—¿Todas las biografías sirven para todos los idiomas?— preguntó Bianca algo preocupada.
—No, menos mal que me recordaste el tema…— Dijo la vieja bruja de forma algo nerviosa— Las biografías tienen que tener el color de la tapa del libro de aprendizaje que te dieron.
—Si elegimos otro color, ¿qué pasa?— preguntó Adam, mirando a las montañas, incluso había algunos colores que el profesor no le había mostrado.
La recepcionista miró a los dos niños con severidad y dijo de forma contundente:
—La tapa de cada biografía refleja el idioma principal del piso de nacimiento del difunto. Si eliges de otro color, no podrás entender las palabras del difunto comunicadas a través de la biografía.
—¿Hay alguna biografía mejor que otra?— Preguntó Adam, notando que había demasiadas montañas de libros amarillos para ponerse a revisar todas las biografías que podía seleccionar.
—Son aleatorias, pero sí, hay biografías buenas y malas— Contestó la bruja mirando a los ojos de los niños; añorando sus años de juventud en sus miradas infantiles—Hay biografías de gente que usaba túnica negra, rojas e incluso hay biografías de personas con túnica violeta, aunque en general eso último no debería ocurrir nunca. Pero también hay biografías de gente que utilizaba túnica blanca….
—¿Pero por qué hay biografías de personas que no saben leer?—preguntó Bianca con miedo a elegir esas biografías— ¿Recuerdo que dijiste que había que recibir la túnica negra para que tu biografía esté en este lugar?
—Te mentí…— Comentó la bruja con cierta pena—No quería decírtelo, pero lamentablemente no todos los estudiantes logran llegar a recibir la túnica negra. Con solo haberse inscrito en la escuela, tu biografía vendrá a este sitio al morir.
—¿Por qué hay estudiantes que no terminan sus estudios?—preguntó Bianca con preocupación y bastantes nervios—¿Hay exámenes o una edad límite? ¡El profesor nunca nos dijo nada al respecto!
—Tranquila, no lo pienses mucho, estoy segura de que los dos van a lograrlo…—Respondió la vieja bruja con una sonrisa forzada, algo arrepentida de haberle dicho la verdad a la niña—De todas formas: ¡Todas las biografías son una ayuda, sea negra o blanca! Lo importante es la experiencia de esa persona: ¡Incluso, conozco personalmente a ascendidos que nunca aprendieron a leer!. No todo en la vida son los idiomas, hay muchas maneras de lograr actos impresionantes en esta biblioteca sin saber leer.
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—¿Pero cómo escribieron sus biografías los que no tenían túnica negra?— preguntó Adam con dudas.
—Cuando uses tu biografía te darás cuenta como funcionan…— Dijo la bruja de forma misteriosa, mientras movía las manos de forma rara delante de los niños— ¡Vayan a buscar sus biografías! La mejor forma de aprender algo: ¡es descubrirlo por ti mismo!
Los dos niños se fueron cada uno a una montaña del color indicado por sus libros de estudio, pero antes de que pudieran irse muy lejos, la vieja bruja miró con cariño la espalda de los dos niños y gritó con todo su pulmón:
— ¡Lo importante es lo que ustedes logren, no lo que ellos lograron!
Adam caminó entre las montañas de libros amarillos, el niño no tenía apuro, así que busco y busco por un buen rato. Pero la recepcionista dijo la verdad: todos los libros amarillos eran iguales.
Por más que el niño buscara y buscara una biografía diferente, se dio cuenta de que todos los libros tenían la misma portada amarilla sin nada escrito en ellas y al parecer, todas las páginas de las biografías estaban en blanco para no poder diferenciarlas entre sí.
Por lo que Adam no sabía cuál era la mejor biografía y cuál era una biografía inútil. Llegó el punto donde la indecisión empezó a afectar al niño, tomaba un libro y luego lo devolvía y así continuó un buen rato.
Hasta que Adam encontró un libro exactamente igual a todos los demás. El niño simplemente se había cansado de buscar un tesoro invisible y decidió confiar en este libro amarillo. Adam lo tomó, lo llevó a la recepcionista y dijo:
—¡Quiero esta biografía! ¿Me lo puedo llevar?
—Si,si es tuyo por el resto de tu vida, pero cuídalo bien — Dijo la vieja recepcionista con felicidad; mientras anotaba algo en un cuaderno— Solo hay un padrino en la vida. Nunca se permite tomar otro.
Bianca seguía buscando y Adam no quería interrumpirla, por lo que decidió volver a casa, es decir, la cueva del viejo sin ojos.
El camino fue tranquilo y Adam no tuvo ningún imprevisto hasta que llegó a la cueva. La cueva estaba algo cambiada a lo que solía ser hace un mes. Adam aprovechó que tenía dinero y colocó unos muebles para hacer a la cueva más acogedora, principalmente una cama, siempre deseó tener una y ahora podía; así que el niño no dudó cuando tuvo la opción.
El otro mueble importante que Adam había colocado en la cueva era un escritorio y una silla que usaba para estudiar. También Adam compró unas cajas para no guardar todo en el suelo.
—¿Te dieron otro libro amarillo?— Preguntó el viejo sin ojos, al notar el nuevo libro.
—Un padrino, ¿sabes algo de ellos?— preguntó Adam mientras se acomodaba para inspeccionar su libro.
—Una biografía, así que se la daban a los estudiantes…— Dijo el viejo sin ojos mirando el libro amarillo—Algo sé, pero no mucho, en definitiva soy una estantería y no un bibliotecario.