Para el joven héroe, luego de repetir una frase millones de veces, no había nada más feliz que descubrir que con unas pocas viñetas leídas lograra aprender su siguiente habilidad mágica.
La niña de la historieta era bastante joven: tenía los ojos celestes y era rubia. Su peinado era una cola de caballo y estaba vestida con una túnica blanca con una capucha muy bonita: tan bonita que Adam decidió robar la idea de la historieta y prometió hacerse una capucha de ese estilo en su túnica negra de lo bien que le quedaba a la niña.
La bestia era todo lo contrario a la niña: era horrible. Parecía ser una mujer gorda, desnuda, pero su cuerpo lejos de ser humano estaba deformado por tumores y costras esparcidas por toda su piel. En muchos lugares de su cuerpo crecían granos llenos de pus y los labios de la boca de la mujer gorda parecían que fueron comidos por lo que solo había un agujero terrorífico en su rostro.
Al ver a la criatura llena de tumores y con aspecto humanoide; lo primero que se le vino a la cabeza a Adam era la silueta del corruptus que vio en su infancia cuando fueron a buscar la maleta para encontrar a los librillos. En aquella ocasión nunca pudo ver a la criatura por la oscuridad que había en ese hexágono, pero su silueta era muy parecida a la mujer gorda en la historieta.
La historieta era bastante entretenida: Cada vez que la bestia se acercaba, la chica se escondía de una forma más ingeniosa que la anterior y lo entretenido de la historieta era ver cómo en cada página la chica lograba esconderse de la bestia. Hasta que en el final de la historia la bestia encontró a la niña. Al ser encontrada, la niña suplico por ayuda, pero nadie llegó a rescatarla.
La mujer gorda se tiró arriba de la niña y comenzó a comerla hasta que de la panza de la niña saco un libro amarillo rodiado de tripas y sangre; curiosamente el libro era idéntico a la biografía del padrino de Adam.
La última página asustó a Adam porque era la cabeza de la mujer gorda mirándolo directamente a él.
*crashhh* La cabeza de la mujer gorda comenzó a tomar tres dimensiones empujándose contra el papel del libro como si fuera piel. La mujer parecía estar intentando salir del libro para comerse a Adam, pero parecía que el papel la estaba restringiendo, por lo que la bestia seguía luchando para salir del libro mientras soltaba unos alaridos infernales.
*HaaHaaa* Gritaba la bestia
Adam con temor y quiso cerrar el libro, pero cuando sus manos tocaron el libro únicamente lo atravesaron como si se tratara de una ilusión. Al notar esto, el joven miró sus manos con preocupación y se dio cuenta de que eran un poco trasparentes.
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*HaaHaaa* Gritaba la bestia con aún más violencia.
Adam lleno de terror quiso salir corriendo de la cueva. Pero el joven se dio cuenta de que había una cadena de oro que surgía de su ombligo impidiendo su avance por lo que no podía alejarse del libro en el escritorio.
Mirando la cadena con atención, Adam se dio cuenta de que era muy fina y estaba atándolo a algo en la silla de su escritorio y no al libro mágico.
*Crash, Crash* Parecía que algo se estaba rompiendo en el libro y la bestia estaba por escapar.
Con temor, Adam siguió la cadena, hasta descubrir que un libro amarillo: idéntico a la biografía de su padrino, estaba en el lugar donde él se había estado sentando para leer la historia.
*Crash!!* Algo se rompió y la bestia comenzó a sacar su rostro por el libro, pero esta vez era de carne y hueso y no parecía haber un papel que la detuviera.
El joven quiso llamar al viejo sin ojos para pedir ayuda. Pero noto que no podía hablar. Al final Adam, apurado porque la cabeza estaba cada vez más cerca de salir del libro, terminó tocando la biografía de su padrino en la silla, tratando de pedirle su ayuda.
Con mucho aturdimiento, Adam abrió los ojos para darse cuenta de que estaba sentado mirando el dibujo de la cara de la bestia que había atacado a la niña. En este momento el rostro deforme de la mujer era solo un dibujo y los alaridos se habían detenido.
Con las manos temblorosas, Adam trató de cerrar el libro y esta vez sí pudo hacerlo. Parece ser que tocar la biografía de su padrino en la silla lo sacó de ese estado ilusorio donde la bestia casi logra comérselo como a la niña de la historieta.
—¿Pasó algo? Te noto asustado—dijo el viejo mirando a Adam con la respiración acelerada.
—¡Este libro casi me mata!—Gritó Adam con violencia—¡Esto no era parte del trato! ¡Me tenías que advertir de los libros malditos!
—No es maldito, únicamente ocurre que...—Dijo el viejo escondiendo los ojos en su rostro, pero se detuvo en el medio, parecía no querer revelar la información.
—¡Al menos dime la verdad!—Gritó Adam con furia al ver como el viejo sin ojos se callaba de repente— ¡Te ayude durante más de la mitad de mi vida! ¡Cómo me vas a traicionar así!
—¡No digas idioteces, chico!—Gritó el viejo sin ojos, no le gustaba para nada que lo llamaran un traidor— ¡No es un libro maldito! ¡Pero es tu cuarto libro mágico, mocoso!
La cara de Adam cambio, se dio cuenta de que había información crucial que estaba desconociendo al tratar con los libros mágicos, con miedo y sudor en su rostro preguntó:
—¿Ocurre algo si leo muchos libros mágicos?—preguntó Adam con miedo y sudor en su rostro, temía que la mujer gorda solo fuera el principio de la maldición del libro— ¿Voy a estar bien, viejo?
—Si, ya lo aprendiste, el efecto del libro no va a matarte...—Dijo el viejo sin ojos con algo de preocupación también—Pero te faltan dos libros mágicos más... muchacho… Incluso para estos pisos… Tal vez estés exagerando un poco con la velocidad de lectura.
— ¿Lo aprendí?—preguntó Adam cerrando los ojos y concentrándose en su cuerpo, tratando de ver si realmente el efecto únicamente era transformarse en un libro.
Pero el joven héroe se dio cuenta de que había un problema grave y era que no sabía cómo usar la habilidad que había ganado. Para su desgracia el viejo sin ojos se retiró con el libro mágico y se negó a volver a aparecer para dar más información, por lo que Adam buscó la biografía de su padrino. Lo extraño era que la biografía no estaba sobre la silla , sino que estaba en su túnica donde la guardaba siempre.