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E58-Caravana

Apolo con rapidez salió de la mansión y observó una larga cola de carruajes, esta vez la cola era tan larga que hasta se extendía por la calle al frente de su estancia. Con una alegría inmensa, Apolo se acercó al primer conductor de la caravana de carruajes y preguntó cantando:

—Mucho gusto, señorito, mucho gusto, muchachito, ¿por qué motivo ha venido a mis tierras, jovencito?

—...—El joven conductor no contestó y en su lugar miró aturdidamente a Apolo, algo incomodado al ver que era atendido por un noble cantando—Eh... esto... sí, vengo a entregar estos bienes...

—Oh, vaya, se ve que eres todo un novato, chico—Dijo Apolo notando la inexperiencia del joven con solo escuchar unas pocas palabras saliendo de su boca, en general el primer conductor que lidera la caravana es alguien medianamente importante y experto: ya acostumbrado a lidiar con estos problemas.

—No, digo, sí, soy nuevo en esto… Es la primera vez que me mandan a negociar: lo siento—Comentó el joven conductor sin ocultar sus nervios, mirando preocupadamente el tamaño anormal del cuerpo de Apolo— Tengo este mensaje para usted. Solo me dijeron que debía dárselo al dueño de la mansión y que él entendería todo tras leer el mensaje. Espero que pueda comprenderme un poco, es mi primera vez trabajando para un noble, no quise ofenderlo: ¡Se lo juro!

—Sí, sí, no hay ningún problema. Mientras el contenido del mensaje sea lo que tengo en mi mente, no tienes por qué preocuparte tanto por tu seguridad, muchachito—Contestó Apolo poniendo aún más nervioso al joven conductor, mientras tomaba el mensaje de su mano y lo desenrollaba para leerlo:

"Querido Mago, Apolo de los bosques negros:

Desde el ministerio de asuntos urbanos nos gustaría volver a realizar otro gran donativo a su investigación mágica, por eso estamos encantados en donar «todo» el contenido de la caravana mandada a su propiedad para que pueda ser investigado por usted. Desde mi fortuna personal, también me gustaría adjuntarle 2000 cristales, los mismos se encuentran pegados en esta carta debajo del sello del ministerio.

Espero que los objetos y cristales mandados le sean útiles, nunca se olvide que el imperio recordará toda la ayuda que su investigación está ofreciendo a sus ciudadanos.

Att, Ministro de asuntos urbanos, Macario de minas profundas"

Tras terminar de leer el mensaje, Apolo usó sus uñas para retirar el sello de cera en la parte superior del pergamino, mostrando una pequeña moneda de color negro. El joven noble guardó la moneda en su bolsillo y miró con curiosidad a la larga caravana, notando que todos los conductores eran jóvenes y estaban vestidos prácticamente en harapos, muy distintos a los conductores que fueron enviados la otra vez por el ministro.

—Muchacho, ¿por casualidad no serás de los barrios interiores de la ciudad anillo?—Preguntó Apolo mientras levantaba las sábanas que ocultaban el contenido del carruaje, mostrando que en el mismo se hallaban una gran cantidad de ataúdes apilados uno arriba del otro. Con una sola mirada, Apolo se dio cuenta de que estos ataúdes parecían ser mucho más nuevos que los de la anterior entrega y se percató de que un ligero olor desagradable salía constantemente de sus interiores.

—Sí, sí, soy de ahí, ¿Cómo se enteró?—Exclamó el joven bastante feliz de que el noble supiera su lugar de procedencia.

—Intuición, simple intuición—Respondió Apolo volviendo a chequear la ropa parchada del joven. Mientras respondía Apolo procedió a abrir uno de los ataúdes para ver el contenido de adentro. Pero antes de que terminara de abrir el ataúd, un olor horripilante salió del mismo y unos cuantos insectos salieron huyendo de su interior. Sintiendo el olor putrefacto, Apolo cambió de idea y tomándose la nariz volvió a cerrar el mismo.

—¿De dónde obtuvieron estos ataúdes?, por el estado de los mismos es demasiado evidente que estos ataúdes nunca fueron enterrados—Preguntó Apolo notando la anomalía, no solo estaban en un excelente estado, sino que algunos ataúdes hasta sacaban a relucir el brillo de su madera, era demasiada notoria la falta de deterioro.

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—Sí, algunos tuvimos que desenterrarlos y otros los tuvimos que sacar de algunas bóvedas—Respondió el conductor.

—¡¿Trabajas en la obra del cementerio?!—Preguntó Apolo anonadado por la información.

—Sí, claro, me enseñaron hace poco a conducir, como soy el que mejor lo hacía me dejaron ir primero—Respondió el joven con orgullo.

—Impresionante, muchacho—Elogió extrañamente Apolo con una sonrisa alegre, aunque en el fondo solo quería obtener algo de información del joven conductor—Ahora dime, ¿por qué sacaron algunos ataúdes de sus bóvedas, no se suponía que solo buscaban espacio para la obra?

—Eh… No sé… El nuevo guardián del cementerio simplemente nos dijo que necesitaban algo más de espacio y nos indicó que sacáramos algunos ataúdes de sus bóvedas—Respondió el joven sin saber del todo cómo responder la pregunta planteada.

—Vaya, ¿así que cambiaron el guardián del cementerio?—Preguntó Apolo mostrando cierta sorpresa—Como es este nuevo guardián, ¿les permitió retirar todos los ataúdes de la obra sin problemas?

—Es un viejo mal parido… digo un viejo algo especial—Corrigió rápidamente el joven conductor al darse cuenta de su insulto.

—Así que el nuevo guardián no es un buen jefe, bueno a veces pasa, lo importante es que pague al final de la jornada—Comentó Apolo con una sonrisa de abuelito confiable—Por lo demás, ¿sabes si va a ver otro envío como este?

—Sí, de eso no me quejo: la paga es buena y a tiempo—Exclamó el joven conductor con sinceridad—En principio estos son todos los ataúdes de la obra, pero capaz al viejo se les dé por seguir sacando ataúdes de algunas bóvedas: la verdad espero que sea el único traslado que tengamos que hacer a la capital.

—¿Por? Si la capital es hermosa, ¿no les gusto visitarla?—Pregunto Apolo tratando de sacar algo más de información, había algo que no le estaba gustando en este pedido, ya de por sí era demasiado extraño que cambiarán al conductor principal y aún más extraño es que los propios trabajadores de la obra sean los que manden los ataúdes.

—Sí, sí, digo: es muy bonita. Pero los guardias nos atendieron con un desprecio horrible: a uno de los chicos directamente lo mataron a palazos por toser un poco mientras le revisaban el carruaje—Comentó el joven sin ocultar ningún detalle—Realmente espero que podamos volver sin problemas, nos asustamos bastante al ver tanto odio por parte de los guardias hacia nosotros.

—¿¡Lo mataron por toser?!—Exclamó Apolo incrédulo de las palabras que estaba escuchando, pero notando las miradas deprimidas en los rostros de los otros conductores que fisgoneaban en su charla parecería que el joven no mentía.

—Sí, lo mataron a golpes, por eso no pudimos traer su carruaje y quedó retenido en la entrada de la ciudad—Respondió el joven conductor con pena—El pobre Manuel acababa de ser padre y se había unido a trabajar en la obra con apenas 14 años, pero los desalmados guardias destruyeron su vida y la de su familia.

—Por mis ancestros, ¿quién es padre a los 14?—Preguntó Apolo incrédulo de que algo así pudiera ocurrir, él a esa edad de suerte entendía un poco del tema y pese a ello estaba más interesado en seguir explorando el bosque que en siquiera pensar en tener una familia.

Por su parte, Orrin que escuchaba atentamente la conversación entre su señor y el conductor, se acercó y le murmuró algunas cosas a Apolo y el mismo movió la cabeza como entendiendo su idea y luego le comentó al conductor:

—Veo que su viaje acá fue complicado, pero lograron llegar: ¡Los felicitó!. Nuestros criados les prepararán algo rico para que coman mientras dejan los ataúdes cerca de la mazmorra. ¡Ya verán si son afortunados por venir hasta acá, podrán disfrutar de lo que es comer como un noble!

—Gracias, noble señor, muchísimas gracias—Respondió el conductor con una sonrisa, sumándose al agradecimiento de los otros conductores que fisgoneaban la conversación.

—No, gracias a ustedes por traer estos ataúdes, realmente son importantes para mi investigación mágica—Respondió Apolo dándose la vuelta para mirar a Orrin—Encárgate de que mi palabra se cumpla y haz que los criados se pongan a transportar los ataúdes: ¡Hay una mazmorra que llenar!. Luego manda algunos criados a buscar el carruaje que quedo retenido en la entrada de la capital.

Tras decir eso Apolo procedió a volver a entrar en la mansión para seguir acomodando las «infinitas» habitaciones de su interior, mientras tanto Mateo que se encontraba escuchando la conversación en la distancia quiso acercarse al conductor para indicarle cómo acceder a la mazmorra, pero fue abruptamente interrumpido por su padre:

—Toma algunos criados y prepara una comida abundante para los conductores, yo me encargaré de que los ataúdes lleguen a la mazmorra.

—Hace algo de frío, ¿no sería mejor que permanecieras adentro de la mansión?—Respondió Mateo algo preocupado, tener que esperar afuera con su edad no era tan buena idea.

—No te preocupes por mí y encárgate de la comida—Contestó Orrin secamente.