—¡A conseguir mi túnica negra!—Contestó Adam emocionado.
—¡Esa es la actitud de un verdadero estudiante! —Dijo el profesor con una sonrisa amable, algo forzada— Para lograr eso solo tienes que aprender un idioma a tu selección, por suerte para vos: tengo maestría en tres idiomas, así que vas a tener muchas opciones para elegir.
Aquiles se levantó de su asiento y sacó una caja de madera. Adentro de la caja se encontraban 4 libros en su interior con tapas de diferentes colores: verde, amarillo, rojo y negro. Aquiles tomó 3 de los libros y cerró la caja.
A continuación, el profesor puso los tres libros sobre la mesa y comenzó a explicar de qué tratan cada uno:
—Este libro verde es bueno para aprender el idioma que usan en los pisos superiores; por lo cual es bastante útil si planeas explorar los pisos de arriba. El libro rojo es útil para viajar a los pisos inferiores, pero no te recomendaría estudiar este idioma. ¿Reconoces cuál es el amarillo?
— ¡Si! —Contestó Adam con la felicidad de un niño que sabe la respuesta correcta— Ese es el idioma que utilizamos en los pisos donde vive mi papá y dónde está la escuela.
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—¡Correcto, Adam! —Felicitó el profesor — Es por eso que este es el idioma inicial más útil para vos; es muy probable que tus padres ya te hayan enseñado un poco y eso va a hacer que puedas obtener tu túnica negra más rápido: ¿Cuál de todos los libros eliges?
—¡El libro de color amarillo! — Gritó Adam, algo impaciente por obtener su túnica negra.
El profesor asintió y volvió a guardar los otros libros no seleccionados en la caja. Luego, el profesor tomó el libro que quedó sobre la mesa y se lo entregó en la mano Adam, mientras le decía:
—Tu primera tarea será preguntarles a tus padres que dice la primera hoja. Luego trata de intentar entender las demás usando lo que aprendiste por tus padres con la primera hoja. ¡Pero no le preguntes qué dicen las siguientes! ¿Entendido?
— ¡Claro, profesor! — contestó Adam algo emocionado
—Bien— Dijo el profesor con felicidad, al ver un chico tan colaborativo— por lo demás, puedes irte más temprano de la clase hoy, pero emplea el tiempo que estás ganando haciendo la tarea. Suerte en el camino, Adam. Y la próxima vez que vengas trata de no perder tiempo hojeando libros que aún no puedes leer. Se nota el polvo de tus zapatos.
Adam se miró con vergüenza sus zapatos y trató de ocultarlos con su túnica, pero su túnica no era tan larga para lograrlo. Con rubor en su cara, Adam se despidió mientras se iba del salón de clases.
—Un joven curioso...— Murmuraba el profesor con tono frío—Que peligro…