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E35-Oral

Mirando cómo estaban las cuatro preguntas contestadas en sus hojas, Apolo procedió a levantarse y ante la atenta mirada del niño aún aturdido, se fue del salón a entregarle sus respuestas al guardia que le había dado el examen. Abriéndose paso entre las mesas, sillas y aspirantes en el suelo, Apolo logró llegar a las puertas del gran salón, pero antes de salir el joven sintió como si alguien observara su espalda fijamente. Instintivamente, Apolo se dio la vuelta y notó como el gordo que había gritado por ayuda lo miraba sospechosamente desde un banco cercano a la salida.

—Suerte, muchacho—Murmuró el gordo tapándose la boca con su examen.

—Gracias…—Respondió Apolo sin entender por qué el gordo se tapaba la boca al hablar.

—Si apruebas, espero que puedas festejarlo con mucho empeño desde afuera…—Murmuró el gordo pestañeando a Apolo.

—Claro, ya tengo ganas de ser mago…—Respondió Apolo sin entender a qué se refería el gordo con «aprobar».

Notando que el gordo había vuelto a concentrarse en su examen, Apolo abrió una de las puertas del salón para hallarse que el guardia que le había dado los exámenes se encontraba apoyado contra la pared que daba contra las puertas, peinándose los pocos pelos de su barba constantemente como si estuviera meditando algo de forma profunda.

—¡Ya completé mi formulario!—Exclamó Apolo enérgicamente, apoyando el examen que había resuelto en el pecho del guardia; el cual parecía estar volando por las nubes en su mente.

Al sentir los papeles chocando contra su armadura, el guardia sonrió alegremente a Apolo y sacó las manos de su barbilla para tomar el examen del joven. Luego de unos segundos anormalmente largos para Apolo, el guardia dejó de sonreír y gritó con alegría:

—¡Oh!, ¿Ya terminaste, muchacho? …

—Supongo, ¿Ahora qué sigue?—Contestó Apolo aún asustado por el grito repentino; parecía que tras estar trabajando más de 16 horas seguidas de verdad el guardia se había quedado durmiendo con los ojos abiertos.

—¡Oh, qué impaciente!, ¿No tienes ganas de revisar el examen?, recién acabo de volver del baño y aún faltan 4 minutos—Dijo el guardia mientras miraba las respuestas de Apolo con curiosidad—Sabes por la cara de maldad en la cara del mago cuando me dijo las respuestas de este examen: parecería que nadie iba a poder contestar correctamente estas preguntas, pero se ve que eres un genio, muchacho.

—Evidentemente—Respondió Apolo bastante feliz por recibir un elogio de un desconocido —¿Ya puedo ir a la segunda instancia de la inscripción?

—Por supuesto, este examen está perfecto, son exactamente las mismas palabras que me dijo el mago: ¡Estás más que aprobado!—Gritó el guardia con euforia, mientras le sonreía alegremente a Apolo y le palmeaba los hombros con satisfacción— El examen oral se realiza en el segundo piso, salón 4B, sigue las indicaciones y buena suerte, muchachito.

Entendiendo que esta instancia había sido completada, Apolo subió las escaleras del castillo y siguió las instrucciones en los papeles de las paredes para poder encontrar el salón 4B. Al encontrarlo el joven no tocó la puerta y entró, observando el interior del salón: la sala 4B era mucho más chica que el salón anterior y en su interior únicamente se encontraba un viejo mago durmiendo sobre un escritorio. El mago tenía el pelo blanco como la nieve y tenía una larga barba blanca que era usada como almohada en el escritorio, por lo demás el mago estaba vestido con una larga túnica negra, la cual era la vestimenta tradicional de los magos del imperio.

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Apolo se acercó al viejo durmiendo y sin muchos modales gritó para despertarlo:

—¡Disculpe! ¡Terminé la anterior instancia y me dijeron que venga acá!

El mago lentamente abrió los ojos para ver cómo Apolo lo miraba de mala gana, como buscando algo de él y sin tener mucha paciencia para esperar.

—¿Aprobaste, mocoso? —Preguntó el mago con una expresión llena de sorpresa en el rostro.

—Terminé la anterior instancia y me dijeron que venga acá—Volvió a repetir Apolo algo impaciente por terminar el proceso y convertirse en mago.

—Jo, jo, jo, se ve que eres un genio…—Río el mago de forma extraña; feliz de encontrar a alguien tan talentoso como para responder sus preguntas—¿Cómo te llamas, muchacho?

—Apolo de los bosques negros

—Se ve que tus hermanos te robaban la comida, eres un coloso bastante desnutrido, ja, ja, ja—Continuó riendo el mago mientras su vieja mano chocaba contra el escritorio.

Apolo, sintiéndose ofendido, quiso defenderse, pero antes de que dijera lo que pensaba, el mago soltó las palabras que había anhelado escuchar durante estos seis largos meses de viaje, por lo que el joven solo se quedó sonriendo como un tarado.

—Bueno, la instancia oral está aprobada, Apolo. Si lograste responder que es un «bismuto», claramente tienes la suficiente experiencia como para convertirte en un mago y no es necesario que perdamos el tiempo con preguntas irrelevantes. Así que: ¡Felicidades por convertirte en un mago del imperio, muchacho!

Al decir esas palabras, el viejo mago levantó la palma de su mano y fuegos artificiales comenzaron a inundar la habitación, luego se sacó de la manga una tarjeta y se la entregó a Apolo, diciendo:

—Ten muchacho, entrega esto en el tercer piso, salón 1C.

Apolo miró con algo de extrañeza la tarjeta que le estaba dando el mago: era bastante pequeña y solo se podían ver dos grandes ojos dibujados en ella, exactamente igual a la tarjeta que le había entregado el ministro de magia en una carta. Sin embargo, antes que pudiera preguntar por qué las dos tarjetas eran iguales, el mago ansioso por volver a dormir, se había levantado para empujarlo hacia la salida.

Enojado por los empujones, Apolo salió del salón por voluntad propia y vio con aturdimiento como casi 100 personas con las que había llenado el «formulario» estaban afuera del salón haciendo cola para entrar. Desde la otra parte al notar que el joven salía, la atención de las casi 100 personas se centró exclusivamente en la tarjeta que Apolo aún tenía en la mano.

Ante el aturdimiento de todos los presentes: incrédulos de que Apolo haya pasado la instancia oral, el mismo hombre gordo que tenía aspecto desesperado durante la instancia escrita salió del fondo de la fila para acercarse a Apolo y sin preguntar el gordo abrazó con fuerza al joven mientras reía con júbilo:

—Ja, ja, ja, me alegro de que se haya convertido en un mago, mi hermano de otra vida. Usted es una buena persona: ¡Nunca voy a poder olvidarlo!, Ja, ja, ja.

Sin esperar ver el rostro molesto de Apolo por el abrazo repentino de un desconocido, el hombre gordo descaradamente se metió en el salón donde se encontraba examinando el mago saltándose toda la fila.

Inmediatamente, las personas de la fila volvieron a reaccionar y notando que alguien se había colado comenzaron a quejarse e insultar en voz alta. Por su parte, con mucha incomodidad al ver que su cuerpo se había manchado con el sudor del gordo, Apolo continuó su marcha ignorando las personas furiosas en la fila y se dirigió directamente hacia el tercer piso del castillo: esperando finalmente terminar el «trámite».