Apolo se acercó a una de las criaturas caminando como si fuera un anciano, su simulación era muy buena, como si lo hubiera estado practicando ciento de veces. Al acercarse a la jaula, el joven noble miró atentamente los ojos del Goro que estaba al frente de el, el cual era muy similar a un hombre adulto de aproximadamente 30 años de pelo negro y ojos azules. Al notar que los ojos de la criatura no emitían un débil brillo, Apolo procedió a dejar su bastón al costado de la jaula, para abrir la maleta de cuero que venía cargando, mientras ordenaba a los guardias del lugar:
—Abran la jaula de este Goro y luego retrocedan unos pasos, hasta que la criatura vuelva a concentrarse en observar mis movimientos.
Néstor había vuelto a su oficina para reanudar su trabajo, por lo que los guardias del lugar eran los únicos que habían quedado para observar el proceso de evaluación. Como era lógico, los guardias cooperaron y siguiendo las instrucciones de Apolo abrieron la jaula de la criatura.
Aunque parezca extraño, cuando la jaula se abrió la criatura en su interior no escapó, ni se movió, ni emitió sonido alguno, mostrando que no era un humano normal: ningún humano vería tan dócilmente como se abren las puertas de su prisión.
Al abrir los compartimientos de su maleta, Apolo dejó que los guardias que habían retrocedido unos pasos vieran como dentro de la misma estaba lleno de artefactos curiosos sin un sentido aparente, incluso algunos objetos no parecían tener sentido alguno como un osito de peluche o un periódico viejo. Sin embargo, estaba todo tan prolijamente empaquetado dentro de los compartimientos de la maleta que parecía que todos estos objetos misceláneos tenían una función.
Sin perder el tiempo y recordando que se venían muchas horas de trabajo, Apolo se colocó unos guantes de cuero que había en su maleta y procedió a sacar de la misma una especie de anteojos bastantes complejos con diferentes lentes. Dichos lentes parecían tener la función de cambiar la capacidad visual logrando así servir tanto para ver objetos grandes como para ver objetos minúsculos.
—A ver, ¿podrías abrir la boca?—Preguntó Apolo con una sonrisa mirando a la criatura.
—...—Pese a ello el Goro se quedó mirando en silencio a Apolo, sin hacerle caso.
Al notar el problema, Apolo procedió a sacar de su maleta el antifaz de plata que le había sido dejado de herencia por uno de sus ancestros. Sin perder el tiempo, el joven se puso el antifaz en el rostro, miró fijamente a la criatura y pegándole una cachetada, le gritó con odio:
—¡Abre la puta boca!
—...—Pero la criatura no reaccionó y solo se limpió la sangre que salió de su mejilla. Provocando que los guardias se miraran entre sí extrañados, claramente ellos podían deducir que la persona trabajando con el Goro era el experto, no obstante por algún motivo sus mentes los habían engañado por unos segundos.
Stolen novel; please report.
—Esto ya se está poniendo complicado y es solo el primer Goro…—Murmuró Apolo sacándose la máscara, dejando algo aturdido a los guardias, en sus mentes por algún motivo se había creado una laguna mental acerca de la identidad del experto por unos segundos, hasta que claramente identificaron que solo había sido una ilusión extraña. Pese a que los guardias lograron deducir los espacios en blanco en su mente, Apolo sabía que el Goro no podía hacerlo por lo que era una manera bastante útil para ir probando como su anterior dueño lo trataba. Con esa información, Apolo podía simular la actitud de su anterior dueño para ganarse la confianza de la criatura y de esa manera ahorrarse problemas, agilizando el proceso de inspección.
—¿Cómo te llamas?—Preguntó Apolo tomando de la mejilla al «hombre» delante de él, mirándolo fijamente a los ojos.
—...—Pero el hombre no habló y se quedó en silencio, respondiendo la mirada fija de Apolo con una mirada vacía como si hubiera muerto una parte de él hace poco tiempo.
—¿Por qué no responde?—Preguntó uno de los guardias algo interesado en el proceso de inspección.
—Porque está deprimido...—Respondió en voz baja Apolo, buscando un artefacto en su maleta.
—¿Y cómo se lo saca de este estado?—Preguntó el guardia.
—No se lo saca de la depresión, a los Goros le resetean la mente y el cuerpo cuando los venden—Explicó Apolo con calma—Él olvidará completamente a sus antiguos dueños y ahí dejará de estar deprimido. Una mejora sustancial contra los Géros que nacen y mueren con sus recuerdos y cuerpos intactos.
—¿Se resetean sus cuerpos?—Preguntaron varios guardias a la vez, al parecer esa pregunta fue de interés para todos.
—Sí, se le da una solución al comprador y al Goro, el cuerpo del Goro estalla y de su panza sale un bebé que crecerá hasta convertirse en el nuevo cuerpo decidido por el comprador—Comentó Apolo sin importarle que la criatura lo escuchara, mientras retiraba un frasco con arena roja de su maleta.
—Qué impresionante, hasta pueden renacer...—Comentó uno de los guardias mirando con extrañeza lo perfectos que eran estos «humanos»—¿Entonces son inmortales?
—No, pero más o menos: sí, lo son… algunas veces... pocas veces—Respondió Apolo con calma, mientras metía el dedo en el frasco de arena, para mancharse la punta del guante con un poco de arena roja.
—¿De qué depende?—Preguntaron varios guardias, impactados con la respuesta del experto.
—Depende de que tan caros sean realmente—Respondió Apolo, mientras acercaba su mano a la criatura y le metía el dedo por la nariz, forzándola a que aspirara la arena en el guante. Antes de que los guardias pudieran preguntar qué estaba haciendo Apolo, el joven ordenó a la criatura en voz baja:
—A ver, abre la boca.
—*Ahhh*…—Inmediatamente los ojos de la criatura emitieron un leve destello al ver a Apolo y abrieron la boca como le habían ordenado.
—Parece que empezamos bien…—Murmuró Apolo metiendo los dedos dentro de la boca del Goro, notando que los dientes de la criatura no eran precisamente perfectos, de hecho eran bastante afilados—¿Ven los dientes?
—Sí, tiene varios colmillos, no solo dos...—Comentó uno de los guardias.
—Eso significa que aún puede ser reseteado, es una buena señal—Explicó Apolo cambiando el lente de sus anteojos para ver con más precisión, mientras abría los párpados de la criatura para mirarlos con atención—Pero aún hay que ver más detalles, para ver si estamos ante una gema o algo común.