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E28-El Ministerio de magia

Apolo siguió «conduciendo» el carruaje hasta que pudieron divisar el ministerio de magia en el horizonte. El grupo pudo ver que el ministerio no era muy diferente a una serie de 4 grandes castillos conectados entre sí por una gran torre circular en el medio. La estructura como tal era inmensamente grande, no obstante Apolo podía observar que en casi todas las ventanas del castillo podía observarse gente andando de un lugar a otro, por lo que parecía que este lugar era sumamente transcurrido. La gran estructura central estaba rodeada de jardines, caminos y varias pequeñas estructuras que podían verse dispersas por el jardín, entre ellas Apolo alcanzó a ver algunos viveros y unos galpones aparentemente en mal estado. Al igual que el interior del ministerio de magia, los jardines circundantes también eran muy transcurridos, por lo que el joven noble podía ver gente vistiendo túnicas blancas y negras moviéndose de un sitio a otro constantemente.

Mientras Apolo observaba con curiosidad, el carruaje finalmente llegó a la puerta principal de los terrenos que rodeaban al ministerio y un guardia vestido con armadura de plata salió de su garita para ver a los visitantes.

— Mucho gusto, ¿Este es el ministerio de magia? —Preguntó Apolo al ver que el guardia se acercaba al carruaje de Orrin.

—Sí, ¿Vienen al examen de inscripción?, Llegas un poco tarde, chico—Comentó el guardia con una sonrisa, mirando la ropa elegante de noble que vestía Apolo y comprobando con más atención aún los dos carruajes negros que lo transportaba.

—¿Ya no es posible convertirse en un mago hoy? —Preguntó Apolo mirando al guardia con preocupación, para nada consciente de cómo era el trámite por el cual uno se convertía en mago.

—Tus ancestros te dieron suerte, llegas tarde, pero a tiempo…—Respondió el guardia mientras se acicalaba el abundante bigote que tenía en su rostro, ojeando el carruaje en que estaba Apolo y verificando que estaba aparentemente vacío—Aunque déjame advertirte: ¡Llegar tarde tiene sus desventajas, muchacho!. El mago que hace el examen de inscripción va endureciendo su corazón a medida que termina el día; sin embargo, recuerda ser paciente y no saltarte la fila o si no te aseguro que te será imposible pasar el examen.

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—¡Entonces no perdamos más el tiempo!—Gritó Orrin con apuro, sintiéndose culpable por no advertirle a su señor sobre esta situación: en principio era su responsabilidad como futuro mayordomo estar enterado de estos trámites burocráticos. Sin embargo, esta vez no había podido adelantarse a la situación, ya que el viejo criado nunca fue advertido de la existencia de tal examen—¿En qué parte del ministerio se toma el examen?

—Sigan el camino y doblen cuando vean un tablón con indicaciones: vayan al cuarto castillo y únanse a la cola de aspirantes a magos. Lo demás se te dirá cuando sea tu turno de ser evaluado—Dijo el guardia sacando la mano de su bigote y apuntando hacia un camino rodeado de árboles atrás de su garita.

—Bueno, gracias por sus concejos. ¡No pierdan mi valioso tiempo y avancen! —Comentó Apolo por inercia, algo apurado por unirse a la cola de espera.

—No te hagas drama: es mi trabajo dar indicaciones. Por lo demás, recuerda viajar en la parte de adentro del carruaje o te confundirán con un sirviente…—Contestó el guardia con una sonrisa oculta por su frondoso bigote, mientras volvía a entrar a su garita.

Ignorando al guardia, Orrin con apuro condujo siguiendo las indicaciones mientras los caballos en el carruaje de Apolo inercialmente lo seguían, el grupo no tardo mucho en encontrarse una larga cola de carruajes para entrar al cuarto castillo.

—¿Cuánta gente hay buscando inscribirse como mago el día de hoy? —Preguntó Apolo con enojo mirando la cola extenderse por todo el camino hacia el castillo.

—Fácilmente, hay 1000 carruajes, parece que tendremos que esperar un buen rato—Dijo Mateo con paciencia, ya acostumbrado a la espera—Si quiere puede ir a acostarse al carruaje, señor. Nosotros lo despertaremos cuando sea su turno.

—No, está bien, esperaré con ustedes—Comentó Apolo con apuro, mientras bostezaba al escuchar la palabra acostarse.