Sin darse cuenta mientras dormía en el cómodo carruaje, Apolo había iniciado su largo viaje a la capital. El viaje como tal duraba 6 meses enteros y la caravana debía ir cruzando una gran cantidad de pueblos y ciudades para finalmente llegar a su ansiado destino.
Cada uno de esos pueblos podía o no estar controlados directamente por una familia noble y en caso de que lo estuviera, Apolo, siguiendo las instrucciones de su hermano menor, se bajaría a saludar a los respectivos señores.
Según la clasificación del imperio, los títulos de las familias nobles se dividían en los siguientes grados: baronía, condado y ducado. Una baronía era dirigida por un barón, el cual era el rey de una ciudad, pueblo o castillo. Por su parte, un condado era dirigido por un conde, el cual era rey de múltiples barones, ciudades, pueblos y castillos. Por último, un ducado era dirigido por un solo duque, el cual era rey de varios condes, ciudades, pueblos y castillos. Si bien todos eran reyes de sus respectivos reinos, para el imperio eran solo familias nobles, dado que el que dirigía el imperio era el emperador, el cual también era llamado el rey de todos los reyes.
No obstante, esta clasificación solo servía para las familias nobles principales, es decir, aquellas que eran reyes de sus territorios, por tanto, juraban obediencia única y exclusivamente al emperador. Como es lógico, también existían las familias nobles secundarias, es decir, aquellas familias que obedecían a los reyes y no al emperador.
Estas familias nobles secundarias eran las que se formaban, por ejemplo, cuando un conde decidía crear una nueva ciudad y un título de barón internamente para dárselo a uno de sus hijos sin tierras. Por lo tanto, una nueva baronía era formada, pero dicha baronía no obedecía al emperador, sino al conde, y en caso de que el título se pierda por falta de herederos volvería al conde y no al emperador. Otra característica fundamental de este sistema político era que solo los reyes podían imponer leyes y por consecuente, las familias secundarias nunca eran considerados reinados, sino simples gestores de la palabra del rey.
En el caso particular de la familia de Apolo, el título principal era la baronía de los bosques negros. Y por historia esa baronía era considerado un reinado independiente, por lo que el abuelo de Apolo solo obedecía al emperador y no a los nobles circundantes, por más que solo se tratara de un único castillo. Siguiendo lo explicado, el abuelo de Apolo podía ser nombrado de dos formas: como el rey de los bosques negros o como el barón de los bosques negros.
This tale has been unlawfully lifted from Royal Road; report any instances of this story if found elsewhere.
Y en consecuencia, la condición política de Apolo era la de un miembro de una de las familias principales del imperio, por lo que Apolo solo debía saludar protocolarmente a las otras familias principales cuando pasara por un territorio controlado directamente por ellas y nunca a las familias secundarias, ya que las mismas tenían menor status que él.
En todo el imperio solo había 6 reyes que obedecían al emperador, los cuales eran dos baronías, tres ducados y un solo condado. Por lo tanto, además de la familia del emperador, existían únicamente 6 familias nobles principales que manejaban el grueso del poder político, económico y militar del imperio.
Lógicamente, el título de emperador también contaba con tierras y sus respectivas ciudades que eran administradas por la familia del emperador, en caso contrario ningún rey le haría caso al emperador: ya que no contaría con poder militar propio. No obstante, los ducados, condados y baronías que pertenecían directamente a la familia imperial eran consideradas familias nobles secundarias. Para redondear, la gran diferencia entre las familias principales y secundarias estaba en quien ponía las leyes en cada territorio: el emperador no podía imponer leyes en el territorio de las familias principales o reinados. Por lo que las familias principales solo juraban obediencia militar y la gran verdad es que todo lo pedido a las familias principales por el emperador debía ser negociado políticamente previamente.
Entonces surge la gran duda: ¿Por qué el emperador permite que las familias principales impongan sus propias leyes y no las controla directamente? Y la respuesta es tan sencilla como que «el emperador no controla el mundo». Por tanto, todavía existen amenazas de afuera y el emperador siempre se vio obligado a ceder poder a cambio de lealtad.
En cuanto a las amenazas de afuera, son otros tres «imperios» que se han disputado el control del mundo por milenios; sin embargo, nunca nadie ha logrado completar tal hazaña. De todas formas, todo lo que ocurre externamente al imperio, jamás le concernió a Apolo, ya que él nunca heredaría el trono del bosque negro. Tal y como dijo Homero: esos asuntos políticos no debían preocuparle a un exiliado. Y la única «obligación» de Apolo era disfrutar lo que él era gracias al sacrificio de sus ancestros: un noble perteneciente a una de las familias principales del imperio.