Novels2Search

E86-El anillo.

El carruaje siguió andando por unos minutos por las calles en busca de algún callejón en donde Apolo pudiera trabajar con tranquilidad. Mientras el tiempo iba pasando y el carruaje lentamente se acercaba a su incierto destino, Apolo con molestia observaba por la ventanilla de la calle como la ajetreada vida de las personas parecía nunca poder detenerse: siempre había algo apurando sus pasos y en la mente del noble siempre dichos motivos terminaban siendo insignificantes.

Muchas cosas pasaban por la cabeza de Apolo en estos momentos, pero el pensamiento que más lo atormentaba era justamente pensar: ¿Por qué todas estas personas iban apuradas de un lugar a otro como si sus vidas dependieran de ello?. Aunque el motivo de su enojo era bastante poco noble y provenía de que el apuro de estas personas no paraban de recordarle al joven mago la gran pregunta que tenía en su cabeza cada vez que había llegado hasta este punto: ¿Qué haré después de terminar?, ¿cuál era el siguiente plan?, ¿cuál era la siguiente meta?, ¿dónde se encontraban las instrucciones de la siguiente «importante» tarea que merecía que él malgastara su valioso tiempo?, ¿acaso había algo que mereciera la pena comenzar luego de haber realizado todo este esfuerzo?, ¿o era mejor idea simplemente cerrar las cortinas de este gran teatro para dejar que la siguiente función diera comienzo?.

Pese a que la única verdad es que dichas preguntas como tal no dañaban a no ser que seas Apolo y de casualidad no tuvieras unas respuestas convincentes para las mismas. Durante casi dos años el noble se la pasó siguiendo las últimas palabras de un cadáver como si las mismas tuvieran el secreto hacia la felicidad y la vida plena, pero ahora cuando estaba tan cerca de cumplir el gran objetivo la gran pregunta volvía a joderle la vida: ¿Qué es lo siguiente?, ¿que haré cuando los consejos se acaben?, ¿realmente habrá valido la pena tanto esfuerzo o solo será una pérdida de tiempo?, ¿los otros dos ancestros que fueron magos y no hicieron nada se están riendo de mí o me tienen envidia?, ¿este es el camino correcto o solo estoy corriendo hacia el acantilado?, ¿acaso el tiempo me importa si estoy cayendo por el acantilado?, ¿me queda poco tiempo, o lo poco que me queda es demasiado tiempo?.

Reading on this site? This novel is published elsewhere. Support the author by seeking out the original.

Las preguntas en la mente del joven eran más que las respuestas que podía imaginarse y aún peor es que no podía parar de pensar en ellas. Esta era la gran carrera de Apolo, su forma de apurarse, la necesidad de responder a esa inquietante pregunta de qué es lo que no estaba haciendo y lo que debía empezar a hacer. Y ahora que estaba a punto de cumplir sus metas el noble podía ver más claro que nadie que probablemente su «gran» meta era nada más y nada menos que una insignificante excusa para lidiar con su falta de sentido. La vida entera de Apolo se le escurría delante de sus ojos a medida que el tiempo provocaba que sus «grandes» metas fueran evaporando sus motivaciones iniciales.

Encontrar el acantilado, convertirse en mago, amueblar la mansión, encontrar un Gururi perfecto, todas excusas que le consumían su vida y lo único que dejaban a cambio era la nada misma. En estos pocos segundos de lucidez en donde su único objetivo era esperar a que el carruaje encontrara un lugar, es cuando Apolo podía apreciar con claridad estos grandes problemas, no tan insignificantes como sus grandes logros. Sin embargo, el noble sabía más que nadie que esto duraría poco y tarde o temprano el carruaje debía volver a detenerse. Entonces la vida del joven volvería a marchar con normalidad y tendría que volver apurarse hacia algún objetivo para nada importante, tal vez sería encargarse del jardín y completar el cuarto consejo o tal vez sería finalmente preocuparse por el quinto consejo.

La verdad era que el joven no tenía idea hacia donde iría, pero si estaba seguro de que algo «grande» vendría nuevamente y su vida se iría consumiendo a medida que esas «grandezas» se completaban. Pese a ello, al joven poco le importaba o poco condenaba la gran idiotez que lo acompañaba para llevar adelante todas estas metas y objetivos sin sentido, pues Apolo bien sabía que el tiempo nunca le ha faltado al hombre que había comenzado a despreciar su valor.

Sin embargo, lo que molestaba, torturaba e inquietaba al noble era que ahora tenía todo el tiempo del mundo para preguntarse y repreguntar, hasta finalmente sufrir con sus preguntas: ¿Que poco tiempo para tantos logros?, ¿o demasiado tiempo para tan pocos logros?, ¿estoy seguro de que la vida se me está consumiendo con estas metas?, ¿o tengo que empezar a mirar las cosas desde otra perspectiva?, ¿acaso no son estas metas las que me están alargando la vida?.