La puerta principal de la mansión fue abierta por Apolo de par en par, mostrando una larga hilera de carruajes haciendo cola desde el camino de losas azuladas que se extendía desde la entrada de la estancia hasta las puertas de la mansión. El camino azulado estaba decorado con una gran cantidad de árboles increíblemente coloridos y antiguos a sus alrededores; sin embargo, la belleza de los árboles quedaba opacada con lo descuidado que estaba el patio de la estancia, en donde los yuyos habían invadido el terreno y llegaban hasta la rodilla, ya que por el momento el presupuesto de Apolo no era tan grande para preocuparse del estado del patio de la estancia.
Por su parte, al llegar a las puertas de la mansión uno podía divisar un gran árbol de corteza amarilla y hojas azules el cual estaba colocado justo en la entrada de la mansión creando una gran rotonda. Dicho árbol era idéntico al que había sido usado para condenar a los aspirantes a mago en el ministerio de magia y como todos los árboles de la estancia ya era bastante antiguo.
—Por mis ancestros, mira toda esa hilera de carruajes: ¡Qué hermosura!—Exclamó Apolo con éxtasis tomándose la cabeza de la felicidad al ver tantos carruajes—¡Estos chicos volvieron a hacerlo!
—¡No!, ¡No podemos aceptarlos!—Gritó Orrin insistiendo con su idea.
—¡Pero cómo no los aceptaría!, sería maleducado de nuestra parte mandarlos de regreso a casa luego de hacer tanto esfuerzo—Respondió Apolo con seriedad.
—Mi señor, ¡Le ruego que verifique el contenido de los carruajes!—Gritó Orrin no dando marcha atrás con su idea, en su mente era una locura aceptar la propuesta que estos «comerciantes» le habían hecho.
Apolo notó el estado alterado de su mayordomo, con lo que con preocupación se acercó al primer carruaje de la fila y miró a su conductor, preguntando:
—¿Muchacho, cuantos cristales estás pidiendo por estos bienes?
Apolo observó el carruaje y notó que estaban tapados con sábanas, pero eso era usual, era parte del pacto que había arreglado con los guardias: todos los bienes entraban siempre tapados y ocultos de los ojos curiosos. Lo que estaba llamando la atención de Apolo es que por lo abultado de las sábanas en los carruajes, el joven se dio cuenta de que casi todos los carruajes estaban hasta rebosar de bienes lo cual no era muy común de ver.
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—Le dimos al mayordomo la carta con la oferta, nosotros somos simples conductores, noble señor—Explicó el conductor haciendo un saludo protocolar desde el carruaje.
—¡Esto no me gusta cómo huele, Orrin!—Chilló Apolo con voz más aguda que de costumbre; viendo el saludo excelentemente bien hecho por parte del conductor y la mención de una oferta por escrito, en general la gente con la que comerciaba no tenía ni idea de protocolos y el hecho de que este comerciante los tuviera era una mala señal: ¡Estos bienes podían ser demasiados costosos!
—Gracias a mis ancestros que despertó…—Murmuró Orrin con una sonrisa, mirando la cara de preocupación del joven noble—Tenemos que mandarlos de regreso: ¡Es una ofensa la oferta que nos hicieron!
—Veremos…—Murmuró Apolo mirando a los conductores en los carruajes amenazantemente—¿Dónde está la oferta?
—¡Aquí tiene, mi señor! Solo de la orden y los mandaré de regreso—Respondió Orrin sacando de uno de sus bolsillos un pergamino enrollado, entregándolo a Apolo
Apolo tomó el pergamino enrollado y mirando por última vez con dolor a la gran hilera de carruajes aparentemente llenos de muebles, procedió a desenrollar el carruaje y leer su contenido:
> "Querido Mago, Apolo de los bosques negros:
>
> Me he enterado de su incansable pericia de acumular bienes variados para desarrollar su investigación mágica. Según me informaron los comerciantes de los interiores de la ciudad anillo, al parecer cualquier objeto puede serle útil siempre que esté en condiciones aceptables, indiferente de su procedencia o antigüedad.
>
> Es por eso que me atrevo a hacerle la siguiente propuesta: Si usted acepta la totalidad del contenido enviado en los carruajes le daremos un total de 1000 cristales mágicos. Al aceptarlo usted tendrá que hacerse cargo de disponer del contenido de los mismos a su criterio, espero que estos bienes ayuden en su investigación mágica y de paso le ruego que entienda que aceptar estos bienes es hacerle un gran favor al imperio: el conductor del carruaje podrá darle más información al respecto y le dará el pago.
>
> Att, Ministro de asuntos urbanos, Macario de minas profundas"