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El conejo blanco

La lista si bien no era larga tenía 30 encantamientos inscritos en la madera. Las combinaciones posibles no eran pocas por lo que Adam se sentía algo abrumado.

Su padrino también parecía bastante nervioso, iba tachando cosas en el cuaderno, borrándose y tachándolas de nuevo. Cuando llegó a una buena combinación Adam no pudo entender lo que había escrito de lo tachado que estaba las hojas del cuaderno. Su padrino notó el error, borró el contenido de las dos páginas y apareció su lugar:

'Resaltar pisadas, Resaltar la pistas, Anti-ceguera

Resaltar pisadas: Nos sirve para rastrear algunas criaturas peligrosas o muy útiles. Parece una buena opción.

Resaltar Pistas: Nos servirá para entender algunos secretos de las estanterías. Nos puede salvar la vida y nos abre otras opciones en el futuro.

Anti-ceguera: Es lo mejor de la tienda: ¡Si o si tómalo! ¡Tómalo y todo será alegría en tu vida! ¡Es la clave de tu futuro, muchacho!'

Adam miró las instrucciones y preguntó una vez más: '¿No sería mejor tomar algo que nos sirva para pelear? Hay una opción que te permite incendiar lo que veas.'

Su padrino respondió tachando su pregunta y escribió de forma enojada:

'¡Esa es una maldición, imbécil! ¡Cómo vas a leer un libro si lo vas a prender fuego!

Igual que resaltar pisadas es algo que funciona siempre. Piensa que verás el suelo manchado con otro color y tu nuevo color de los suelos serán las pisadas de los bibliotecarios.

De todas formas recuerda: ¡No eres un guerrero, eres un bibliotecario! ¡No buscamos salvar al mundo del peligro como valientes héroes, buscamos salir vivos como cobardes! ¡Pero los cobardes cuentan las historias de los valientes!

Stolen story; please report.

Toma lo que dije y agrégale un diseño que oculte tus ojos a los bibliotecarios, pero que te permita leer, sé cuidadoso con tus palabras. Esta estantería no miente con sus reglas, pero puede destrozar tu vida si pides algo a la ligera'

Adam reflexionó un poco más, sobre todo las palabras sobre el diseño del anteojo, no quería que le dieran algo inútil. Luego de un tiempo explicó los detalles de su diseño a la persona hecha de guijarros.

—Bueno, serían un total de 310 hojas caracteres—Comentó la estantería con mucha sorpresa al ver que el cliente lo pedía todo, parecía que hace tiempo no le ocurría— Son 300 por encantamientos, 10 por el armado.

Luego de decir eso, la persona de guijarros busco por un rato por la habitación hasta que encontró un cuaderno verde, con el cuaderno en la mano preguntó:

—¿Cuántas preguntas planeas contestar?

—Ninguna, pagó las 310 hojas de caracteres—Dijo Adam mientras miraba con sospecha la reacción de la estantería, lo último que quería es que rompiera sus reglas en el último minuto.

—¿Todas las hojas vas a pagar? Que raro, eso no pasa hace mucho... Mucho tiempo—dijo la persona de guijarros, su voz parecía algo amarga cuando decía eso— Pásame tu tarjeta, así veremos si tienes de verdad las hojas.

Adam le pasó la tarjeta y luego puso el dedo sobre el cuaderno verde, cuando sus datos se tacharon en el cuaderno. Una mueca muy triste apareció en el rostro de una persona de guijarros y unas lágrimas comenzaron a salir de su único ojo. Las lágrimas eran negras y parecían estar hechas de tinta.

Luego la persona de guijarros rompió a llorar estrepitosamente, asustando a Adam, el muchacho nunca vio a una estantería tan emocional, ni siquiera sabía que podían llorar.

Pasó un tiempo, bastante de hecho y la estantería entre llantos dijo:

—Qué amarga época te tocó vivir, joven. Y más para un héroe. Que caminó oscuro tienes por delante.

—¿Por qué es una mala época?— preguntó Adam asustado. Esta estantería debía ser una de las más importantes del piso medio, que le diga esto es terrible.

—No es deber de las estanterías responder las preguntas de los bibliotecarios—Respondió la persona de guijarros entre llantos—Pero los libros si pueden hacerlo: estudia la historia de la estantería de piedra.

Luego decir eso, la persona de guijarros se acercó al conejo blanco y se lo mostró a Adam diciendo:

—La recompensa por haber reunido tanta fortuna en esta vida es poder tener tu nombre en mi tienda.

Adam miró al conejo blanco; la inscripción del corazón que sostenía el conejo había cambiado y ahora decía: 'Adam'