El tercer piso del cuarto castillo no era un lugar tan transcurrido, por lo que muy poca gente podía verse caminando por los pasillos y prácticamente no había un solo guardia; sin embargo, las indicaciones seguían estando en las paredes, por lo que no fue demasiado complicado para Apolo hallar el salón 1C.
Sin tocar a la puerta y guardándose los modales, Apolo entró en el salón y observó como en el interior un mago lo miraba con curiosidad desde atrás de su escritorio. El mago tenía un largo pelo rojo y una abultada barba roja ocultando la mitad inferior de su rostro pecoso. Y como todos los magos, él mismo era fácilmente identificable gracias a la túnica negra que portaba.
Al ver que Apolo no tenía intención de presentarse, el mago le hizo un gesto indicando que se acercara y se sentara en la silla de delante de su escritorio. El joven noble entendió la señal y mientras ojeaba con curiosidad la habitación procedió a sentarse delante del mago.
Esta habitación estaba cuidadosamente decorada a diferencia de las otras salas del castillo en donde brillaba la improvisación, estanterías rodeaban todas las paredes y en cada estantería podían encontrarse libros y objetos desconocidos para Apolo. En uno de los lados de la habitación se encontraba el mueble más llamativo del cuarto: un escritorio de madera completamente blanca, cuidadosamente colocado para que el mago que lo usaba pudiera ver de frente a todas las personas que entraban en esta sala. Por su parte, la única iluminación de la sala provenía de una gran chimenea pegada a las paredes que emitía constantemente un fuego verde para nada reconfortante y de aspecto inquietante.
—¿Tienes la tarjeta? —Preguntó el mago mirando a Apolo con hostilidad.
Sin decir nada, Apolo sacó una de las tarjetas que guardaba en su bolsillo y se la entregó al mago al frente de él. El mago recibió la tarjeta y la miró con cuidado antes de guardarla en uno de sus bolsillos.
—Qué sorpresa que hayas pasado todas las instancias a estas horas, el interés del viejo Hefesto en los examinados tiende a ir decayendo con el tiempo—Comentó el mago alegremente mientras jugaba con su barba, cambiando completamente su actitud hacia el joven de enfrente—¿Se puede saber el nombre de tal genio?
—Apolo de los bosques negros—Respondió Apolo de forma algo tosca, hipnotizado por lo bien cuidada que estaba la barba del hombre frente a él.
—¡Así que es el joven coloso! —Exclamó el mago con una sonrisa oculta por su barba—Encantado en conocerte, Apolo, soy Dorien de pueblo blanco: el ministro de magia del imperio.
Al escuchar el apellido y el puesto, la espalda de Apolo se enderezó: sabiendo que de esta persona dependía su futuro. El joven sabía bien que la persona al frente de él tenía más estatus que él por su puesto diplomático y por qué al igual que él, Dorien pertenecía a otra familia de nobles principales, en este caso pertenecía a la familia de pueblo blanco. Al igual que la familia de Apolo, el título principal de la familia de pueblo blanco era el de una baronía que estaba en dependencia directa con el emperador, por lo que el jefe de esta familia también podía ser llamado rey de pueblo blanco.
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Tradicionalmente, la familia de pueblo blanco tenía una postura aislacionista como la de Apolo y esta semejanza provocó que las dos familias tuvieran históricamente una muy buena relación entre sí. Aunque había una gran diferencia entre las dos familias y esa era su especialización, cuando todos los familiares de Apolo nacían pudiendo ser excelentes soldados, la gente de pueblo blanco asentaba su poder diplomático en el imperio gracias a sus grandes magos.
—Tu abuelo me comentó que vendrías, lástima que llegaste en un día horrible…—Dijo Dorien mientras continuaba jugando con su barba como si fuera un tic—Hoy son los exámenes generales para los plebeyos y nobles de segunda, por lo que es posible que el castillo esté algo transcurrido: espero que no te haya molestado.
—Me sorprendió que tanta gente quiera ser mago—Comentó Apolo sabiendo que esto era un boleto de ida a ser desheredado.
—El sueño de muchos plebeyos es convertirse en un mago, al fin al cabo solo se requiere de talento para aprobar el examen—Explicó Dorien con una sonrisa oculta por su barba—Aunque no es precisamente fácil aprobar el examen si uno es plebeyo: pocos son los que logran aprender a leer y aún más pocos son los que están dispuestos a pagar para poder dar el examen. En cuanto a los magos nobles, la realidad es que la mayoría acude empujado por su mala fortuna al nacer, por eso me sorprendió tanto cuando tu abuelo me contó que querías ser un mago.
—¿Eh?… Digo, sí, siempre quise ser un mago, la magia siempre me pareció curiosa…—Respondió Apolo con nervios, recordando que le dijo a su abuelo que quería ser un mago solo para ganar tiempo y de esa forma continuar explorando el bosque por más tiempo. Y en estos momentos, su principal motivo para convertirse en un mago no era precisamente del todo puro: ya que la principal aspiración del joven como mago era lograr la estabilidad financiera y política que el título otorgaba.
—Así que tienes curiosidad por la magia, esa es una gran virtud, Apolo…—Dijo con lentitud Dorien de forma reflexiva mientras se levantaba del escritorio y procedía a dirigirse a uno de los estantes en las paredes—Ojalá más gente de tu familia nazca con esa curiosidad por la magia…
Dorien buscó en el estante un libro de portada de cuero negro, algo corrompido por el tiempo y sin título ni descripción visible en ningún lado. Con lentitud, el mago nuevamente se acercó a su escritorio y abrió una caja de madera que ya tenía preparada arriba del mismo. Apolo pudo ver que dentro de la caja se encontraba un caldero, unos frasquitos con polvos y plantas secas desconocidas.
—Por tu mirada pareces algo perdido—Comentó Dorien notando la curiosidad en los ojos de Apolo, mientras él procedía a agarrar el caldero y colocarlo sobre el fuego de la chimenea del salón—¿Tu familia no te explicó qué es el test de Hades?
—No sé lo que es eso—Respondió toscamente Apolo, mientras miraba cómo el mago tiraba un poco de líquido en el caldero.
—Es un test que sirve para identificar cuál es tu principal atributo mágico—Explicó Dorien mientras tiraba un poco de polvo negro al caldero y lo mezclaba con cuidado.
—Si no me equivoco, mi principal atributo es fuego: como la mayoría de miembros de mi familia—Respondió Apolo con algo de dudas.
—El atributo no tiene nada que ver con la sangre, depende de cómo creciste…—Dijo Dorien mientras continuaba agregando polvos de diversos colores al caldero—O mejor dicho con las cosas con las que creciste: por ejemplo, si creciste rodeado de fuego o con una obsesión por el fuego, entonces tu destino es ser un mago que se especializa en el fuego.
—¿Mi destino? —Respondió Apolo sintiendo un escalofrío en la espalda, el segundo consejo de su ancestro remarcaba que aceptara su destino: tal vez se estaba refiriendo a este test y no tanto a actuar literalmente como un criado.