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E133-Absurdos

Apolo se tocó la cara con dolor, pero no reaccionó ante los gritos de su hermano, provocando que Hermes se resignara y dejara al niño mirándolo aturdidamente mientras buscaba por la habitación la espada que su hermano menor le había arrojado hace unos minutos.

—Ten, agarra tu espada, vamos a la fiesta de papá a buscar a nuestros hermanos—Ordenó Hermes mientras ponía la espada en el pecho de su hermano menor, haciendo que el niño despertara de su trance.

—¡Pero no sabemos donde está la fiesta!—Exclamó Apolo con preocupación mientras inconscientemente tomaba la espada apoyada en su pecho.

—Mira, este es el plan: vamos y buscamos a un criado, luego vemos si el criado también busca llevarte a la fiesta, y si lo hace, finges ignorancia y vemos a donde quiere llevarte, ¿lo entendiste o quieres que te lo repita?—Respondió Hermes de mala gana, no perdiendo el tiempo y dirigiéndose a la puerta de la sala de entrenamiento.

—¡Si hacemos eso nos dirigiremos hasta la boca del lobo como unos idiotas!—Criticó Apolo, viendo el gran problema del plan.

—No entraremos en la habitación de la fiesta sin prepararnos. Primero mataremos al criado antes de que abra la puerta de la habitación en donde se está desarrollando la fiesta. Luego buscaremos alguna manera de entrar a la sala más disimuladamente—Contestó Hermes de inmediato, agregando los problemas mencionados por Apolo en su plan como si fueran certezas absolutas que debían evitarse—¿Estás listo?, recuerda seguir el plan y todo saldrá bien.

Apolo no contestó afirmativamente, pero se acercó con su espada hasta la puerta de la habitación mostrando apoyo al plan de su hermano mayor. Cuando los dos hermanos estuvieron en la puerta de la sala de entrenamiento, salieron con normalidad y se encontraron con los pasillos de piedra del castillo, tras caminar unos cuantos minutos por los fríos pasillos de piedra los dos hermanos pudieron cruzarse con un criado que «casualmente» era el único que los andaba buscando por esta zona.

—Mi señor, ¿dónde estaba?—Preguntó el criado corriendo hacia Apolo con velocidad.

—Entrenando, me olvidé de que hoy era la fiesta de mi padre, ¿podrías llevarme al lugar de la fiesta?—Preguntó directamente Apolo haciendo que Hermes se golpeara la cabeza con la palma de la mano. No obstante, el criado parecía estar bastante feliz con la iniciativa del niño, no desconfiando de las intenciones de los dos jóvenes, y aún más importante ignorando el hecho de que la bata de Hermes aún estaba manchada con sangre, cosa que el mismo Hermes se había olvidado.

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—¡Claro, ven por acá, no perdamos el tiempo!—Dijo el criado tomando el brazo de Apolo descaradamente para proceder a empujarlo por donde había venido.

—Te noto muy apurado, ¿falta tan poco para que la fiesta termine?—Preguntó Hermes mientras trotaba junto al criado y su hermano menor.

—La fiesta está a punto de terminar por lo que si nos tardamos más solo llegaremos para comer la torta—Respondió el criado provocando que sus pasos se hicieran más veloces al punto de empezar a correr por los pasillos.

—Entonces será mejor que nos apuremos...—Agregó Hermes mirando la espalda de Apolo con una sonrisa amarga. Él todavía no estaba seguro, pero todo parecería indicar que el subconsciente de Apolo estaba arrebatándole el control del sueño del niño, lo cual a su vez indicaba que Apolo había desarrollado otra experiencia traumática que estaba pidiendo tomar el protagonismo de este sueño. Esta no era la primera vez que algo como esto ocurría, pero cada vez que ocurrían significaban más problemas para el adolescente enmascarado, por lo que Hermes no estaba muy contento de ver cómo el subconsciente de Apolo empezaba a poner condiciones raras sobre el sueño, impidiendo que continuara con su trabajo.

El criado, el adolescente y el niño corrieron por los pasillos del castillo por unos cuantos minutos, que lentamente se transformaron en horas: subiendo escaleras y luego bajándolas, para seguidamente quedarse dando vueltas en círculos hasta que finalmente la paciencia de Hermes se colmó y advirtió del obvio problema:

—Ya pasamos por este lugar cinco veces y a estas alturas podríamos haber corrido fácilmente hasta el pueblo vecino, así que dime: ¡¿Dónde es que se realiza la fiesta?!

—¡Es por acá!—Gritó el criado, ignorando la pregunta de Hermes y en su lugar aumentando la velocidad.

—...—Hermes se quedó en silencio, mirando con atención como al parecer Apolo ya se había contagiado de la atmósfera creada por su sueño, por lo que realmente el niño no se percataba de la situación absurda que estaba viviendo. Lo cual indicaba que este «Apolo» ya no era muy diferente al criado que lo estaba tomando del brazo: ahora los dos eran parte del subconsciente del niño, advirtiéndole a Hermes que había perdido completamente el control sobre el sueño.

Con resignación, Hermes entendió que esta era otra noche perdida y por desgracia hoy no podría continuar progresando con su trabajo. Por lo tanto, el adolescente decidió aburridamente continuar siguiendo a «Apolo» y al criado hasta el infinito y más allá, esperando que finalmente el niño despertara y con algo de suerte superara un poco el trauma que había vivido el día de hoy.