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101-El tintero

Apolo y Hermes se pusieron nerviosos y abrazaban los libros que cargaban con fuerza como si de peluches se tratasen, pasaron dos pasillos y Adam no escucho nada. Pero la cantidad de huellas era tal que el piso estaba teñido de verde por lo cual el joven héroe prefería esperar unos minutos más escuchando, antes de seguir avanzando, el siguiente pasillo parecía vacío desde la esquina, pero esta cantidad de huellas no ayudaban a tranquilizarlo.

Con cuidado camino por el pasillo cuando estaba por la mitad unos burbujeos pudieron escucharse de adelante y estaban cada vez más cerca, pero se movían muy ,muy lentamente. Al escucharlos Adam detuvo la marcha y gritó con fuerza así el viejo también podía escucharlo:

—Suelten los libros y agarren una estantería, no la suelten por unos minutos y esperen a que yo les diga para soltarla. Si ven al tintero solo tomen aún más fuerte la estantería.

Adam soltó al viejo y lo puso en suelo cerca de la misma estantería que él tomaba. Luego le indico a los dos chicos que tomaran la estantería y los cubrió con parte de su túnica intentando que no vieran a la criatura y no soltaran la estantería por el miedo.

El viejo vio la extraña escena, pero noto la mirada de susto de los niños y como Adam los cubría como si fuera una gallina con sus dos pollitos. Al instante entendió que esta era la manera de sobrevivir y tomó la estantería.

Pasó el tiempo y los burbujeos se hacían más fuertes, cuando los niños comenzaron a notarlos, la lenta criatura todavía no había cruzado, Adam con cautela miraba a la esquina mientras los minutos pasaban.

Cuando el viejo asustado pudo escuchar los burbujeos que para Adam eran fuegos artificiales en ese momento, fue cuando una pierna se aproximó desde la esquina del pasillo.

La pierna era negra y chorreaba algo similar a la tinta, además de ser muy larga: solo la mitad de la pierna era todo el cuerpo de Adam, no obstante la pierna era muy fina y en la punta de la pierna estaban las garras chiquitas que Adam pudo notar por todo el suelo.

El resto del 'tintero' comenzó a mostrarse desde la esquina. La criatura no era muy alta para sorpresa de Adam, era ligeramente superior a él. Las 4 piernas101 largas del tintero parecían doblarse en numerosos ángulos para poder sostenerlo lo cual lo hacía muy extraño a la vista.

El cuerpo de la criatura era una masa de carne que chorreaba tinta negra al suelo y su cabeza parecía ser varios rostros humanos sin piel pegados uno al lado del otro, a todos les faltaba la mandíbula de abajo y tenían lenguas negras muy largas moviéndose por todos lados.

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Adam se asustó bastante cuando la criatura lo noto; sin embargo, su lentitud la hacía menos terrorífica, pero aún recordaba que al viejo le faltaban las piernas y parecía que un grupo de bibliotecarios murieron por esta criatura.

La criatura miró al grupo pegado a las estanterías y continuó avanzando con lentitud, hacia ellos, cada paso que hacía el tintero le tomaba un buen tiempo, lo cual estaba siendo infernal para Adam.

Pero finalmente el tintero llegó hasta donde ellos estaban agarrados, como si estuviera curioseando, varias lenguas de los rostros humanos sin piel se extendieron y chuparon a Adam manchando con tinta su cuerpo. El tintero chupó a los cuatro por un rato, hasta que perdió el interés y continuó su lenta marcha hacia adelante.

Para sorpresa de Adam la tinta en suelo y en sus ropas se evaporó en aire luego de unos minutos formando burbujas que estallan violentamente en el aire, lo cual llenaba al pasillo de burbujas negras estallando por todos lados, se escuchaban bastante fuerte por lo que eran algo molestas.

El tintero caminó lentamente por el pasillo hasta doblar la esquina, cuando Adam notó que los burbujeos estaba lo suficientemente lejos, soltó su agarre de la madera y murmuró:

—Tomen los libros y continuamos.

Los niños tomaron los libros , mientras el viejo sin pierna miraba con una sonrisa amarga la esquina por donde se había ido el tintero, no podía entender como una cosa tan estúpida como tomarse de un estante podía salvarle la vida ante semejante criatura. Quería decir algo, pero ya estaba algo débil y prefería conservar las fuerzas por lo que se limitaba a sonreír a la mala fortuna de sus compañeros de viaje.

—¿Ya están?—preguntó Adam concentrado en escuchar al burbujeo alejarse.

—Si—Respondió Hermes con valentía y con sus manos llenas de libros.

Adam se acercó al viejo y volvió a cargarlo en la espalda, continuaron caminando por los pasillos, por suerte parecía que no había otro tintero por estos pasillos por lo que lograron llegar hasta el espejo a salvo.

El espejo tenía un marco de oro y tenía el tamaño de una puerta doble. Todo el marco del espejo contaba con una hermosa decoración de angelitos soplando trompetas y una inscripción que decía en el idioma del piso medio: 'Feliz aquel que logra salvarse de su condena injusta'

Adam miró a los niños y dijo con una sonrisa:

—Los tres damos el mismo paso a la vez, al salir afuera es más seguro, esta era la parte complicada del viaje a la tienda de dulces.

Los dos niños con felicidad se prepararon para dar el paso y cuando Adam notó que estaba listo gritó con una sonrisa infantil en su rostro:

—Fue un gran día de aventuras, pero el héroe tiene que regresar a casa!

Acto seguido los tres muchachos dieron el primer paso. Al tocar el espejo Adam sintió como si algo lo chupara y su cuerpo desapareció en el aire junto al viejo en sus hombros.