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E120-Accidentes

Pacientemente Apolo esperó por unos cuantos minutos en el sillón a que le dieran el veredicto final del ministro de magia. Por otra parte, Finz se mantenía en un silencio incómodo, mientras releía las cartas arriba de su escritorio incansablemente, fingiendo estar trabajando para alejarse de este incómodo momento. Desde otra perspectiva, el guardia que se había quedado custodiando a Apolo nerviosamente esperaba a que sus compañeros vuelvan con la respuesta del ministro.

Finalmente transcurrió lo que pareció ser una eternidad para que de uno de los tubos del escritorio de Finz saliera un pergamino enrollado. Al ver el nuevo mensaje apareciendo, el empleado no dudó y lo abrió para revisar su contenido. Finz leyó el mensaje tratando de no emitir emoción alguna; sin embargo, el empleado falló en la tarea y Apolo se percató de que el hombre parecía estar bastante disgustado con lo que estaba leyendo. Pero pese a ello Finz no se atrevía a demostrar ese disgusto frente a Apolo, por lo que su rostro se había quedado congelado en un intento de ocultar las emociones que tenía en este momento.

Tras terminar de leer la carta y meditar el asunto en su cabeza, Finz forzó una sonrisa y mirando a Apolo comentó con una alegría bastante bien simulada:

—Al parecer los dos pequeños «accidentes» en donde se vio involucrado fueron solucionados y el ministro dio a conocer la verdad del asunto, no obstante el ministro también le recuerda que por favor trate de no verse involucrado en estos accidentes…por un tiempo.

—Le garantizo que el ministro no sabrá nada más de mí una vez que termine mis asuntos en el ministerio—Respondió Apolo con una sonrisa irónica.

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—...—Finz no respondió y trató de evitar observar la sonrisa en el rostro del joven, y en su lugar se levantó a buscar un paquete que tenía uno de los empleados que trabajaba para él. Tras retirarlo, Finz volvió y con la misma sonrisa de antes dijo:

—Acá tienes tu patrocinio anual, es exactamente igual que el del año anterior: 3000 cristales por tu sangre noble y 3000 cristales por ser mago. Por lo demás se te aplicaron dos multas, una de 1000 cristales por romper cosas en el ministerio y 4000 cristales por interferir en una investigación mágica. Déjame aclararte que interferir no es lo mismo que destruir, si por «casualidad» hubieras destruido la investigación de otro mago tu multa sería varios años sin patrocinio, pese a que una persona común sería condenada a muerte.

—Pero yo no soy una persona común: ¿Qué fortuna, no?—Dijo Apolo con una sonrisa burlona, completamente desinteresado en la cantidad de cristales recibidos que ya no tenían utilidad para él, además de ser una buena excusa para venir al ministerio y probar suerte tratando de cumplir el último consejo dejado por su ancestro.

—No, no lo eres…—Respondió Finz con una sonrisa aún más amplia, mientras le entregaba una tarjeta negra a Apolo—Por lo demás, si no tienes otro trámite te invito a retirarte.

—Oh, de hecho tenía otra pregunta: ¿sabes en qué castillo está la biblioteca imperial para magos?—Preguntó Apolo tomando la tarjeta negra y arrojándola despreocupadamente atrás de su espalda, sin preocuparse a quien le cayó.

—La biblioteca no está en ningún castillo, está en la torre antigua: primer piso del subsuelo—Respondió Finz algo aturdido por ver como Apolo revoleaba la tarjeta negra por los aires; sin comprender por qué se había tomado la molestia de venir a buscar los cristales si no le interesaban.

Sin despedirse y olvidándose completamente de sus cristales, Apolo se dirigió hacia la gran torre ubicada exactamente en el medio de los cuatro castillos del ministerio de magia.