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E162 -Despertar

El tiempo pasó y cuando Apolo quiso darse cuenta ya había amanecido, lo cierto es que cuando los gururis lo estaban arrastrando hasta la rotonda ya estaba amaneciendo y los rayos rojos en el horizonte lo evidenciaban, no obstante el joven noble sentía que la situación no ameritaba andar preocupándose por el horario. Pero gracias a los increíbles giros del destino ahora la situación era otra: El sol estaba saliendo en el horizonte para iluminarle la vida a todas las personas en la capital y en la ciudad anillo, ¡Otra larga noche había terminado y otro hermoso día había comenzado!

Sintiendo los rayos del sol chocando su cara, Apolo trató de levantarse para mirar a sus alrededores y por suerte su confiable cuerpo le respondió como él esperaba. Lo primero que observó el joven noble fue el gigantesco árbol que estaba a unos pocos pasos de él. El árbol se veía en mal estado, pero aún podían observarse sus frutos de color violeta sobre sus ramas, por lo que el joven notó que este árbol debía ser bastante viejo, lo suficiente como para salvarle la vida y aún continuar viviendo.

Aunque tal hecho no era de demasiada sorpresa para Apolo, el joven sabía que por más que esta mansión haya cambiado de dueño y probablemente cambie de dueño en el futuro, nadie en la capital imperial que pudiera ser el futuro propietario de esta peculiar estancia se atrevería a cortar esta especie de árbol que representaba a la mismísima familia imperial.

Tras comprobar que el gigantesco árbol no debía reemplazarse, Apolo miró a su alrededor para ver a los dos gururis rosados mirándolo en la distancia, al parecer las criaturas se habían quedado a esperar para esperar la siguiente orden o para satisfacer su curiosidad acerca de si su maestro saldría con vida o no.

—Nicolás, ¡ve a buscar toda la ropa que está tirada en el baño!—Ordenó Apolo mirando a uno de los gururis rosados, pero lo cierto es que estaba mirando a Aquiles—Por tu parte, Aquiles ven, acércate, tengo algo que preguntarte.

—Como mande, maestro—Respondió el gururi que Apolo estaba observando mientras corría hacia el interior de la mansión. Por su parte el verdadero Aquiles se acercó a Apolo y preguntó:

—¿Qué desea preguntarme, maestro?

—¿Cómo se enteraron de que necesitaba ayuda?—Preguntó Apolo tratando de ignorar la vergüenza de haberse confundido los nombres de sus dos salvadores.

—Nos lo dijo la muñeca, o mejor dicho: nos lo dijo el viejo Winki—Respondió Aquiles mientras se acariciaba la barbilla tratando de hacer memoria.

—¿Podrías dar más detalles?—Preguntó Apolo sin perder la paciencia.

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El gururi Verde se sentó en el suelo y comenzó a explicar la «increíble» historia que habían vivido anoche, mientras movía sus manos energéticamente, más para buscar llamar la atención a Apolo que para ayudar su discursiva.

—Winki nos despertó a mitad de la noche, al parecer una muñeca había abierto la puerta de nuestra habitación mientras dormíamos. La muñeca nos observó fijamente, pero por más que preguntáramos no parecía poder entendernos; sin embargo, según lo que nos dijo Winki la muñeca debía haber sido enviada por usted con alguna magia extraña y probablemente significaba que estuviera en problemas y nos requería. Siguiendo la idea del viejo Winki, nosotros le preguntamos a los muebles donde estaba usted y según los muebles la muñeca había caminado desde el baño hasta nuestro cuarto por lo que supimos que estaba en el baño de esa forma y al parecer el viejo Winki tenía razón, usted había mandado a la muñeca pidiendo nuestra ayuda.

—Yo no mandé a nadie a pedir ayuda...—Respondió Apolo en voz baja pensativamente—Probablemente fue la muñeca la que nos salvó la vida, ¿Sabes por qué motivo está quemada?

—Dudo que fuera la muñeca, estaba completamente muda y no parecía tener ganas de hablar con nadie, jamás nos explicó la situación, incluso después de cuando lo encontramos a usted—Respondió Aquiles, haciendo que Apolo se adentrara en sus pensamientos para pensar que pudo haber ocurrido anoche—Tampoco sabemos el motivo por el cual estaba quemada. Si no fue usted, entonces claramente solo pudo haber usado la magia...

No obstante, Aquiles cerró su boca abruptamente, no era sabio decir que Zoe había sido la responsable de que Apolo saliera con vida, desde su inteligente perspectiva era mejor que se quedaran el crédito de tal hazaña él y su hermano.

—No, no fue Zoe, ella podría ir y teletransportarse hasta donde están los criados para pedir ayuda, no obstante no lo hizo...—Respondió Apolo mientras continuaba reflexionando, pero sus pensamientos fueron interrumpidos rápidamente...

—¡Claramente ella lo quería muerto!, ¡no ve!, ¡Pudo salvarlo, pero buscaba su bastón, maestro!—Chilló Aquiles haciéndole doler los oídos a Apolo—Su codicia no conoce límites, la malvada no se conforma con tener un bastoncito: ¡Ahora busca el suyo!

—No...—Respondió toscamente Apolo frotándose los oídos con su mano—Aunque es raro, lo más probable es que haya sido el verdadero Tea, o tal vez fue mi otro ancestro, Cosmo, o incluso pudo haber sido mi padre o mi abuela. Lo cierto es que alguien me salvó anoche y gracias a esa persona ahora puedo ver este hermoso amanecer.

—Nosotros lo salvamos...—Respondió Aquiles recordándole al afortunado noble la única verdad cierta e indiscutibles.

—Ustedes se salvaron a ustedes mismos: si yo moría, la familia imperial les vendería todos sus muebles...—Respondió Apolo, asustando a Aquiles más de la cuenta—Pero eso no niega el hecho de que estoy bastante contento en haberlos creado, sin ustedes estaría muerto, por desgracia un gururi «actual» jamás me habría podido salvar.

—Somos importantes, fundamentales, más que Zoe: ¡Merecemos su bastoncito!—Contestó Aquiles alegremente.

—Algún día... algún día los serán... pero por el momento son unos idiotas recién nacidos...—Respondió Apolo mirando como Nicolás había completado la tarea encomendada y se acercaba con la toga rota y su bastón.