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E118-El viaje a la nada

Pese a las preocupaciones del joven, el carruaje dio inicio a su largo viaje hasta el ministerio de magia. Para cuando Apolo terminó de comerse su desayuno, menos tiempo del que le gustaría había pasado y todavía quedaba recorrer un largo camino por delante; realmente el problema con las distancias se iba haciendo cada vez más evidente a medida que pasaba el tiempo viviendo en esa marginada mansión.

Aburrido por el largo viaje, Apolo miraba por la ventana curioseando la vida de las demás personas en la capital. Aunque lo cierto es que pareciera más la vida de los criados que de los nobles que tanto dicen vivir en este lugar, puesto que a estas horas tan tempranas de la mañana Apolo solo podía ver a los criados trabajando en los jardines.

Tras unas pocas horas curioseando finalmente el aburrimiento volvió a ganar la batalla y la curiosidad de Apolo se fue apagando. Por lo que el joven decidió hacer otra cosa para matar su aburrimiento y decidió sacar de uno de sus bolsillos la vieja y confiable carta dejada por su ancestro con los pasos a seguir para ser un buen mago en este imperio. Realmente Apolo tenía un segundo objetivo para ir hasta el ministerio de magia el día de hoy y era cumplir el último consejo dejado en la dichosa carta, pese a ello los ojos desganados del joven mientras releía el documento parecerían indicar que el último consejo era más un desperdicio de tiempo que otro gran paso en su vida.

Y no era para menos, puesto que el quinto consejo era ni más ni menos que retirar un libro en específico en la biblioteca imperial de magia, en principio la tarea parecería fácil de cumplir, pero había un pequeño problema, por no decir un gigantesco problema y dicho problema en cuestión eran los tiempos: ¡Su ancestro había muerto hace más de mil años!.

Era prácticamente imposible que ese libro en específico siguiera estando en donde su ancestro había indicado en su legado, pero lo cierto es que aún había esperanzas, puesto que los pasos para encontrar el libro parecían ser lo suficientemente complejos como para permanecer oculto de los ojos ignorantes durante más de mil años. No obstante, el verdadero problema que estaba matando las esperanzas de Apolo era justamente la gente que conocía de la existencia del remarcado libro, es decir los dos magos previos a él que tuvo su familia durante estos mil años. Si alguno de los dos magos sacaba el libro del lugar siguiendo el consejo de su ancestro y luego nunca lo regresaba a su escondite, entonces claramente a Apolo le sería imposible cumplir este consejo.

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Estas pocas probabilidades de éxito fueron las que provocaron que Apolo retrasara esta «tarea» hasta este punto en donde realmente ya no había más consejos por cumplir. En principio, Apolo ahora era completamente un mago y ya había cumplido con la voluntad de sus dos antepasados, esto sería fantástico si no hubiera un «ligero» problema: Además de cumplir los consejos de su antepasado, no había más motivaciones en la vida del joven noble.

Apolo lo sabía bien: el tiempo poco a poco le fue dando sus logros y le permitió cumplir las palabras de sus ancestros como se había propuesto. Pero ahora al joven solo le quedaba cumplir el último consejo «imposible» y luego la nada misma: No había más camino por delante para Apolo y hace tiempo el joven había tomado la decisión de terminar de caminar este camino sin sentido cuando llegara a su última meta.

Para Apolo todo carecía de sentido más bien no de urgencia: Explorar el bosque, el viaje a la capital, llenar la mansión, encontrar los Gururis «perfectos», criar a sus dos propios Gururis y ahora encontrar la edición exacta de un libro en la biblioteca imperial. Eran estas metas sin sentido, en una vida carente de sentido, las cuales habían provocado que el joven hace tiempo entendiera cómo terminaría esta historia, o mejor dicho cómo quería terminar esta larga historia.

Toda esta gran tragedia comenzó cuando el joven dejó de explorar el bosque e inició su viaje a la capital, fue entonces, en ese instante, que Apolo se dio cuenta de que no importaba de nada encontrar el acantilado: no tenía ningún sentido explorar el bosque todos los días, incluso si finalmente encontrara el acantilado la cruel realidad le enseñó al joven que lo más probable es que solo lo haya estado buscando por tanto tiempo para finalmente poder tirarse por él y terminar con toda esta desgracia a la cual muchos llaman vida. No obstante, Apolo nunca encontró el acantilado. Sea por casualidad o por el destino el acantilado no apareció y acá estaba el joven noble rumbo al ministerio de magia, pensando en que es lo que seguía luego de que descubriera que el libro ya no estaba en su lugar. O mejor dicho, pensando como se despediría del sol de todos los días y qué palabras le escribiría en la carta que debía mandar a sus familiares.