Adam preguntó unos detalles más y se preparó para dirigirse por los pasillos contándoles a los niños cómo proceder en caso encontrarse con alguna de las dos criaturas que habitaban esta zona, supuestamente debería ser sencillo gracias a los consejos de su padrino. Estaban en las escaleras del hexano 3 y Adam planeaba ir al espejo del hexágono 2 por los pasillos principales llenos de estanterías a las cuales podía sujetarse si escuchaba algo raro.
Con cuidado, Adam procedió a salir de las escaleras para encontrarse nuevamente por los pasillos de tierra y charcos, vio que no había nadie y decidió salir rumbo al hexágono 2 con los chicos tomados de las manos.
Caminaban muy despacio y Adam se concentraba en encontrar pisadas en el suelo y en escuchar sonidos extraños, los dos chicos trataban de escuchar también, pero los oídos le estaban doliendo bastante como para escuchar otra cosa además de las voces extrañas.
Adam llego a la entrada del hexágono 2 sin encontrarse nada raro, pero en el camino empezó a notar algunas huellas extrañas: parecían garras muy chicas de color verde y había muchas por suelo por esta zona. Los tres muchachos quisieron evitarlas, pero se dieron cuenta de que todos los caminos hacia el espejo estaban llenos de estas pisadas. Caminaron por los pasillos rumbo al espejo, pero en el camino Hermes escucho algo raro y se lo dijo a Adam:
—Estoy escuchando a alguien pidiendo ayuda. ¿Qué hacemos, grandote?
—Solo tenemos que...—Adam quiso decir que no se preocupan por ayudar a los demás, pero recordó cómo trataron de ayudarlo Franco y Bianca mientras él había decidido abandonarlos. Había prometido tratar de ayudar a los demás desde ese día, así que Adam terminó diciendo:
—¿Tú también escuchas alguien pidiendo ayuda, Apolo?, yo no escucho nada.
—Si, los ruidos están un poco más adelante, es por donde vamos, creo...—Contestó Apolo con algo de miedo, tomando la mano de Adam aún más fuerte.
—Bueno, si es así únicamente continuemos yendo para adelante—Dijo Adam con algo más de confianza, de todas formas esa era la dirección del espejo, si era algo muy malo por las distancias podría correr hacia el espejo, ya no estaban tan lejos.
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Los tres caminaron con cuidado y doblando esquinas, finalmente Adam pudo empezar a escuchar de dónde venían las súplicas y noto huellas de bibliotecarios por esa dirección. Parecía un hombre muy viejo pidiendo ayuda y su voz viajaba con los murmullos de los pasillos de alguna manera que Adam no entendía. Con mucho cuidado, el joven caminó hacia la esquina del pasillo donde provenía el sonido.
Antes de cruzar la esquina se detuvo unos minutos a escuchar, quería estar seguro de que no pasara nada malo.
—Ayuda...Ayuda...Ayuda...—Se escuchaba alguien repetir el mismo mensaje una y otra vez, parecía una grabación y la entonación era muy cansada, al punto de que parecía que la persona estaba sufriendo.
Adam se tomó a una de las tablas de madera vacías de uno de los estantes y asomó su cabeza para mirar que había, incluso si era el 'tintero' nada malo le pasaría según su padrino si hacía esto y el tintero lo notaba.
De un vistazo Adam pudo apreciar que había un viejo con túnicas negras hechas harapos tirado en el suelo, al viejo le faltaban las dos piernas y parecía haber un rastro de sangre en el suelo.
Adam notó que el viejo debió haber estado arrastrándose por el suelo con las piernas sangrando para intentar llegar al espejo y ser curado, siguiendo la idea, deberían haberlo atacado en el pasillo de enfrente porque no vio sangre en su pasillo.
También había varias huellas de garras chiquitas verdes dirigiéndose hacia adelante, parecía que atacaron al viejo y luego lo ignoraron.
Pero al notar con más atención el suelo del pasillo donde el viejo suplicaba, Adam notó que había varios cachos de túnicas negras tirados por el pasillo de enfrente y unos cuantos libros. Parecería que atacaron a un grupo de personas que viajaban juntas y el viejo sobrevivió de algún modo.
El viejo parecía no haberlo visto, solo suplicaba ayuda y muy lentamente se arrastraba por el suelo tratando de llegar al espejo, Adam sabía que el viejo no lo lograría nunca si se movía a este ritmo.
Con cuidado, Adam decidió seguir avanzando hacia adelante y ayudar al viejo. Por extraño que parezca el viejo no podía escuchar a los tres jóvenes incluso cuando estaban a una mano de él. Adam estiró la mano y agarró el hombro del viejo en el suelo mientras le decía a los niños que tomarán los tablones de madera.
El viejo sintió a Adam tocándolo y gritó con fuerza al verle la cara:
—¡Te los suplico! ¡Ayuda, únicamente son unos pasillos más y llegamos al espejo!, ¿Puedes cargarme, joven?
—¡No grites, carajo!—murmuró Adam con enojo, por poco le cierra la boca con la mano, pero el viejo no pudo oírlo, parecía querer seguir gritando por ayuda por lo que Adam cambio el método y se sacó los anteojos y lo miro a los ojos.