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E106-La trampilla

Iluminando con la pequeña llama que emanaba la punta de su dedo, Apolo caminó hacia la dirección en donde había escuchado a las mujeres discutiendo. No pasó mucho tiempo para que el joven pudiera ver en la distancia un pequeño campamento iluminado con una fogata, aunque el fuego de la fogata era muy débil y estaba siendo tapado por algunas cajas, por lo que Apolo solo pudo distinguir la débil luz que era emitida por el fuego siendo reflejada en las paredes de la cueva. Sin embargo, para su sorpresa, Apolo no logró ver a Helena o a su maestra por ningún lado, provocando que el joven se alterara y corriera hacia el campamento.

Al llegar, lo primero que notó el joven es que el fuego en la fogata estaba por apagarse y nadie se había preocupado por agregarle más troncos, por lo que parecía que no había nadie en este campamento hace un buen rato. El campamento como tal solo tenía una fogata, dos bolsas de dormir improvisadas con mantas y unas cuantas cajas de suministro. Las bolsas de dormir por algún motivo habían sido olvidadas atrás junto a las cajas de suministro que podían verse dispersas por el lugar, haciéndole preguntar al niño cómo es que alguien había logrado transportar todas estas cosas hasta este lugar o por qué las había abandonado despreocupadamente en este sitio.

En busca de respuestas Apolo se giró para preguntarle a su hermano, pero al instante el joven se dio cuenta de que Homero había desaparecido dejándolo completamente solo en el medio de un campamento enemigo. Apolo estaba tan preocupado por encontrar a Helena que se había olvidado de su hermano menor y ahora lo había perdido en el medio de la cueva.

—¡Homero!—Gritó Apolo con fuerza, tratando de que su hermano escuchara su voz

—Estoy acá…—Respondió inmediatamente Homero dejándose de esconder entre la oscuridad de la cueva, mientras iluminaba su cuerpo con una bola de fuego que giraba arriba de su cabeza.

—¡Porque mierda me asustas así, pedazo de idiota!, ¡casi me muero del susto, pensaba que te habían agarrado!—Se quejó Apolo.

—¡Pero manga de infeliz, cómo se te ocurre acercarte al campamento enemigo de semejante manera!. Era más que lógico que lo más inteligente en esta situación era quedarse oculto en las sombras esperando a ver si alguien escondido entre las sábanas saltaba a atacarte—Explicó Homero haciendo que la bola de fuego arriba de su cabeza creciera y disminuyera siguiendo el enojo expresado en sus palabras.

—Mmmm… fue una buena idea…—Respondió Apolo con la cara roja, bastante avergonzado de que su hermano menor le haya terminado enseñando una lección.

—¿Dónde está Helena y la mujer?—Preguntó Homero, acercándose lentamente al campamento.

—No están por ningún lado: ¡Es como si hubieran desaparecido!—Respondió Apolo levantando las sábanas violentamente con enojo.

—¿Cómo es que van a desaparecer?, claramente se fueron por algún lugar, busca mejor debe haber alguna clase de pasadillo secreto—Objetó Homero mientras se acercaba a las cajas del campamento y se ponía a correrlas en busca de encontrar algo oculto debajo de ellas.

Apolo siguió la idea de su hermano y comenzó a buscar algún pasadillo entre las cajas de suministros dispersas por el sitio, hasta que finalmente corrió la caja correcta mostrando una trampilla de metal debajo de la misma.

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—¡Encontré el pasadillo oculto!—Exclamó Apolo, tratando de abrir la trampilla, pero dándose cuenta de inmediato de que la misma parecía estar cerrada con llave.

—¿Qué pasa?—Preguntó Homero con una mueca en el rostro, al ver que Apolo no estaba pudiendo abrir la trampilla.

—No se abre, intento romperla, pero no logro sacar la trampilla—Gritó Apolo haciendo fuerza para tratar de romper la trampilla de metal.

—¡Espera, deja de forzarla o romperás la cerradura y no habrá forma de abrirla!—Chilló Homero con desesperación con una voz bastante distorsionada, haciendo que Apolo lo mirara con extrañeza—Ejem, debe haber una llave de repuesto por algún lugar de este campamento, o sino la mujer que se llevó a Helena podría perder la llave original y correría el riesgo de no volver a entrar al pasadillo.

—¿Dónde crees que pudo haber escondido la llave de repuesto?, llevamos un buen rato buscando esta trampilla: ¡Si seguimos perdiendo el tiempo, se escaparán!—Dijo Apolo con apuro.

—No te impacientes tanto, ya sabemos por donde fueron, en el peor de los casos le diremos al abuelo por donde escaparon y él se encargará de todo—Dijo Homero despreocupadamente, tratando de calmar a Apolo y evitar que el niño siguiera tratando de romper la trampilla.

—Supongo…—Reflexionó Apolo no tan convencido con la idea de dejarlas escapar—Pero ya estuvimos buscando un buen rato en el campamento para encontrar esta trampilla y no encontramos llave alguna mientras movíamos las cajas.

—Piensa como Helena o su maestra, ¿dónde esconderías la llave secreta?—Preguntó Homero mirando la habitación en busca de algún buen escondite.

—¡Entre las sábanas!, de seguro hay algún bolsillo oculto—Dijo Apolo corriendo hacia las sábanas, poniéndose a toquetearlas para tratar de sentir algo que no sea tela escondido en la costura.

Al notar que Apolo se había alejado de la trampilla de metal, Homero rápidamente se acercó a la trampilla y puso la mano arriba de ella, deslizando su dedo hacia el interior de la cerradura como si fuera una llave: inmediatamente los bordes de la trampilla se iluminaron de repente con una luz azulada por unos pocos segundos, para luego volver a la normalidad. Tras ver el destello, una sonrisa bastante amplia se formó en el rostro enmascarado de Homero y sin perder el tiempo, el niño procedió a levantar la trampilla de metal y la misma se abrió con normalidad.

—¡Encontré la llave, Apolo! Estaba en uno de los bordes de la trampilla, si hubieras sido más paciente y revisaras mejor el lugar, la hubieras visto—Regañó Homero.

Tras escuchar el regaño de su hermano menor, Apolo corrió hacia la trampilla para observar qué había detrás de la misma y descubrir que se trataba de una escalera que aparentemente conducía hacia el centro de la tierra, puesto que el fondo del pasadillo no podía verse. Con una llama en su dedo, Apolo apuntó su mano hacia el interior de la trampilla y disparó la llama en su dedo.

*Piuu* Al salir disparada, la llama se transformó en una flecha del tamaño de una aguja de alfiler, e iluminó por unos cuantos segundos sin parecer tocar el fondo hasta convertirse en un puntito demasiado pequeño para poder observarse.

—¡No tiene sentido!, ¿cómo mierda alguien cavó semejante agujero en el suelo?—Exclamó Apolo percatándose de que las paredes del agujero eran demasiado lisas como para que alguien haya cavado esto con un pico.

—Te olvidaste que la mujer dijo algo acerca de los magos y parecía ser una maga: el poso lo debió haber creado la maga usando magia muy compleja—Contestó Homero con apuro y algo de nerviosismo.

—¿Hay magos con hechizos tan fuertes en este mundo?, este túnel no parece tener fin—Cuestionó Apolo aún aturdido.

—Recuerdas las historias que nos contaba el abuelo sobre los poderosos magos de antaño, tal vez la maestra de Helena fuera la única que queda viva, o tal vez utilizó una herramienta mágica: es solo un agujero—Respondió Homero con preocupación, temeroso de que Apolo sobrepensara el asunto—¿Crees que deberíamos llamar al abuelo en busca de refuerzos, o perseguirlas y evitar que se escapen del castigo que se merecen?

—Bajemos, en el peor de los casos escapamos y pedimos refuerzos—Respondió Apolo mirando la escalera con curiosidad, el joven realmente quería saber qué secreto se encontraba al final de este profundo agujero.