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E24-La Capital imperial

La puerta de la capital comenzó a cerrarse nuevamente a medida que Apolo se dirigía a su destino y la gente que se había quedado a ver la recepción se dispersaba. Ahora mismo era algo tarde, por lo que Apolo pretendía pasar la noche en el carruaje para mañana por la mañana ir al ministerio de magia con el objetivo de convertirse en un mago del imperio.

El hecho de que Apolo tuviera que dormir en el carruaje se debía a que su familia, manteniendo su política aislacionista, no poseía ninguna mansión en la capital o en cualquier otra ciudad importante; sin embargo, una vez que se convirtiera en un mago para el imperio, el mismo le otorgaría una vivienda, por lo que el joven no estaba demasiado preocupado por el asunto. Por lo demás, Apolo podría alojarse en la casa de alguna familia noble, amiga de su familia, pero el joven no tenía ganas de realizar todos los saludos que tendría que dar si hacía eso.

Mientras Mateo buscaba un buen lugar para estacionar el carruaje sin llamar demasiado la atención, Apolo se encontraba curioseando por la ventana viendo como era la capital. Por lo que el joven podía ver, la capital no estaba tan «viva» como la ciudad anillo. En general había pocos carruajes transitando y la gente no solía caminar por las calles o sus al rededores. Rápidamente, Apolo se percató de que no había locales por ningún lado y que en su lugar los alrededores de las calles azuladas eran ocupadas por viviendas.

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Las viviendas como tal no estaban pegadas unas a lado de las otras, como en la ciudad anillo, sino que cada casa tenía una considerable porción de tierra verde que las separaba entre sí. Prácticamente, todas las casas eran mansiones de varios pisos, aunque de vez en cuando Apolo podía divisar algunas estructuras no tan usuales de ver en los pueblos comunes, como mansiones que se parecían a castillos o torreones altos que aparentaban más el aspecto de una fortaleza que al de una casa tradicional.

Las decoraciones de cada mansión eran únicas e irrepetibles, aunque todas tenían una similitud y esa era la gran cantidad de empeño que le ponían a sus jardines. Los jardines estaban llenos de flores exóticas y mucha gente se podía ver trabajando en ellos, algunos jardines contaban con animales coloridos que Apolo nunca había visto en su vida e incluso el joven noble pudo divisar una mansión que era rodeada por un lago turquesa que de alguna manera había sido construido para decorar esa mansión.

Tras un recorrido no muy largo, Orrin encontró una calle que parecía lo suficientemente poco transcurrida como para estacionar los carruajes y esperar a que el día terminara con normalidad. Apolo, por su parte, ya se encontraba tratando de conciliar el sueño para estos momentos, sin embargo, los nervios y ansias del joven parecían ser demasiado grandes para dormir, por lo que incansablemente volvía a abrir los ojos para leer el documento escrito por uno de sus ancestros: el muchacho sabía que mañana sería el gran día, mañana Apolo tendría que hacer todo lo que dice este documento a la perfección para así obtener la seguridad que tanto ansiaba.