Mientras caminaba por el camino de losas azuladas Apolo observó los ligeros cambios que había en el jardín. Aunque algunos cambios no eran tan ligeros y eran evidentes a simple vista como el hecho de que el pasto había sido cortado y que se habían remplazado a las malas hierbas por más pasto de color verde brillante, pese a que siendo de noche el joven no alcanzaba a apreciar lo colorido del mismo. De todas formas varias secciones del patio de la estancia estaban iluminadas por unas antiguas farolas, a las cuales se le habían remplazado los cristales por algunos más nuevos y funcionales, por lo que aún podía distinguirse medianamente bien una buena parte de los cambios que realizaron los Gururis en el patio durante estos meses.
Lógicamente, los árboles de la estancia no habían cambiado, pero sí habían sido podados y en algunos casos se les habían sacado los hongos y parásitos que crecían en sus cortezas dejándolos mucho más presentables. El cambio más evidente en el patio podía apreciarse en los arbustos y flores de la estancia, las cuales al ser plantas más delicadas hace tiempo habían muerto por la falta de cuidado. Estas plantas habían sido reemplazadas por otras más nuevas, por lo que todavía no habían crecido y en consecuencia su belleza aún permanecía oculta de los ojos curiosos de Apolo.
—Realmente les quedó muy bonito el patio de mi estancia, no sabía que las plantas eran tan baratas—Respondió Apolo mirando su amplio jardín; el jardín realmente eran muchos kilómetros de terrenos por cuidar y había demasiadas flores y arbustos que reemplazar, por lo que al joven le sorprendió que pudiera costearlo.
—Logramos reclamar el cobro por su trabajo como inspector de Goros. Realmente le pagaron más de lo que ganó como mago hasta ahora, por lo que los cristales nos sobraron e incluso mandamos a hacer algunas estatuas, pero todavía no se terminaron y pueden tomar algunos años hasta que las veamos en el jardín—Respondió Zoe mientras miraba con orgullo el patio de la estancia.
—Me alegro, de seguro el patio de la mansión quedará hermoso con las estatuas y mis vecinos finalmente estarán contentos...—Murmuró Apolo con calma.
—No sabía que le importaba la opinión de sus vecinos, maestro. De hecho recibimos varios regalos de ellos, al parecer a todos les gustó que finalmente mandara a cortar el pasto y sacara las malas hierbas que arruinaban la belleza del lugar—Comentó Aquiles.
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—A mí no me importa los vecinos y sus opiniones, pero sí le importa a mis ancestros y es mi deber honrar sus últimas voluntades—Respondió Apolo con calma mientras procedía a sentarse en un banco de mármol que había sido colocado para ver el lago en la estancia. Realmente el lago era hermoso de noche, incluso tenía unos cristales que iluminaban su fondo permitiendo ver como los peces coloridos se movían en su interior.
Algo hipnotizado por la belleza del lugar, Apolo se quedó mirando el lago por unos minutos hasta finalmente reaccionar. Sacando el antifaz de plata y el libro que había obtenido del bolsillo oculto en su toga, el joven noble los miró con cuidado y comentó con calma:
—Cuando yo muera también quiero dejarles algo a mi familia, así que háganme el favor de entregarles este antifaz y este libro. Junto a una caja de madera que hay en uno de los escritorios de mi cuarto, dentro de la caja se hallan todos los documentos que me fueron entregados como mago.
—¿Se está muriendo, maestro?—Preguntó Zoe inexpresivamente; aunque por la pregunta uno suponía que tenía bastante preocupación—Yo no quiero quedarme sin maestro otra vez.
—No me estoy muriendo, pero justamente ese es mi gran problema...—Murmuró Apolo mirando al lago con calma—No quiero vivir más, ya cumplí todos mis deberes y es momento de que obtenga mi justo descanso.
—¿Pero si usted se va quién será el nuevo maestro?—Preguntó Aquiles preocupado.
—La dueña de la estancia será Zoe, cuando ella muera ustedes dos serán los maestros y cuando ustedes dos mueran será el tiempo el maestro de esta mansión—Respondió Apolo con calma mirando los peces nadando en el lago—El maestro siempre terminará siendo el tiempo, ya que no planeo vender nunca esta mansión y dudo que alguien la quiera comprar; me temo que la gente de la capital no logrará apreciar la belleza de los muebles escondidos en esta mansión...
—¿No podemos ser nosotros dos los maestros antes que Zoe?—Preguntaron los dos Gururis rosados al mismo tiempo.
—No, porque ustedes tienen más tiempo que Zoe, Zoe tiene más tiempo que yo y el tiempo tiene más tiempo que ustedes dos—Dijo Apolo levantándose para mirar a sus tres Gururis fijamente como si no quisiera olvidarse de sus horripilantes rostros—Realmente adquirir a ustedes tres fue el mejor consejo que recibí de mi ancestro. Fueron buenos discípulos, aunque me temo que yo no fui un buen maestro, ya que no les enseñé absolutamente nada…además de no matarse los unos a los otros.
—¡Fue una enseñanza muy valiosa, maestro!—Chillaron los tres Gururis al unísono.
—Me alegro de que mi única enseñanza les haya sido útil, ahora acompáñenme hasta la mansión y váyanse a dormir o mañana no podrán trabajar con normalidad—Dijo Apolo con una leve sonrisa, reanudando su lenta marcha por los caminos azulados mientras seguía admirando lo bello que había quedado su jardín.