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No entendías una, Adam...

Adam sintió que algo le estaba clavando un palo en la panza, por lo cual abrió los ojos con aturdimiento para ver quien lo había despertado. El joven no tenía ánimos para hablarle a los dos intrusos, pero estaba bastante sorprendido con lo que estaba viendo, no entendía cómo, pero había 2 chicos de no más de 8 años empujándolo con unos palos de madera como para comprobar si aún estaba vivo.

Los dos chicos estaban vestidos con túnicas grises y los dos tenían el cabello negro bastante despeinado y los ojos verdes. Uno tenía pecas y el otro no, pero todos sus demás rasgos faciales parecían ser idénticos.

—¡Abrió los ojos, corre!—Gritó uno de los chicos embocando un palazo en la cabeza de Adam , mientras corría hacia una de las paredes de la cueva.

—¡No se abre!—Gritó el otro chico con pecas mientras golpeaba su mano con la pared de la puerta y gritaba con miedo— ¡Ábrela viejo! ¡Hay alguien más adentro!

Adam aturdido por la escena se tocó la cabeza con algo de dolor, incrédulo con lo que veía: en 10 años viviendo acá nadie más había logrado entrar en esta cueva.

El viejo sin ojos se formó en la pared de piedra siendo golpeada por los niños y gritó con enojo:

—¡Ya! ¡Guarden silencio! ¡Ustedes fueron los que le pidieron a la oveja venir acá! ¡Ahora cierren el pico y escuchen al grandote pelirrojo! ¡Y tú suicida, mueve el culo y lee la carta con la misión, está arriba de tu escritorio!

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Adam no tenía muchas ganas de hacer nada por lo que se quedó mirando en el lago como los chicos lo miraban con miedo desde una de las paredes de la cueva.

El viejo sin ojos al ver que Adam no se movía con aún más enojo grito:

—Recuerdas a las ovejas, bueno, ya comprobar que la mercadería funcionaba. ¡Ahora ve y lee la carta! ¡Tienes un favor que pagar!

Adam se movió hasta su escritorio para evitar que los gritos continúen molestando. Arriba de la mesa había una carta y una caja de madera muy chica. El joven tomo la carta y la abrió para ver su contenido. Dentro de la carta había dos tarjetas de identificación de los pisos medios y un mensaje muy corto.

El mensaje decía:

"Lleva la caja hasta las estanterías de madera blanca - Lleva a Apolo y Hermes al mercado de los pisos de madera y cómprales dulces a los chicos"

Las tarjetas de identificación decían: Apolo/70423 - Hermes /70424

—No entiendo—Dijo Adam con algo de enojo por la misión— ¿Por qué tengo que comprarles dulces a unos niños? ¿Qué tienen que ver con las estanterías de madera blanca y el favor que debo?

El viejo sin ojos se apareció delante del joven y lo miró con enojo mientras gritaba:

—¡Cumple la misión a la perfección o no te dejo entrar nunca más a esta cueva, muchacho! ¡Si tanto quieres mandar a la mierda tu vida, al menos sé útil y trata de leer uno de mis libros, payaso!

Dicho eso, el viejo sin ojos escupió a la cara de Adam y desapareció en la pared. Adam incrédulo por descubrir que el viejo podía escupir, se limpió el escupitajo con su túnica blanca. Con extrañeza alzó su mano para ver la porción de túnica con la que se había limpiado y descubrir que el viejo le había escupido tinta negra.