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E94-La verdad

—Al parecer ha llegado el momento de decirte la verdad, Mateo…—Dijo Orrin con seriedad mientras miraba a su hijo fijamente—Lo cierto es que no soy tu padre.

—¡¿Cómo?!—Exclamó Mateo incrédulo con lo que su padre estaba diciendo. Si su padre fuera una persona irónica o cómica entonces el hombre podría entender que esto era una manera de su padre de decirle que debía probar suerte y tratar de estafar al sistema. Sin embargo, habiendo crecido con él como único padre, claramente Mateo conocía lo suficientemente bien a Orrin como para saber que el anciano jamás le diría que se juegue su vida siguiendo los planes de Apolo de forma tan irónica.

—¿Nunca te preguntaste por qué Fausto jugaba tanto con vos de niño, o porque el abuelo de Apolo te trataba tan bien, o por qué nunca pudiste conocer a tu madre?—Preguntó Orrin con seriedad, realmente no parecía estar bromeando con el tema.

—No puede ser…—Susurraron Apolo y Mateo al mismo tiempo. Por supuesto que Apolo sabía que la carta era falsa, si bien la letra era idéntica a la de su abuelo el joven noble se había gastado una buena fortuna en buscar un falsificador tan bueno.

Sin embargo, Apolo nunca escuchó a Orrin decirle un solo chiste en todos estos años, por lo que realmente el viejo podría estar hablando en serio. Aunque la parte que menos podía digerir, Apolo era que su hermano Fausto tuviera un mísero amigo en el castillo, pese a ello Mateo parecía tan impactado como él, por lo que todo estaba indicando que el asunto no era una broma entre padre e hijo. Y el hecho de que desde la perspectiva de Apolo, Orrin jamás le mentiría estaba provocando que su mente «fácilmente influenciable» tambaleara con la impactante verdad.

—Me temo que esa es la verdad, prometí guardar este secreto conmigo y llevármelo a la tumba. De esa forma el honor de la familia de los colosos del bosque negro quedaría intacto cuando mueras cumpliendo tu deber como el mayordomo de Apolo, lejos del castillo, lejos de tu familia y aún más lejos de la vergonzosa verdad—Comentó Orrin mirando al cielo reflexivamente, como si estuviera conversando con el tío de Apolo en estos momentos.

Los demás criados se quedaron con la boca abierta mirando al antiguo mayordomo y sobre todo al shock en el rostro de Mateo al escuchar las palabras del anciano, se sentían que eran los espectadores de lujo del desenlace de una novela trágica.

—¡Pero me dijiste que mi mamá era una criada!, ¿por qué el tío de Apolo andaría con una de las criadas en el castillo y nadie me diría semejante verdad nunca?—Gritó Mateo con enojo, no le estaba gustando la broma de su padre: si es que de verdad era una broma, cosa que en estos momentos dudaba más de lo que le gustaría.

—Porque la verdad es demasiado cruel como para que le sea contada a un niño...—Respondió Orrin mirando como las hojas del árbol gigante en la rotonda caían por la ventisca veraniega, por su rostro poco feliz parecería que el anciano aún se negaba a contar qué es lo que había sucedido realmente.

—Si esto es una clase de broma: ¡No me está agradando, papá!, ¡Entiendo que debo aceptar la propuesta de Apolo, pero no me digas estas idioteces!—Gritó Mateo sintiendo una mezcla entre nervios y enojo, al no querer creerse las palabras del anciano y al mismo tiempo sintiéndose incómodo por dudar acerca de la identidad de su padre.

Pero su padre ignoró su grito y en su lugar se puso a llorar mirando al árbol que simbolizaba a la familia imperial, dejando aturdido a todos los presentes. No eran las lágrimas de cocodrilo de alguien triste, eran las lágrimas de alguien que había cargado con un gran secreto por mucho tiempo en su corazón y finalmente había decidido contárselo al mundo. Finalmente, el anciano no pudo contener más las palabras atoradas en su garganta y dijo con la mayor serenidad que pudo reunir mientras lloraba:

—La gran verdad es que el tío de Apolo, o mejor dicho «tú» padre, te trajo luego de la guerra junto a tu madre. Tu padre tenía intenciones de divorciarse de la actual tía de Apolo y dejar de vivir como un noble para exiliarse lejos de donde el mundo pudiera encontrarlo. Pese a ello para esas fechas Mariano estaba por nacer así que sería realmente un escándalo si tu padre abandonaba a la tía de Apolo estando embarazada del futuro heredero del trono del bosque negro. Por lo que el abuelo de Apolo tomó una decisión trágica para proteger el honor de su futuro heredero: puso en prisión a tu madre y a vos en la mazmorra del castillo. Tu padre fue obligado a tomar dos opciones: o bien podría morir en un duelo contra el abuelo de Apolo y de esa forma tu madre y vos se salvarían, o en caso contrario matarían a tu madre y harían «desaparecer» al hijo no deseado: volviendo todo a la normalidad, fingiendo que esto nunca había ocurrido y ejecutando a todos los criados que se habían enterado de la cruel verdad. Como podrás imaginar, tu madre fue ejecutada esa misma noche y vos fuiste abandonado en el medio del bosque; sin embargo, tu difunta madre te protegió desde el otro lado e hizo que me cruzara con vos cuando caminaba por el bosque. Para cuando te encontré ya casi habías muerto, pero de todas formas te lleve al castillo sin saber que el abuelo de Apolo te había condenado a muerte. Lógicamente, el rey sé terminó enterando de que te salvaste, pero avergonzado por la ejecución de tu madre y por la cobardía de su hijo decidió cambiar de opinión y me indicó que te criara como mi propio hijo. Pese a ello gran parte de los conocedores de esta cruel verdad murieron en la guerra y tu único hermano Mariano lamentablemente no pudo escapar de ese cruel destino. Sin embargo, al igual que el tío de Apolo no heredaste los poderes de la sangre de los colosos del bosque negro y en su lugar tuviste la cruel desgracia de adquirir los poderes de tu difunta madre. Por lo que tu verdadero abuelo jamás pudo reconocerte como un miembro de la familia, en caso contrario estaría en tu derecho luchar por el trono del bosque negro. Jamás quise decirte esta verdad porque como niño nunca podrías dejar de pensar que es lo que sería de tu vida ahora si por fortuna hubieras heredado los poderes que te permitirían acceder a la línea sucesoria del trono del bosque negro. Pero ahora la historia es diferente, ahora el abuelo de Apolo te reconoció como un bastardo y se preocupó en darte un mejor futuro, un futuro que yo jamás podría darte.

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—¿Cómo puede existir semejante casualidad en este mundo?…—Susurró Apolo incrédulo de lo que estaba escuchando; sin embargo, la dignidad provocada por el llanto de un anciano era demasiado fuerte para ser ignorada.

—¿Me estás diciendo que realmente no eres mi padre?—Dijo Mateo incrédulo, mirando a la carta en su mano como un demente, si la historia era cierta entonces esta carta valía oro: oro puro y duro, era un boleto a una vida que nunca siquiera se había atrevido a soñar, era el mismísimo viaje de ida a la gloria eterna.

—No… No lo soy… Pe-pero siempre seré tu ancestro cuando ya no este…—Respondió Orrin rompiendo en lágrimas, estas si eran lágrimas de cocodrilo y costaba bastante de digerir ver a un anciano llorando de semejante manera.

Al ver al anciano llorando, los criados se conmovieron con la historia e hicieron fuerza para no llorar, pese a ello no todos lo lograron y unos pocos comenzaron a acompañar las lágrimas del anciano, luego el resto se contagió de la atmósfera y se sumó al llanto desgarrador del viejo.

Por su parte, Mateo no aguantó ver a su «padre» en semejante estado por lo que corrió a abrazarlo. Sintiendo el cuerpo de su «padre» entretanto lo abrazaba, Mateo rompió en llantos mientras decía:

—¡No importa la verdad: siempre serás el único padre en mi corazón!, ¡Siempre! ¡Nunca olvidaré todo lo que hiciste por mí! ¡Me criaste como tu propio hijo y esa deuda no la podré pagar nunca, cuando ya no estés te hablaré todos los días y cuando yo muera serás el primero al que vaya a visitar porque tú eres la única persona que me ha apoyado en todos los momentos difíciles de mi vida!

—…—Apolo por su parte observó en silencio, mientras unas pequeñas lágrimas salían de sus ojos: pocas, efímeras, pero muy significativas para el joven carnicero. Tal vez por este motivo el joven noble sintió que por esta única vez valía la pena darle un buen regalo de despedida a sus criados más fieles: la llegada de los Gururis también significaba la necesidad de la salida de sus viejos criados. Pero el corazón marchito y corrompido del joven, no podía simplemente destrozar el sueño de este dúo padre e hijo de convertirse en sus fieles mayordomos. Por lo que Apolo, actuando más con el corazón que con la cabeza, malgastó su preciado tiempo en llevar a cabo este plan; sin embargo, al parecer el tiempo le había regalado algo hermoso a cambio y por primera vez en muchos años el joven logró encontrar un poco de consuelo al ver como el desenlace de su esfuerzo realmente había merecido la pena.

Mientras tanto el gran protagonista de esta trama se encontraba abrazando desconsoladamente a su hijo mientras lloraba desgarradoramente, pensando una y otra vez como mierda lograría el ministro de magia descubrir la verdad si el principal protagonista de la carta se había engañado a sí mismo: este era el gran jaque mate que el anciano había planteado antes que el gran juego de los magos siquiera diera inicio.