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Los ositos...que lindo recuerdo.

Los tres chicos miraron a su profesor de forma algo aturdida y volvieron asentir con la cabeza, Aquiles solo continuó explicándoles cómo alimentarlos y rezo por que hubieran comprendido la lección más importante.

Adam con mucha alegría se puso a alimentar a los librillos. Era realmente bonito ver como las pegatinas iban adquiriendo forma en tres dimensiones y se alimentaban del polvo en el suelo, luego de un tiempo todos pudieron volver a sus casas.

La clase de hoy había durado menos, por lo que Adam aprovechó lo que quedaba del día para seguir las instrucciones de su padrino y el viejo sin ojos, por suerte o por desgracia para él, los dos querían que participe en la guerra.

Aunque Adam no sabía muy bien cómo era que esto se llamaba participar: la tarea de él era pararse cerca de la escalera y esperar, por el momento nunca había pasado nada. Pero su padrino siempre le pedía hacer esto todas las mañanas desde el primer día que le dijo acerca de la ascensión.

Adam se quedó esperando un buen rato, pero como todos los días, luego de estar una hora esperando y ver a la gente ir y venir, no mucho más ocurrió. Por lo que Adam decidió volver a la cueva, quería preguntarle al viejo sin ojos si conocía algún librillo con los cuales él pudiera jugar.

Con pasos constantes, Adam llegó hasta la cueva , como era habitual el viejo lo hizo pasar, pero antes de que él le preguntara algo, el viejo sin ojos preguntó primero:

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—¿Alguna noticia muchacho? Tienes que conseguir esos libros mágicos para que este viejito adorable pueda ser feliz.

—No, sigue sin pasar nada— Contestó Adam con muchas dudas sobre el método— No entiendo por qué esperar cerca de la escalera me va a dar un libro mágico.

—Tienes que hacer caso a tu padrino, joven héroe—Dijo el viejo sin ojos con seriedad— Esos libros mágicos son raros e importantes para tu futuro. Si te quedas esperando en la escalera algún día alguna estantería te pedirá algún favor y ahí obtienes tu libro.

—Pero es peligroso quedarse mucho tiempo en el piso 4— dijo Adam preocupado.

—Los héroes no le tienen miedo al peligro— Contestó el viejo sin ojos sin vacilación— Tu padrino te ayudará cuando tengas que hacer el favor, él no te mandaría a esperar si fuera muy peligroso.

—Bueno, voy a seguir esperando—Contestó Adam con molestia, para él esperar una hora todos los días estaba siendo super aburrido— ¿Conoces algún librillo, viejo?

—Unos cuantos de confianza—Dijo el viejo, unos ojos volvieron a surgir de su cara y miraron al muchacho con sospecha, mientras preguntaba con muchas de dudas— ¿Quién te mandó a preguntarme eso, Adam?

—Solo quiero jugar, son lindos—contesto Adam mientras buscaba su libro amarillo para preguntarle a su padrino como hallar un librillo.

El viejo sin ojos se quedó mirando a Adam por unos cuantos minutos, sabía bien quién era Adam y esa apariencia infantil no lo engañaba, pero cuando noto que el chico estaba notando algo inusual en su mirada, dijo de forma apurada, ocultando sus ojos:

—Si me consigues otro libro mágico, te presentaré algunos librillos. Los conozco hace muchos años y son super lindos; se parecen a una familia de ositos cariñosos.

Adam con felicidad asintió y se preparó para hablar con su padrino.