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E1-76- Blanco: ¡Todo es blanco!

El comerciante no habló más del tema luego de decir eso y solo habló para preguntarle indicaciones a Adam acerca del diseño y hacerle algunas medidas. La estantería parecía menos triste y se lo notaba algo feliz mientras trabajaba como oculista, por lo que Adam supuso que este era su capricho más que el trabajar como un comerciante.

Adam no sabía si era por su karma o porque la estantería era un comerciante honesto, pero la estantería lo terminó ayudando en el diseño de los anteojos y con mucha destreza, unos anteojos se fueron formando en la mesa de trabajo del comerciante.

Cuando el comerciante terminó, el joven héroe pudo apreciar sus anteojos, eran muy parecidos a los que solían verse por estos pisos: su cuerpo estaba formado de oro y usaba dos cristales negros como lentes que ocultaban los ojos de Adam. Los anteojos tenían grabado el nombre: 'Adam' en una de sus varillas.

Antes de que el joven tomara los anteojos, el comerciante dijo con calma:

—Estos son tus anteojos, por lo que nadie más verá con ellos y si le dices acerca de mi tienda a un solo bibliotecario: tus ojos serán devorados por los anteojos.

—¿Eh? Pero eso no era parte del trato—Se quejó Adam muy molesto.

—Es un artefacto mágico, Adam…—Respondió el comerciante mirándolo con pena—Si lees un libro mágico y divulgas su contenido, ocurre algo similar. El secreto es una de las condiciones más útiles y sencillas, es raro no verla aplicada en un objeto mágico.

Adam no entendió a qué se refería la estantería con útil, pero tomó los anteojos con algo de temor debido a las reglas agregadas a último momento. El joven héroe no sabía si debía ponerse los anteojos o desecharlos, pero como ya los había pagado, decidió confiar en el comerciante y probárselos.

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Al ponerse los anteojos, Adam noto los efectos. El suelo era completamente blanco e infinitas pisadas superpuestas podían verse. No obstante, el suelo tan blanco no le molestaba a Adam. De hecho, el joven sentía que podría clavarse un clavo en el ojo e igual no le molestaría: ese era el gran efecto de anti-ceguera activándose.

—¡No veo pistas!—dijo Adam mirando al comerciante por un buen tiempo.

—¿Qué es una pista, muchacho? ¿Buscas algo que las requiera?—Respondió el comerciante mirando como Adam miraba a todos lados en su tienda—Tienes que aprender cómo usarlos, poco a poco irás aprendiendo sus secretos.

Adam entendió el punto, por el momento no comprendía bien cómo utilizarlos, lo único que sentía útil por el momento era el efecto anti-ceguera. Si no tuviera ese efecto, el piso blanco con pisadas superpuestas le estaría cansando la vista a Adam todo el rato.

Al ver que el pelirrojo ya se había probado los anteojos, la persona de guijarros empezó a deshacerse y sus guijarros se fueron cayendo por el suelo hasta que terminó desapareciendo.

Un poco incómodo por la falta de despedida, Adam salió de la tienda con sus nuevos anteojos. El joven todavía no se había acostumbrado al suelo de color blanco por las pisadas de bibliotecarios, pero con el tiempo iría aprendiendo a vivir con estos nuevos colores.

En estos momentos, Adam debía ir a la escuela, se le hizo muy tarde para poder comprar los libros de cultura general acerca del karma bueno.

Todavía el muchacho no había realizado la celebración oficial por haber llegado a las 100 páginas y aunque sus compañeros no habían logrado lo mismo, él tenía que seguir avanzando a toda prisa según los planes de su padrino y según sus propias metas y ambiciones futuras.

Aunque, con 17 años, Adam todavía no sabía bien qué hacer después de obtener su túnica negra; sin embargo, todavía era demasiado pronto para pensar en esos asuntos.