Los dos niños corrieron hacia la cima de la colina mientras los pasos de los guardias y el ruido del agua chocando contra las rocas se iban haciendo cada vez más fuertes. Pese a ello, Apolo nunca pudo ver a los guardias corriendo hacia él, por lo que el niño no estaba tan seguro de que tan lejos estaban realmente los guardias o porque sus pasos eran tan ruidosos.
Ignorando la cuestión lógica de por qué los guardias nunca los alcanzaban, Helena guió a Apolo hacia la cima de la colina como si su vida dependiera de ello hasta que finalmente llegaron a su destino. Para la increíble sorpresa de Apolo, la cima de la colina en cuestión no era un barranco con un acantilado mortífero al final, sino que era el lugar donde nacía un río muy pintoresco y lleno de vida. El agua transparente del río, salía constantemente del interior de una pila de rocas que creaban el característico ruido del agua chocando contra las rocas. No obstante, el río era bastante poco ancho y de solo unos pocos centímetros de profundidad, por lo que lo más correcto sería llamarlo un arroyo y no un río.
—¿Es por acá?—Preguntó Apolo mirando el arroyo con dudas, mientras se apoyaba en sus rodillas y respiraba de forma agitada tratando de estabilizarse luego de la corrida.
—Sí, ven, la entrada de mi escondite está superoculta: ¡Una vez que entremos lograremos escapar de los guardias!—Respondió Helena mientras volvía a tomar de la mano al agitado niño y lo arrastraba hasta unos de los árboles cercanos al sitio donde nacía el arroyo.
Al llegar, Apolo pudo ver una gran pila de hojas secas alrededor de un tronco caído, el cual estaba bastante podrido y lleno de hongos. Sabiendo que se dirigían a un escondite, para el niño era un poco obvio que esta era la entrada de un lugar secreto, pero si desconocías el hecho de que había un escondite oculto en esta zona era prácticamente imposible distinguir esta entrada entre el piso del bosque.
Helena se acercó al tronco podrido y haciendo bastante esfuerzo lo levantó haciendo que una gran cantidad de gusanos e insectos salieran disparados con temor. Lo cual para los ojos atentos de alguien muy despierto indicaba que el sitio había estado cerrado por ya demasiado tiempo, lo que a su vez demostraba que nadie visitaba el interior de este escondite con frecuencia, pero por desgracia Apolo no era precisamente un gran detective. Por otra parte, el niño pudo ver como debajo del tronco se encontraba un pozo cavado de forma demasiado perfecta como para que el trabajo haya sido realizado por un hombre usando una herramienta. El pozo tenía una serie de ramas de maderas llenas de musgo y en bastante mal estado pegadas en una de sus paredes, las cuales servían para bajar por el mismo, mostrando que debería haber una habitación subterránea oculta en este lugar.
Recordando como Helena había movido las hojas de los árboles caídas para esconderlos de los guardias demostrando una gran destreza mágica, Apolo preguntó:
—¿Cómo cavaste este escondite?
Si bien Apolo no era precisamente un erudito o un genio poco visto, incluso un campesino se daría cuenta de que claramente alguien había utilizado magia para crear este pozo, o en caso contrario las paredes del pozo no estarían tan bien hechas. Además de estas pistas, por una extraña corazonada Apolo sentía que Helena por alguna casualidad podía llegar a ser la discípula de una maga, lo cual por algún motivo que el niño no lograba comprender lo molestaba más de la cuenta.
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—Este escondite no lo hice yo, lo encontré de casualidad: Mira el estado que tiene los tablones, claramente este lugar fue cavado hace muchos años—Respondió Helena más rápidamente de lo que Apolo le hubiera gustado, como si fuera una respuesta preparada. No obstante, también era cierto que Helena estaba apurada escapando de los guardias, por lo que podía no estar mintiendo.
Sin dar más explicaciones, Helena comenzó a bajar por los tablones llenos de musgos del escondite mientras decía:
—Recuerda poner el tronco en su lugar antes de bajar, los guardias llegarán pronto, hay que apurarnos.
Con muchas preguntas, Apolo vio como Helena bajaba por las escaleras. No obstante, la curiosidad del niño por entender este «sueño» ganó la batalla ante la duda y provocó que el niño decidiera bajar por el túnel. Para ello Apolo procedió a meterse en el túnel apoyándose en los tablones musgosos con particular cuidado de no resbalarse, una vez que el niño metió la mitad de su cuerpo en el pozo procedió a buscar el tronco para tapar la entrada. No obstante, antes de que pudiera terminar de arrastrar el tronco hasta la entrada, el niño se detuvo abruptamente y en su lugar se asustó tanto de golpe que se quedó paralizado mirando hacia el frente: ¡A unos pocos metros de Apolo estaban los dos guardias mirándolo fijamente como trataba de cerrar la entrada del escondite!
Apolo no sabía cómo reaccionar ante la situación, por lo que se había quedado paralizado mirando a los guardias en silencio. Claramente los guardias los habían encontrado y los niños habían fallado en su misión de esconderse de ellos, no obstante los dos guardias no decían nada y no movían un músculo mientras miraban fijamente a Apolo.
Tras unos segundos bastante incómodos en completo silencio, Apolo con cuidado volvió reanudar la tarea de tapar la entrada del escondite, arrastrando lentamente el tronco podrido hacia la entrada del pozo, como si la lentitud de sus movimientos le permitiera al niño escapar de la mirada de estas dos personas que lo acechaban desde la distancia. Pese a que la idea era bastante idiota, por algún motivo estaba funcionando; ya que los guardias no se estaban moviendo y pasivamente observaron en silencio como el niño tapaba la entrada del escondite. Antes de taparla del todo, Apolo le dio un último vistazo a los dos guardias y paralizándose nuevamente observó como los dos guardias estaban sonriéndole con una sonrisa demasiado ancha para ser normal.
—¿Son mis guías?, ¿están tratando de ayudarme a entender mi misión como ancestro?—Gritó Apolo a los dos guardias portando el antifaz de plata, tratando de encontrar la respuesta al motivo de por qué no hacían absolutamente nada y solo observaban.
—...—Sin embargo, no hubo respuestas por parte de los guardias, pese a ello los dos hombres comenzaron a levantar su mano coordinadamente y apuntaron hacia el suelo donde se estaba metiendo Apolo como indicándole su siguiente gran meta.
—¿Tengo que entrar?, ¿Acá dentro están mis respuestas?, ¿por qué mierda lo hacen todo tan enigmáticamente?, ¿no sería mejor que simplemente me dieran un par de consejos en vez de tenerme como un idiota yendo de un lugar a otro sin entender el motivo?—Preguntó Apolo más enojado que consternado; el niño deducía que estos hombres con antifaz eran sus ancestros y estaban tratando de guiarlo, pero Apolo no lograba terminar de comprender por qué estas personas no lo invitaban a sentarse a tomarse un desayuno en el castillo mientras le contaban cómo era la vida de un ancestro, en vez de tener que hacerlo sufrir tanto con los enigmas.
No obstante, los guardias hicieron oídos sordos y siguieron apuntando hacia el interior del escondite como estatuas. Al ver la actitud de los guardias, Apolo se resignó a buscar respuestas por parte de los guardias y terminó de tapar la entrada del escondite bajo la acechante mirada de los guardias, provocando que la oscuridad en el pozo se vuelva absoluta. Pese a ello, la oscuridad no duró mucho, ya que coordinadamente con la aparición de la oscuridad, unos cristales fluorescentes en las paredes del pozo comenzaron a iluminar con una tenue luz los extremos de los escalones.