Al escucharlos, Adam reunió coraje y se dio la vuelta, pero con aturdimiento observó, que ninguno de los tres estaba en los pasillos de madera del piso medio. Los dos chicos salieron del estado de aturdimiento al perder la mirada de Adam y miraron con asombro cómo había cambiado el ambiente.
Los pasillos seguían estando, pero sus pisos parecía estar hechos de tierra pantanosa, había charcos y plantas por todos lados, las estanterías que formaban los pasillos, parecían estar hechas de madera podrida y muchas estaban rotas, prácticamente todas estaban vacías sin ningún libro en sus estantes. Salvo algunas pocas que tenían uno o dos libros en sus estantes, cada libro parecía estar en bastante mal estado y llenos de polvo.
No había antorchas o lámparas en los pasillos, pero los pasillos estaban iluminados con una luz roja suave que parpadea creando momentos de oscuridad muy similar a la casa de los librillos. Adam se sorprendió porque vio las mismas flores rojas, que en el laberinto, parasitando algunos tablones de madera podrida de las estanterías, eran pocas por lo cual la iluminación era aún peor que en laberinto.
Adam miró al piso con sorpresa, cuando notó las anomalías se había vuelto a poner sus anteojos, pero estaba observando los charcos y la tierra marrón: ¡No había una sola pisada en el suelo! ¡No había bibliotecarios en este lugar!
Adam vio la estantería del viejo sin ojos, pero no parecía ser la misma, únicamente era una estantería vacía con todos sus estantes y tablones rotos. Mientras observaba con atención su entorno noto un ligero murmullo molestando sus oídos.
—¿Ustedes también pueden escuchar las voces?—Pregunto Apolo con algo de miedo, parándose más cerca de Adam.
—Sí, me están empezando a doler los oídos—Respondió Hermes con miedo, mientras se tapaba los oídos.
Adam miró que los dos chicos se estaban tomando los oídos y parecía que de verdad le estaba molestando mucho el ruido, para él eran leves murmullos y no le molestaba tanto. Las voces o murmullos parecían provenir de los tablones de madera podridos de algunas estanterías.
Pero antes de que Adam pudiera decirles nada, el joven notó que una cabeza estaba surgiendo de una estantería. Por la posición debería ser el monje, ya que era la que estaba al costado del viejo sin ojos. Parecía que era de las pocas estanterías que tenían libros, él solo tenía dos libros estropeados y polvorientos en sus estantes también rotos y torcidos.
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La cabeza terminó de formarse y el monje salió a recibirlos con unas palabras apuradas y voz baja:
—Si no quieres morir, tocar mis tablones en unos minutos debes. Mi casa es segura para los héroes en pena, pero tengan cuidado, si abandonan mi hogar en el momento erróneo, el verdugo los recibirá del otro lado.
Al escuchar las palabras, Adam rápidamente dijo en voz baja:
—Ustedes dos, vengan conmigo y pase lo que pase no hagan mucho ruido. Toquen estos tablones de madera y no los sueltan por nada.
Al decir eso, Adam con apuro se acercó y tomó los tablones del monje, los dos niños siguieron su ejemplo. Luego de hacerlo Adam con miedo en la voz preguntó:
— ¿Dónde estamos? ¿Cómo puede ser que todo sea distinto?
—Estás en el otro mundo—Contestó el monje en voz baja mirando a una de las esquinas de los pasillos con sospecha—El juez te condenó, hay un tratado muy antiguo que dice: '¡No matarás a los niños de la guardería!'
—Pero no les hice nada a los niños—Se quejó Adam, pero trato de mantener la calma , ahora únicamente la información podría ayudarlo a escapar de este extraño lugar. Los niños parecían cada vez más molestos por los murmullos, tenían que salir de acá pronto.
Adam notó que el monje no respondía y cambió el tono a uno más amable y comento:
—¿Por qué los niños tuvieron que sufrir injustamente mi mismo castigo y me acompañaron a este sitio?.
—Porque el juez odia a los héroes y tampoco le importan los niños—Respondió en voz baja el monje mirando a los niños con mucha pena y luego a una esquina del pasillo con aún más sospechosa.
— ¿Estoy seguro mientras toque este tablón?—preguntó Adam con algo de miedo y maldiciendo por dentro, esta era la primera vez que su karma lo condenaba a una tragedia, por el momento solo habían sido ventajas.
Pero el monje no respondió, Adam notó el problema y volvió a preguntar:
—¿Los niños están a salvo tocando tu estantería?
—No creo, algo muy maligno noto tu presencia, héroe—Respondió el monje con preocupación mirando con sospecha una de la esquina de los pasillos—Estos pasillos no son seguros para los de tu raza, ve y busca al general, él te dirá como salir.
Adam se asustó y bendijo tener la suficiente cultura general como para entender que el monje se estaba refiriendo a las escaleras cuando hablaba del general. Tomando las manos de los dos niños, Adam miró al suelo con atención en busca de huellas peligrosas y se fue por la esquina contraria a la que miraba el monje con sospecha antes de que el verdugo lo encontrara.
Antes de que pudiera irse el monje le murmuró:
—Buena suerte en esta aventura, héroe, protege el futuro y no confíes en los murmullos.