Adam explicó sobre el tema con gusto, también esperaba conocer algo más sobre cómo funcionaban las estanterías: esa era una información que ningún libro dice. Luego de escuchar atentamente la información.
El viejo sin ojos sonrió porque el chico estaba hablando de algo que al le importaba de forma gratuita y dijo:
—Un sorteo, uso, trabajo, secreto, karma y gratitud. No me parece suficiente, tiene que haber algún truco que no entiendas, muchacho.
Adam pudo entender donde estaba el secreto de estas estanterías: cuanto más complicado lo hacía una estantería mejor podía ser la recompensa ofrecida. Había obtenido algunas pistas acerca de esta valiosa información el día que obtuvo la máscara. Pero el viejo sin ojos le acababa de decir directamente 5 factores fundamentales a considerar cuando uno trata con una estantería.
—Se me ocurre un truco más…—Respondió Adam con astucia, volviendo a abrir los ojos y mirando al viejo sin ojos.
—¡¿Cuál?!—preguntó el viejo con velocidad e impaciencia.
—¿El libro que obtuve hoy es mágico o maldito?—preguntó Adam con una sonrisa y cerrando los ojos de nuevo para relajarse en el agua del lago—Es un buen trato… Estoy más que seguro que no me equivocó… Recuerda que soy un estudiante de esa escuela y el que le compró el pase al infinito a César: ¿Quién más además de mí entendería el secreto del barón?
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El viejo sin ojos miró a Adam por unos minutos, pero en el fondo sabía que esta información valía la mitad de los libros de sus estanterías para él: era ni más ni menos que las condiciones para lograr que alguien lograra semejante locura, cómo ascender con un pase. Si él pudiera lograr replicar lo mismo sería una entidad divina para estos bibliotecarios.
Posiblemente, esa era la meta real del barón a largo plazo y su apuesta más arriesgada, transmitir la información se complicaba con el secreto, pero en unos cuantos milenios, ya empezarían a aparecer los mitos de la posibilidad de ascender usando las escuelas del barón.
Entender esto para el viejo sin ojos: era entender al barón y entender al barón: era una posibilidad de obtener un estatus altísimo en esta biblioteca y para el viejo sin ojos esto está información estaba abriéndole la mente: era posible transformarse en una estantería que desafiara al infinito y en un dios para los bibliotecarios.
El barón lo había logrado, pero faltaba milenios, para que los mitos corran por los pasillos de estas estanterías. Más aún, el viejo sin ojos ahora podría impedir que lo logre y tratar de replicar su método. Además, los planes secretos del viejo sin ojos también eran muy ambiciosos: no por nada se dedicaba a criar héroes y tener a una estantería divina tan cerca podría arruinar los planes de muchas estanterías, incluyendo sus propios planes.
El viejo sin ojos se quedó reflexionando por un buen rato. Quería que el chico pensará que él lo estaba estafando y no al revés. Finalmente, con voz algo durativa, el viejo sin ojos respondió la pregunta de Adam de mala gana:
—Es un libro mágico, pero poco útil…
—Poco es mejor que nada…—Respondió Adam con mucha alegría; parecía que hablar tanto con su padrino le había enseñado algo útil y hoy había obtenido información muy costosa —Una posible condición son los idiomas. A más idiomas aprendidos, mejores recompensas, la escuela únicamente enseña idiomas y todos los profesores aprenden idiomas como locos.