recibir. Eran estos aplausos avasallantes que nunca había escuchado, los que su alma desconocía, pero a su vez necesitaba. Eran estos gritos llenos de júbilos y exclamaciones completamente exageradas, las que estaban provocando que Apolo sonriera como un tarado mientras miraba cada rincón del largo pasillo del castillo cada vez que era lanzado por los cielos: como no queriendo que nada de este momento fuera olvidado nunca de su memoria.
Y lo más curioso de todo es que por más que el joven pensara una idea alocada seguía sin entender por qué estas personas estaban tan contentas con él, sin embargo, su corazón solitario se estaba sintiendo más vivo que nunca en estos momentos.
En la mente de Apolo esto tal vez fue por haber logrado viajar 6 largos meses en un carruaje, tal vez era por haber logrado convertirse en un mago o tal vez era simplemente por haber seguido el consejo de su ancestro y haber estado actuando como lo hacían los plebeyos durante todo el día.
Lo cierto es que todo eso poco le importaba al joven, ya que lo único que estaba resonando en la mareada mente de Apolo luego de ser levantado por los aires tantas veces eran las palabras de sus ancestros: «tú serás lo que tú nunca pensaste que podías ser» y así había sido, Apolo se había convertido en un héroe, finalmente él se había convertido en el gran protagonista de su propia «fiesta».