Los dos carruajes siguieron avanzando por el camino rodeado de árboles, hasta que finalmente lograron salir del bosque. El cambio en el paisaje fue radical y los campos de trigo dorado llenaron la visión del joven que observaba con curiosidad el paisaje, dado su fuerte resistencia a salir del castillo y alejarse del bosque, esta era la primera vez que Apolo veía los campos donde trabajaban los granjeros de los que tanto había escuchado hablar.
Y este paisaje dorado también indicaba que Apolo finalmente había salido de sus tierras, debido a que los alrededores del bosque no pertenecían a su familia y eran propiedad de otra familia noble vecina.
Tras unos pocos kilómetros más, las casas en el interior de los campos comenzaron a hacerse cada vez más abundantes, hasta que finalmente los dos carruajes llegaron al pueblo donde se alojaba la familia noble vecina y también el lugar donde la caravana que se dirigía a la capital se encontraba.
La caravana como tal estaba compuesta por una gran cantidad de carruajes y personas que por distinto motivo tenían que viajar a la capital: entre las personas que componían la caravana había desde comerciantes en busca de completar su ruta comercial, hasta plebeyos que buscaban mejorar su calidad visitando tierras más prósperas. Y por supuesto, también había nobles como Apolo que buscaban mejorar su posición política en la sociedad para así poder conservar el estilo de vida al cual estaban acostumbrados. En su gran mayoría, las personas pertenecientes a la caravana eran hombres debido a las tradiciones culturales del imperio: el cual exigía que los títulos nobiliarios fueran portados por una cabeza masculina, por familia. Por tanto, si no había un solo hombres con capacidad de heredar, el título era «convenientemente» devuelto al emperador o al noble al cual el título debía obediencia directa en cuestión y dicho noble/emperador podía disponer del mismo como quisiera, por ejemplo intercambiándolo por poder político con algún noble poderoso o contentando a algún familiar sin tierras. Dicha tradición de herencias nobiliarias se incorporó con el tiempo también en la vida de los plebeyos, por lo que las pocas mujeres observables en la caravana eran las que viajaban en familia con sus hijos o las que habían sido desplazadas de sus tierras por la miseria o la guerra.
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No obstante, dicha tradición nobiliaria no implicaba que las mujeres carecieran de cierto poder político e influencia en el imperio. El mejor ejemplo sería la madre de Apolo, dado que su familia no aceptaba que las hijas se casaran fuera de la familia, por tanto, los hombres de las familias nobles que se casaban con las mujeres de su familia eran mandados estratégicamente a perder el status de candidatos al título nobiliario o al «trono» de sus respectivas familias de nacimiento. Dichas estrategias eran comúnmente usadas en familias numerosas con el fin de que no se provocará una guerra interna por la herencia del título; otra forma de lograr inhabilitar la herencia a algún miembro de la familia fue justamente la aplicada con Apolo, es decir, mandando al posible candidato a ser convertido en un mago del imperio.
Dejando la política de lado, el motivo por el cual estas caravanas de viajes se armaban era debido a la gran longitud de los viajes y a la inseguridad general del territorio. Si bien el riesgo de ser robado no era demasiado grande, todavía existía si uno viajara solo. No obstante, lograr robar a tanta gente como la que había en estas caravanas era una tarea imposible para un grupo de ladrones.
Al ver tanta gente caminando por las calles de tierra, Apolo con temor decidió por primera vez en mucho tiempo sacarse el anillo de bronce de su mano y esconderlo en su bolsillo. Para alguien como él, que había nacido y crecido en un castillo poco poblado, esta era la primera vez que veía tanta gente en su vida; para ser sinceros, Apolo ni siquiera era consciente de que existía tanta gente en el exterior de sus tierras. Lo cual tampoco es muy raro, ya que el castillo de la familia de Apolo solo era una gran fortaleza en la cual vivía su familia y los criados, nadie más podía vivir en el bosque y su familia, históricamente aislacionista, nunca aceptó visitas al castillo.
Por el vidrio del carruaje, Apolo observó con curiosidad y nerviosismo como la gente iba y venía por todos lados. Como es lógico, el pueblo estaba más vivo que nunca gracias a la llegada de la caravana: todos los niños tenían ganas de ver qué curiosidades había traídos los comerciantes de tierras lejanas, los hombres adultos con curiosidad entablaron conversaciones con los campesinos de otras tierras en busca de intercambiar consejos y aprender curiosidades. Mientras que algunas madres oportunistas buscaban que sus hijas pudieran casarse con algún rico comerciante y así poder darle una mejor oportunidad de vida que la que tendrían si se casaban en el pueblo.