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E137-Splash

*Splash* Apolo abrió los ojos con aturdimiento y miró el sol en el cielo despejado. El joven se tocó la cara notando que alguien le acababa de lanzar un baldazo de agua para despertarlo.

—...—Apolo quiso gritarle enojadamente a la persona que le había tirado el balde con agua, pero de inmediato se detuvo, ya que no tenía ni idea quien era esta persona, no obstante el anillo de oro en su mano hablaba por sí solo y le estaba diciendo a gritos que lo que veía no tenía ningún sentido.

—¡Despierta de una vez, tío!, el asedio está a casi un día de distancia y lo mejor para terminar todo lo más rápido posible es llegar al castillo antes del anochecer—Gritó el joven con el balde en la mano, el muchacho no tendría más de 25 años y tenía el pelo colorado, una barba colorada, corta y bastante prolija. Se encontraba vistiendo una armadura de cuero la cual estaba llena de estuches donde se guardaban dagas. No obstante, lo que más estaba llamando la atención de Apolo era el anillo de oro en la mano del joven: ¡Era el anillo de su familia!.

—Ja, ja, ja, ¿para qué quieres que el viaje termine tan rápido?. Las guerras hay que disfrutarlas, e incluso si llegamos antes del anochecer tendrás que esperar a que me informe de la situación en el asedio—Río Apolo inconscientemente; mientras sentía la incómoda sensación de que su boca se abriera y hablara por sí sola. Acto seguido, Apolo se dio cuenta de que acababa de perder el control sobre su propio cuerpo y el mismo comenzó a levantarse del suelo contradiciendo su voluntad.

Sin comprender que estaba ocurriendo, Apolo trató de liberarse de esta molesta situación y retomar el control de su cuerpo. No obstante, lo único que logró Apolo fue salir del estómago del cuerpo en donde al parecer se encontraba. Con extrañeza, Apolo vio que por más que haya salido del estómago de esta persona, el hombre se encontraba intacto y parecía desconocer el hecho de que un joven de más de dos metros había salido de su estómago. La persona en cuestión era un hombre completamente desnudo, de pelo negro y ojos negros. El hombre fácilmente tenía una altura de 6 metros y era casi tres veces más grande que el joven pelirrojo. Por su parte lo que más estaba incomodando a Apolo es que esta persona también tenía el anillo de oro de su familia en su mano y pese a ello no lo conocía.

Ante la gran cantidad de dudas que tenía en su mente en estos momentos, Apolo trató de hablar para preguntarle a estas personas quienes eran; ya por el tamaño del hombre que tenía al frente, Apolo no tenía dudas de que realmente era un miembro de su familia; sin embargo, no entendía cómo no lo recordaba:

—¿Quiénes son?, ¿dónde estamos?, ¿son los ancestros que vinieron a saludarme?

No obstante el hombre gigante y el pelirrojo parecieron ignorar a Apolo, provocando que hablara más fuerte:

—¡Hola!, ¡Soy Apolo, también del bosque negro!

Pero las dos personas siguieron ignorándolo y en su lugar parecían más concentradas en buscar por donde estaba la armadura del gigante.

Extrañado por la situación, Apolo se dio cuenta de que las dos personas delante de él hablaban y sin embargo él no podía escuchar lo que decían. Percatándose de que esto era un problema, Apolo trató de detener al joven pelirrojo para ver si a él le pasaba lo mismo y no podía escuchar lo que decía. Sin embargo, apenas Apolo tocó al pelirrojo su mano atravesó su cuerpo en lugar de agarrarlo como si fuera de aire.

Incrédulo por lo que acababa de pasar, Apolo se miró las manos y en realidad se dio cuenta de que eran algo transparentes.

—Oh… Debo estar muerto… Al parecer estas personas son los hijos o nietos de alguno de mis hermanos en el futuro y yo soy su ancestro...—Murmuró Apolo para nada enojado por la situación en donde había terminado y comprendiendo parcialmente la situación; entendiendo el motivo por el cual no podía interactuar con estas personas.

Tratando de comprender mejor la situación de sus dos descendientes y porque los mismos lo habían convocado, Apolo buscó la forma de volver a poder escuchar lo que decían sus descendientes. Tras intentar de muchas maneras sin lograr el éxito, Apolo recordó que dejó de escuchar a estas personas cuando salió del gigante, por lo tanto, trató de volver a entrar en el mismo para ver si escuchaban lo que decían.

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Al atravesar completamente el cuerpo del gigante, Apolo volvió a perder el control de su cuerpo, pero instantáneamente volvió a sentir como el mundo a su alrededor volvía a tener sonidos.

—¿Dónde mierda dejaste tu hacha?—Preguntó el pelirrojo con enojo; molesto por tener que ayudar al gigante desnudo por el descuido que había tenido estando borracho.

—No lo sé, ¡La desgraciada hacha no me está respondiendo cuando la llamo!, ¿Por qué mierda no le pides a tu mascota que la encuentre?—Dijo el gigante rascándose el pelo en la cabeza, incomodando un poco a Apolo el cual sintió como su boca se movía por sí sola.

El joven pelirrojo chistó los dientes como si la propuesta del gigante le molestara y comentó:

—Primero no es mi mascota, segundo no es mi problema que hayas tomado tanto alcohol anoche como para perder tu hacha, tercero es tu problema que tu hacha se haya enojado con vos y no es como si yo pudiera oírla para ayudarte a encontrarla... si es que habla realmente... cosa que dudo.

—¿Crees que mi hacha no me habla porque se enojó conmigo?—Preguntó el gigante con preocupación.

—Claro: Si yo ya estoy enojado con vos, ¿por qué tu hacha no lo estaría?...—Preguntó el joven pelirrojo con una mirada de disgusto, tratando de alejarse unos pasos del gigante para no sentir el olor a alcohol que liberaba su boca al hablar—¿Al menos encontraste tu armadura?

—No, eso no importa: ¡Quiero mi hacha de regreso, Tea!. Vamos, dile a tu mascota que la encuentre: por más que intento, yo no logro recordar donde dejé mi arma…—Dijo el gigante mirando para todos lados con preocupación, pero incluso con su altura lo único que podía ver eran arbustos y árboles por todos lados.

—Qué borracho miserable...—Maldijo el joven llamado Tea en voz alta, mientras procedía a acercarse a uno de los árboles cercanos. Tea sacó una de las dagas en su armadura y comenzó a dibujar en la corteza del árbol una puerta. Cuando terminó de dibujarla, el joven acercó la mano a la corteza y tocó la puerta.

*Tock, Tock*

—¿Quién es?—Preguntó alguien con una voz muy tierna e infantil del otro lado de la puerta, sorprendiendo a Apolo.

—Yo, ¿Quién más va a ser?, ¿Acaso alguien más tiene tu contrato?—Preguntó Tea masajeándose la frente de la cabeza.

—¿Tea?—Se escuchó desde el otro lado de la puerta.

—Sí, soy Tea, sal que te necesito, Isis...—Murmuró Tea con la voz cansada.

Inmediatamente, la puerta dibujada en la corteza se abrió como si fuera real, mostrando que del otro lado de la puerta se encontraba una niña en miniatura de pelo verde y ojos rojos, aunque lo más llamativo era que la niña tenía dos alas de mariposa en la espalda. Por lo demás la criatura andaba vistiendo un vestido verde muy lindo hecho con pasto, y andaba completamente descalza aunque un poquito de pasto envolvía sus pies.

—¿Qué pasó, Tea?, ¿Tu tío te está llevando por el camino equivocado nuevamente?—Preguntó la niña volando hasta ponerse en el hombro del joven pelirrojo, para comenzar a balancear sus piernas de un lugar a otro divertidamente. Apolo miró a la criatura con asombro, mirando a su descendiente de arriba a abajo, sabía que esa era la habilidad innata de la gente de pueblo blanco, pero al parecer este descendiente la había heredado de uno de sus padres, lo cual era bastante raro de ver: ya que los miembros con habilidades innatas de las familias nobles nunca tenían hijos afuera de la familia, por lo que sólo podía ocurrir que el chico obtuviera la habilidad de uno de sus padres, aunque su padre en cuestión no pueda usar la habilidad por el mismo, por tanto, dar tal herencia era muy raro. Por lo demás en general solo se heredaba una habilidad sanguínea y no más que eso, pero por el anillo de oro en su mano y por el tamaño de su cuerpo, Apolo distinguió que el pelirrojo también había heredado la habilidad de su familia además de la de la gente de pueblo blanco. En caso contrario si tuviera la habilidad del pueblo blanco y no la de los colosos, el pelirrojo debería haber sido criado por la gente de pueblo blanco, por lo que no podría estar con un tío que mide 6 metros en medio de una aventura en el bosque.

—Podría decirse aunque esta vez estamos lejos del castillo, ¿Podrías preguntarle a los árboles donde está el hacha de mi tío Cristóbal?—Preguntó Tea.

—Mmm, no sé, esa no es una pregunta muy amigable para los árboles...— Rechazó Isis moviendo su cabeza para los lados infantilmente.

—Escucha, mascotita: ¡O encuentras a mi hacha, o regreso con un ejército y prendo fuego el bosque entero!—Gritó Cristóbal con tanta fuerza que la niña salió volando del hombro de su sobrino.

—No le grites a Isis o harás las cosas más complicadas...—Murmuró Tea en voz baja mientras se masajeaba los oídos con dolor, sintiendo que casi se había quedado sordo con el fuerte grito. Pero lamentablemente la niña no volvió al hombro del pelirrojo y en su lugar huyó hacia el escondite de a donde había salido, cerrando la puerta de corteza detrás de ella.