Aquiles procedió a ofrecerles a los dos estudiantes un libro verde, mientras decía:
—Todo el día de hoy lo usaremos leyendo sin cesar la primera hoja del libro, luego iremos anotando las palabras del libro y después les pediré que lleguen a una conclusión. Los dos libros cuentan la misma historia: lo que cambia es el idioma que utilizan. Por lo cual presten atención siempre.
El profesor comenzó a leer en vos alta la primera hoja del libro rojo, luego leyó en vos alta la del amarillo y por último leyó en vos alta la primera página del libro verde. Tal como había dicho el profesor, en los tres idiomas la primera hoja cuenta exactamente la misma historia y al leerla se pronunciaba de la misma manera: aunque cambiaba la forma de expresar dichas palabras en forma escrita. La historia trata de un joven héroe y la primera página era su presentación.
—Perfecto…— dijo Aquiles con una sonrisa luego de terminar la lectura— Si abren el cajón debajo de sus pupitres, deberían poder hallar varios instrumentos para estudiar. Si se les agota alguno, solo abran el cajón otra vez y volverá a aparecer el útil faltante.
Adam hizo caso y abrió un cajón debajo de su escritorio, ahí pudo encontrar lápices, plumas, tinta, papeles vacíos, reglas y un montón de otros instrumentos. Lo más interesante es que todos los útiles estaban perfectamente ordenados, por lo que el cajón era muy estético a la vista.
—Ahora jugaremos a un juego…—Comenzó a dar instrucciones Aquiles— Cada uno debe tomar un papel e ir anotando las palabras de la primera página del libro, pero la regla es que no se repitan. El que anota la mayor cantidad de palabras gana. Y una cosa más: Tomen el lápiz, ¡No usen tinta!
Adam asintió y comenzó a copiar las palabras del libro. El niño únicamente lograba recordar el significado de algunas palabras gracias a la lectura, pero Adam no recordaba el significado de la gran mayoría de las palabras, por lo que el niño no sabía si las estaba escribiendo dos veces.
Luego de mucho tratar de recordar, Adam se dio cuenta de que eran muy pocas las palabras que podía escribir a comparación de sus compañeros. Fue entonces que un pensamiento cruzó en la cabeza de Adam y como si fuera un eureka, Adam comenzó a escribir como loco.
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Parecía que Adam había descubierto un gran secreto que lo conduciría a la victoria:
Cada palabra distinta del libro estaba constituida de mini-palabras, muy cortas, que se podían escribir en una sola traza. Lo más interesante, es que esas mini-palabras siempre se repetían. Es como si hubiera una cantidad limitada de estas mini-palabras.
Y en función del orden en que uno coloca las mini-palabras, uno podría crear una palabra distinta. Por lo que la clave de este juego no estaba en recordar el significado de la palabra; sino que la clave era ver si la mini-palabra repetía su orden con una que ya estaba escrita. Sin saber que era, Adam había redescubierto: los Caracteres.
Finalmente, el tiempo dado por el profesor terminó y por los resultados Adam se dio cuenta de la triste realidad: el pelirrojo era el último. Los otros dos chicos se la ingeniaron de alguna manera para escribir casi más de tres veces lo que él escribió.
—Los tres son ganadores: ¡Los felicitó!—Dijo Aquiles con una sonrisa en su rostro— Todos escribieron una gran cantidad de palabras y parece que ninguno repitió sus palabras. ¿Cuál fue la conclusión a la cual llegaron luego de hacer todo esto?
Tanto Bianca como Franco se quedaron un rato en silencio, pensando, pero no sabían muy bien qué responder, únicamente tenían que fijarse que no estuvieran repetidas; para ellos era una obviedad la existencia de los caracteres. Pero Adam se tomó su tiempo de explayar su 'revolucionario' descubrimiento acerca de la gran idea de las mini-palabras.
—Si, efectivamente, Adam— Dijo Aquiles al notar la explicación del chico—Esas mini-palabras son los que nosotros llamamos como caracteres y en total hay 30 de ellos. Todas las palabras de todos los idiomas se constituyen de esos 30 caracteres y lo que cambia es su secuencia para decir una misma palabra o la forma en que se los traza…
—Entonces, ¿si recuerdo estos 30 caracteres obtengo mi túnica negra?— preguntó Adam con mucha emoción.
—Ojalá…—dijo Aquiles con ironía—Pero si estás más cerca de lograrlo y eso es lo que importa. En las siguientes semanas aprenderemos cuáles son estos misteriosos 30 caracteres y como se les llaman. De tarea tienen que revisar su libro hasta hallar los 30 caracteres. Pueden llevar los útiles escolares de abajo de sus pupitres a sus casas para realizar la tarea.