La cara gigante parecía dudar de la reacción de la chica y miró al profesor con cierta sospecha.
Según la cabeza gigante: Aquiles era un profesor y su reacción debería ser ayudar a una estudiante en problemas, pero el profesor se quedó parado sin atender las súplicas de Sofía.
Y el otro chico parecía estar mirando todo, con algo de miedo, pero la cara con monóculo recordaba que ese chico patio violentamente la puerta del director, así que dudaba de él también.
Fue entonces, cuando la voz de Adam interrumpió el silencio incómodo:
—Profesor cuáles son las reglas de esta estantería?— preguntó Adam haciéndole caso a su padre y tratando de ayudar a Sofía; que se encontraba llorando en suelo,
Pero tanto Aquiles como Sofía lo miraron como si hubiera preguntado una locura.
—¡Tú tampoco eres un niño! ¡Ningún niño se preocupa por eso!— Grito la cabeza de madera con enojo pero manteniendo su elegante voz.
—¡Sí que lo soy, tengo 10 años, viejo gruñón! ¡Usted es una estantería mala; no sigue las reglas! ¡Hay que ignorarla, vámonos, Sofía! ¡Esta cara gigante únicamente busca engañarnos!
El monóculo de madera tembló con la insolencia del mocoso, pero no actuó, esa si fue la reacción de un niño: inocente y tratando de ayudar a su amiga en problemas. Así que dudaba, lo más importante era que el joven parecía tener algunos indicios de ser bueno bajo sus estándares de estantería y la otra chica no; eso había despertado su duda inicial.
Con muchas dudas sobre cómo actuar, la estantería decidió ignorar al muchacho por el momento. La cabeza gigante miró a Aquiles y dijo con la misma voz refinada:
—¡Tú no mereces ser profesor en mi hexágono: ninguno de tus estudiantes te quiere!
—¡No,no,no ,no y no!—Contestó Aquiles incrédulo de que esto le estaba pasando a él; para él esta estantería era un mito de la escuela— ¡Ellos me aman, lo juro que me aman! ¿No cierto, Sofía?
—No lo quiero ¡él es malo!— dijo Sofía de forma infantil buscando usarlo de cebo para calmar a la estantería— él me obligó a patear la puerta del profesor, si no lo hacía nunca hubiera aprendido a leer. ¡Solo quería poder continuar mis estudios!
La cara gigante parecía tener ciertas sospechas y miró fijamente a Sofía. Su monóculo vio que al condenar a su profesor, la mancha en los ojos de Sofía parecía hacerse un poco más negra.
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—Los niños nacen puros— Dijo la cara gigante con voz tranquila y refinada —Ningún chico de 12 años haría las atrocidades necesarias para tener un mal karma; ¡Quedas expulsada de mi escuela!
*Puff* Aquiles se desmayó en la puerta del aula de profesores y cayó al suelo de manera abrupta.
Por su parte Adam estaba petrificado, temblando por el miedo; la cara podía expulsarlo a él también, ya que al igual que Sofía: la cara le había dicho que él no era un niño de verdad.
Sofía se quedó parada, pero sé volteo para ver a Adam temblado y aturdido, quiso decirle unas palabras, pero entonces empezó a tomarse su panza con dolor en sus ojos y cayó al suelo. Su túnica se rompió y lo que parecía ser un libro luchaba por salir de su estómago.
*Ahhhhh* Sofía gritó con fuerzas y empezó a rodar en el suelo del dolor mientras un libro luchaba por escapar de debajo de su piel.
—¡Ayuda!—Gritó Sofía con agonía, mirando a los ojos de Adam— ¡Ayúdame, Adam! ¡Detenla! ¡Por favor te lo…!
*Crash* Un libro amarillo surgió del estómago de Sofía; creándole un agujero en la panza, con mucho dolor miro a su estómago destrozado y la sangre saliéndose constantemente junto a algunas tripas.
De repente el libro se abrió mostrando dos páginas completamente blancas, el cuerpo de Sofía estalló como si fuera una burbuja: sin dejar ningún hueso y la sangre se transformó en tinta. La tinta voló hacia el libro.
El Libro comenzó a ir pasando las páginas a medida que usaba la tinta para inscribirse hasta formar un libro idéntico al que había elegido Adam.
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Recuerdo haber llorado al comienzo cuando vi a Sofía sufriendo en el suelo, pero cuando observé a Sofía estallar y la sangre manchó parte de mi cuerpo, me di vuelta e ignoré esa cara de madera gigante.
Recuerdo que la cabeza gigante abrió la boca para decirme algo que nunca pude recordar, pero yo ya estaba corriendo cuando lo dijo y comencé a correr con toda mi alma, no pedía ayuda, solo corría y corría por los pasillos infernales que parecían infinitos y gigantes.
Varias veces la cara gigante volvió aparecer delante de mí para decirme algo, pero estaba en un trance donde únicamente corría y corría por esos pasillos llenos de vueltas y vueltas, así que nunca supe que dijo.
Finalmente, llegué al aula. Abrí la puerta (creo que ni la cerré). Recuerdo que me escondí debajo del pupitre, con las manos en la cabeza, ocultándome con el relleno de la caja de zapatos que había dejado en el aula.
Me di cuenta de que eso no me cubría del todo y la cabeza gigante parecía estar formándose en el aula.
Nunca olvidaré la desesperación que me agarró, decidí meter todo mi cuerpo en mi túnica blanca y me hice una bolita abajo del pupitre, mirando al suelo. Así pase todo el día, no lloraba, no hacía ruido, solo era una pelotita blanca abajo de un pupitre de madera en el aula de la escuela.
No sé cuanto tiempo paso (supongo que horas). Pero recuerdo escuchar a alguien abriendo la puerta de madera y buscarme por un buen rato llamándome por mi nombre; pero yo era una pelotita blanca (no Adam) en ese momento.
Luego me encontró y me dijo algo (no lo recuerdo), no obstante recuerdo que era César y me dio una hoja comestible, bastante rica; sabía igual a los champiñones de la cueva.