—¿Sabes cómo usar esta información, Adam?—preguntó el oso mirando al chico a los ojos.
Adam pensó la pregunta, pero no entendía que buscaba lograr el oso por lo cual simplemente negó con la cabeza.
Además, el chico sabía que el oso podría estar mintiendo. Ahora el plan de Adam era llegar a territorio seguro y preguntarle a su padrino y al viejo sin ojos. De esa forma ver si era cierto (o no) la información de que este libro mágico lo mataría.
—Ahora que sabes que hay libros inseguros podrías ver si el resto de libros que obtuviste son seguros o no—Respondió el oso con calma—¿Se te ocurre alguna idea de cómo lograrlo?
—No. El viejo sin ojos no me dice el contenido de los libros—Respondió Adam, no quería seguir el mismo destino de su profesor.
—Tú tienes dos copias de cada libro: uno infinito de la cueva y otro original—Respondió el oso a su propia pregunta—No lo pienses mucho ahora. Pero cuando crezcas y decidas dejar de ser héroe la idea va a surgir por tu cuenta.
Adam no respondió, no entendía a qué se refería el oso , y antes de poder preguntar algo el oso lo interrumpió.
—Si bien el viejo sin ojos no te dirá el contenido del libro…—Respondió el oso tomando alcohol por bastante tiempo—Si te valorará más que un juguetero, te dirá que es un libro maldito y no uno mágico. Pero no lo va a hacer: va a tratar de matarte. Esa es la utilidad final de cualquier información: recordarte cuál es tu lugar en el mundo.
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—También podrías mentirme vos y que los efectos no sean esos—Respondió Adam reflexionando en porque el oso quería ponerlo en contra del viejo sin ojos.
—Tienes razón—Respondió el oso—Solo tienes que preguntarle a tu padrino y sabrás la verdad.
—Pero mi padrino es un mentiroso—Respondió Adam con aún más dudas.
Hace mucho el niño se había dado cuenta de eso: su padrino era una persona horrible y hoy solo confirmó sus sospechas. Que clase de monstruo inhumano mandaría a un chico de 15 años a despellejar a una persona únicamente por obtener librillos. Lo más probable es que lo de la bomba fuera mentira también.
—No lo dudo—Respondió el oso de forma inmediata—Entonces descubre tu propia verdad: averigua acerca de los jugueteros.
—¿Y cómo hago eso?—preguntó Adam, si no podía confiar en el viejo ni en su padrino en quien confiaría.
—Ni idea—Respondió el oso con su voz ronca—Descubre una manera de aprenderlo. Todavía falta mucho para que obtengas la túnica negra, ni siquiera podrías entender el libro maldito.
Adam abrió el libro para ojear el idioma y efectivamente estaba en un idioma desconocido, Adam no lograba comprender nada. El idioma no se parecía al del libro negro, era más similar al de los pisos medios, por lo que Adam pensó que probablemente sea el idioma de estos pisos inferiores.
—No te preocupes tanto y regresa a la cueva. Ya aseguraste los librillos— Comentó el oso viendo al chico abrir el libro—Por lo demás: Adiós, Adam, probablemente no nos veamos nunca más.
Al decir eso el oso se marchó nadando por el suelo. Adam supuso que el oso buscaría los hongos cuando las ovejas terminaron de revisar el contenido de la maleta.
El niño miró a sus alrededores y recordó que estaba en un piso lleno de lunáticos, corriendo con lo que le quedaba de fuerzas se dirigió a las escaleras, para luego lentamente ascender y llegar hasta la cueva.