Durante más de una hora Zoe continuó bailando divertidamente, mientras los pobres criados se esforzaban en seguir sus pasos con sus ya cansadas piernas. Como era lógico luego de tanto bailar todos los criados estaban pidiendo a gritos poder finalizar el baile para poder comer los manjares que habían preparado con tanto esfuerzo; sin embargo, la mirada acechante de su señor provocaba que los criados no pudieran parar a descansar más que para hidratarse tomando algo de la barra de alcohol. Esto ocurrió así hasta que finalmente los criados se dieron cuenta de que algo importante había ocurrido: ¡Apolo estaba borracho!, ¿y eso qué significaba?, ¡significaba que eran libres para dejar de bailar de una buena vez!
El joven señor por su parte se encontraba tomando de dos jarras a la vez mientras ingería alimentos como un cerdo: llevándose plato tras plato de comida y ensuciándose todas sus ropas. Apolo estaba demasiado aburrido de tanto bailar y demasiado borracho como para que le importara que carajos pensaba Zoe de él, por lo que el joven procedió a seguir sus instintos y finalmente se sentó en la mesa a devorar la comida.
Zoe por su parte se dio cuenta de que los participantes de la fiesta se iban sentando en la mesa a comer, por lo que se teletransportó hábilmente al lado de Apolo y le recordó en voz alta:
—¡Señor, debería decir algunas palabras antes de empezar a comer!
—Mmmm...—Apolo miró de mala gana al feto verde que le acababa de gritar, pero por suerte la imagen de Zoe era tan distintiva, que incluso estando borracho el joven recordó que no podía ignorar lo que había dicho, por tanto, se paró con una jarra de cerveza en la mano y gritó:
—¡Mis fieles guerreros!, ¡¿acaso no se están muriendo del calor y del hambre?!
—¡¡Sí!!—Gritó toda la mesa al unísono, al parecer los criados también estaban bastantes tocados por el poder seductivo del alcohol como para importarle los modales.
—¡Entonces coman y beban como unos cerdos, porque en mi casa los modales no importan cuando se celebra una batalla!—Gritó Apolo tomando toda la jarra de golpe, mientras se levantaba a buscar otro barril de alcohol para acercarlo a la mesa. Por suerte Zoe había exagerado con las cantidades por lo que había bebidas y comida más que de sobra, incluso si todos estaban comiendo cantidades exageradas por el ejercicio que habían hecho y tomando como un barril sin fondo por el calor cada vez más sofocante en la habitación.
Viendo que el mismo noble era el que estaba mandando el protocolo a la mierda, los criados no se contuvieron y dejaron de lado el intento de comer como un noble lo haría para comer con la mano todo lo que había arriba de la mesa, mientras tomaban alcohol como si fueran sacos de arenas vivientes.
Apolo y los criados siguieron comiendo a medida que las borracheras iban creciendo y las conversaciones se iban haciendo cada vez más exageradas. No pasó más de una hora y la niebla en la habitación había empezado a cubrirlos a todos, aunque por el momento la niebla no era tan espesa y aún podían distinguirse los rostros de las personas que tenían cerca.
—Cada vez hay más niebla y hace más calor, a este paso la habitación va a terminar igual que cuando entreno, ja, ja, ja—Río Apolo como un desgraciado notando que la niebla le llegaba ya hasta la cintura, mientras levantaba dos barriles grandes y los acercaba hasta la mesa.
—¿De dónde sale toda esta niebla?—Preguntó Orrin mientras tomaba, si bien el viejo no acostumbraba tomar mucho alcohol, hoy él también se había emborrachado, en parte porque Zoe solo había preparado alcohol, por lo que no había agua para beber en los barriles y desde el otro lado porque hoy era un día para celebrarlo a lo grande: ¡A partir de mañana su hijo iría al ministerio de magia a convertirse en un mago!.
—De unas cositas que flotan entre la niebla: ya no se ven, pero sería divertido tratar de encontrarlas—Respondió Apolo escupiendo trozos de choclo para todo lado, mientras continuaba «limpiando» una mazorca con sus dientes.
—¿No les parece raro que haya niebla en la fiesta?—Preguntó Orrin mirando preocupadamente a la habitación, dándose cuenta de que había tanta niebla que no podía ver las paredes de la misma.
—También estoy algo impactado por esta extraña tradición, aunque conociendo lo feos que son los miembros de la familia imperial, no me sorprende que se escondan entre la niebla mientras celebran—Respondió Apolo tomando otro choclo para pelar.
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—¡Hace demasiado calor para mover el culo de la cilla!—Se quejó Mateo limpiándose el sudor en su cara con un trapo sucio con comida, ya demasiado borracho como para notar que se había manchado aún más la cara—¡Qué noche de mierda!, ¡odio el calor!
—Ja, ja, ja, pero es fantástico que sea así, ¡de esa forma la noche de esta fiesta será aún más inolvidable!, realmente me recuerda a...—Gritó Apolo pasándole algo de comida a Mateo, aunque solo podía ver su silueta por lo que no estaba tan seguro que sea él.
—¡De eso no tengo dudas!—Interrumpió Mateo, justo cuando el hombre habló, la música en la habitación cambió de repente a uno más movido y agitado, provocando que las luces rojas mezcladas en la niebla parpadearan intensamente en la sala—¿Cambiaste las canciones, Apolo?
—No, no tengo idea como se cambia la música, de seguro fue Zoe. Mejor así esta música es más divertida y animada—Comentó Apolo con una sonrisa aunque para su desgracia la música parecía estar volviéndose cada vez más fuerte al punto de tornarse molesta e impedir que escuchara a las demás personas en la habitación.
Lo que Apolo y Mateo no sabían es que en realidad, Zoe no había tocado nada, sino que los cristales volvieron a tener una falla provocada por la neblina que ya llegaba hasta el techo de la habitación.
—Sí, la otra música era aburridísima, aunque se le fue la mano a Zoe con el volumen: no me escucho ni lo que digo—Se quejó Mateo casi gritando para escucharse—Voy a tratar de bajarla un poco…
Mateo se levantó de la mesa y se adentró entre la niebla en busca de poder encontrar a Zoe para pedirle que bajara un poco el volumen de la música, mientras que Apolo continuaba devorando con deleite la mazorca que tenía en su mano.
—¡Este ambiente me recuerda a mis sueños!—Gritó Apolo hacia Mateo, tratando de encontrar una buena excusa para hablar de sus sueños con su primo.
—…—Pero lógicamente Mateo no respondió, ya que se había levantado hace unos minutos. Pese a ello, la música estaba tan fuerte que Apolo no podía escuchar lo que el hombre había dicho y la neblina estaba tan espesa que el joven no había logrado ver a Mateo levantándose y hace un buen rato estaba hablando imaginándose el rostro de las personas a su alrededor.
—¡¡Que este ambiente me recuerda a mis sueños!!—Volvió a gritar Apolo, pero esta vez con más fuerza.
—...—Nadie respondió o al menos el joven no escuchaba otra cosa además de la música.
—¡¿Estás ahí?!, ¡¿o estoy hablando solo, primo?!—Gritó Apolo notando que ya no podía distinguir la silueta de Mateo, al parecer se había levantado para buscar algún trago.
Apolo esperó a que su primo volviera mientras devoraba los manjares en la mesa. Se había vuelto realmente divertido seleccionar la comida, porque el joven no podía distinguir qué plato estaba eligiendo de lo espesa que estaba la niebla, pese a ello Apolo sí podía recordar las posiciones de los platos, aunque no por mucho tiempo, ya que los barriles de alcohol seguían vaciándose. El tiempo pasó de esta manera y cuando Apolo quiso darse cuenta se había olvidado completamente de que estaba esperando a que Mateo regresara y en su lugar se encontraba más preocupado luchando con el calor en la habitación que a estas alturas le estaba resultando realmente molesto.
—Qué incomodidad, si no fuera por esta toga de mierda no me molestaría tanto esta niebla, por este motivo siempre uso mi vieja y confiable bata para entrenar: ¡No me aguanto más la sensación de sentir esta tela sudada!...—Gritó Apolo, pero nadie respondió a sus quejas o al menos no escuchaba a nadie consolándolo. Ya acostumbrado a no poder escuchar a los demás por la música fuerte, el joven se levantó de la silla y utilizando la memoria encontró los barriles, para su desgracia el joven descubrió que los borrachos de los criados habían dejado muy pocos barriles por más que Zoe haya traído más de un barril entero por persona. Viendo que el alcohol estaba por agotarse, Apolo no dudó y avariciosamente procedió a llevarse dos barriles a la vez.
Con algo de esfuerzo y luchando por no caerse de lo borracho que estaba, el joven volvió a hallar la mesa entre la espesa neblina y procedió a sentarse en el primer asiento que encontró. Dándose cuenta de lo extraña y solitaria que se sentía el gigantesco salón, Apolo con una sonrisa divertida procedió a sacarse la ropa, para así estar algo más cómodo con el calor del ambiente, sin importarle mucho las miradas ajenas dado que absolutamente nadie podía verlo entre tanta niebla.
—Ja, ja, ja, esta fiesta es espectacular…—Río Apolo desnudo mientras se hamacaba en su silla y llenaba su jarra con los barriles que se había acaparado—Solo le falta un mero detalle…
Tras decir eso, Apolo se concentró en la espesa niebla que tenía al frente de él y se quedó mirándola con una sonrisa estúpida por unos minutos como esperando que alguna clase de espíritu se manifestara reaccionando a su llamado.
—Vamos sal de una vez y ven a decirme: «Apolito, se te ve algo solitario en esta fiesta, ¿ocurre algo?, ¿necesitas hablar con alguien? …»—Gritó Apolo mirando con una sonrisa a la niebla como si realmente esperara que alguien le respondiera.
No obstante, nada ocurrió desilusionando al joven noble.
—Jamás pensé decir esto, pero realmente te extraño, Fausto…—Murmuró Apolo reflexivamente, mirando a su alrededor. Esta neblina roja con destellos parpadeantes y la música increíblemente fuerte le recordaban al joven alguno de sus sueños increíblemente bizarros.
Sintiendo que el tiempo se había detenido, Apolo siguió tomando alcohol mientras reflexionaba sobre su vida, disfrutando de la agradable sensación de estar completamente oculto del mundo detrás del manto protector de la espesa neblina.