Hermes inspeccionó con atención la muñeca, pensando cuál podía ser su significado y por qué la encontraría justo en este lugar. No obstante, el adolescente no podía formular una sola hipótesis que relacionara todo lo vivido en este sueño con esta muñeca y eso lo estaba incomodando. Tratando de descubrir la verdad detrás de este misterioso objeto, Hermes inspeccionó con más cuidado la muñeca y se dio cuenta de que la muñeca parecía tener una piedra en el interior de su panza.
Hermes trató de toquetear esta piedra para que la misma hiciera algo, pero por mucho que la apretara no parecía hacer nada raro. Cansado de intentar para fracasar, Hermes abrió la barriga de la muñeca con una pequeña llama que salió de su dedo, mostrando que la piedra en el interior de la muñeca en realidad era un cristal de color marrón. Al reconocer el cristal, Hermes lo frotó, mientras ordenaba:
—Muñeca, canta tu canción.
El cristal marrón emitió un débil brillo, pero pese a ello la muñeca no cantó ninguna canción y en su lugar la voz seca y aburrida de un hombre bastante mayor pudo escucharse hablando desde el cristal con monotonía; como si lo que contara fuera una rutina de todos los días sin significado alguno y el hombre ya estuviera bastante cansado de grabar el mismo mensaje una y otra vez.
—Inicio de la grabación. Grabación 1423 del acólito F-24: otro día, otra prueba exitosa, otro resultado fallido. Claramente, el acólito F-24 experimenta las consecuencias usuales propias de haber fusionado su mente con la de su hermano, no obstante al adentrarse en su conciencia lo único apreciable en esta oportunidad fue el recuerdo X-44, también conocido como «La cena». Como siempre durante el recuerdo no se apreció ninguna anormalidad, mostrando un claro conflicto entre lo que debería ocurrir y lo que termina ocurriendo. La única diferencia frente al recuerdo X-44 neutro, es que en la cena se comió sopa de caballo, respondiendo sutilmente a las estimulaciones brindadas en el laboratorio: demasiado sutilmente para ser considerado un resultado exitoso. Fin de la grabación.
Mientras escuchaba el mensaje carente de emoción alguna, Hermes con lentitud se dio la vuelta para observar con los ojos bien abiertos el prácticamente infinito pasillo por el cual había estado corriendo todo este tiempo, mientras algunas gotas de sudor caían de su frente, manchando su antifaz de plata. No obstante, antes de que Hermes pudiera salir del trance, otro mensaje comenzó a escucharse saliendo del cristal. A diferencia del anterior mensaje, este estaba lleno de emoción y por los ruidos de fondo que se escuchaban parecería que una fiesta estaba ocurriendo mientras se grababa el mensaje.
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—¡Inicio de la grabación! Grabación 2523 del acólito F-24: otro día, otra prueba exitosa: ¡Otro resultado exitoso para decorar mi biografía, viva la vida!. Finalmente, tras exactamente 2523 días, logramos comprender el problema en los sueños del acólito F-24 y la respuesta la dio ni más ni menos que el guardia que limpiaba la habitación: «Si todo es normal, entonces es anormal». Acaso no era evidente, ¿Por qué el acólito F-24, quien todos los días era sometido a diferentes torturas para así desarrollar múltiples traumas no presentaba ninguna de esas irregularidades en sus sueños?. ¡Fácil, justamente porque no podía hacerlo!. Desde que el acólito F-24 fusionó su mente con la de su hermano, el mismo se vio privado a poder experimentar un sueño «normal». Por lo tanto, sus sueños nunca representaban lo que le ocurría en el laboratorio, sino que en su lugar eran una copia continua de eventos que ya habían ocurrido o una distorsión repetitiva de los mismos, una y otra vez, sin demasiadas variantes, presentando una ligera influencia por nuestros estímulos dados en el laboratorio. Entonces, ¿cuál era el común denominador de todos estos sueños?. En primera parte la falta de coherencia con los traumas vividos actualmente por el sujeto en cuestión, en segunda instancia la falta de poder explicarse en sí mismos: Estos sueños carecen completamente de significado porque son el producto de dos subconscientes luchando entre sí por ver quien le da el significado al sueño, matando completamente cualquier tipo de individualidad y llevándolos a un estado neutro, constante, repetitivo y carente de valor interpretativo. No obstante, los débiles rastros de esta lucha aún son apreciables y el sujeto aún responde a los estímulos, aunque esos rastros son demasiado débiles como para poder considerar que sueña acerca del trauma experimentado. En conclusión, logramos demostrar que la fusión de mentes provocada por la maldición de Minos no es responsabilidad de las mentes fusionadas en cuestión, sino que se debe a que nunca se terminan de fusionar los subconscientes de los dos individuos, los cuales permanecen siempre en un estado de pelea constante. Entonces nace la pregunta: ¿Por qué hay dos subconscientes en el acólito F-24, si ya nos encargamos de destruir el subconsciente de su hermano?, y la respuesta como ya mencionamos al inicio de la experimentación es que el subconsciente destruido de su hermano renace del propio acólito F-24. ¿Es idéntico al original?, no, claro que no, pero ese subconsciente imaginado por el propio acólito F-24 es tan válido como el de cualquier ser humano normal. De todo esto también se deduce que el «fallido» método de Minos en definitiva terminó logrando «revivir» al hermano del acólito F-24, matándolo a él mismo y a su verdadero hermano en el proceso.