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E1-139-Tres años...

Adam se acercó a la fogata con cautela para tratar de reunir algo de información sobre su situación actual. Cuando el joven héroe se acercó lo suficiente como para sentir el fuego de la fogata, el viejo mago comentó con calma:

—Lo has hecho bien, Adam, te tomaste 3 años, pero finalmente lograste resolver el problema planteado por el libro…

—Tres años...—Murmuró Adam con aturdimiento

—Si, te tomó bastante poco completarlo, sinceramente: yo pensaba que morirías...—Dijo David mientras fumaba con calma—Tu padrino te ayudó bastante, pero fuiste muy ingenioso al comprender que el libro te permitiría darte mejores pistas, si las mismas estaban relacionadas con eventos de tu pasado.

—¿Matarte era parte de resolver el acertijo?—preguntó Adam tratando de comprender mejor cómo es que su yo pasado había logrado descifrar los problemas con esta aventura mágica.

—No...—Murmuró David tomándose un tiempo para fumar—Supongo que ahora solo entenderás una parte del problema planteado por el libro y en el futuro, a medida que uses tu habilidad, terminarás pudiendo entender mejor las enseñanzas de esta aventura mágica.

El viejo mago miró al fuego y tiró su cigarrillo que se estaba por apagar, luego con calma agregó:

—El libro te propone un planteo bastante interesante y era dudar de la información obtenida en el pasado: la habilidad de este libro era poder ver donde murieron los demás, pero si sigues esa información ciegamente no lograras nada útil, igual que en los bucles del libro.

—¿Sería inútil porque mi primera idea podría ser falsa?—preguntó Adam notando que el viejo mago quería ayudarlo a comprender mejor los secretos de esta aventura mágica.

—¡Exactamente, Adam!—Comentó el mago con una sonrisa oculta con su barba, mientras tomaba otro cigarrillo de su estuche—Tú nunca sabrás cómo murieron los otros, pudo haber sido por una guerra, por una traición, por las estanterías, o por cualquier otro motivo. Pero si crees que las personas murieron por algo que al final no resulta ser cierto: entonces pondrías tu vida en riesgo. En cambio, si evitas un lugar porque ocurrió una muerte y resulta que el bibliotecario murió por una estupidez: entonces nunca lograras nada, ya que nunca asumirías ningún riesgo. Por eso dudar del pasado era la clave para salir vivo del libro, y la clave de tu nueva habilidad mágica…

Adam escuchó con atención al viejo mago. Él también había llegado a esa conclusión hace poco. Según la idea del joven, había dos series de pistas: unas pistas fueron dadas por el libro para engañarlo, fingiendo ser su yo pasado, esas pistas solo lograron mantenerlo dentro del bucle infinito. Mientras que las otras pistas eran dadas por su verdadero yo del pasado y servían para escapar del bucle infinito.

—Si quieres podemos comprobar que ya lo sabías desde el comienzo y nunca lo pensaste—Dijo el viejo mago parándose.

Una vez parado, el mago comenzó a dar círculos sobre la arena mientras decía:

—Tal vez el libro no te dijo la solución del desafío cuando hablaste con él, pero el libro te dio pistas. Qué cosas te dijo el libro y tú ignoraste. ¡Piensa en los detalles al hablar con el libro!

La boca de Adam sé cerró de repente. El muchacho empezó a toser como si se hubiera atragantado con algo. Acto seguido, una bola se observó ascender por la garganta de Adam.

—¡No obstante!—Gritó Adam mientras su boca se abría como si escupiera una pelota. Luego de decir esa frase, Adam vomitó sangre sobre la arena y tosió un poco por la incomodidad en su garganta.

—¿No obstante? ¿Recuerdas algo relacionado con esa frase, Adam?—preguntó David mientras dejaba de dar vueltas en círculos y se paraba con las dos manos colocadas sobre su bastón.

Adam miró al mago con algo de odio, esta habilidad era increíble, pero la sensación de sentir una pelota subiendo por tu garganta era horrible y dolía bastante. Pero de todas formas, el joven respondió de mala gana:

—El libro me dijo que era imposible que solucione su desafío, luego negó lo que dijo y me dijo que me ayudarías a lograrlo. A continuación, el libro volvió a negar que eso fuera suficiente y me dijo que podía morir. Al final, el libro negó sus dudas y me deseo suerte. Ahora entiendo que la idea era dudar de uno mismo tal como el libro lo hacía, pero era demasiado rebuscado como para poder relacionarlo con este desafío.

—Todo tiene su significado en esta biblioteca y más cuando estás a punto de hacer algo importante—Respondió David con calma—Como dice un refrán bastante conocido: “No existen las casualidades en esta biblioteca”.

Mirando que no había cambios en la playa, el joven preguntó:

A case of literary theft: this tale is not rightfully on Amazon; if you see it, report the violation.

—¿De verdad terminó todo? ¿O esto es el comienzo de otro bucle?

—Únicamente tienes que tirarte al agua del mar y saldrás del libro—Respondió David con emoción mientras señalaba el mar con su bastón—¡El rey de los mares te margino a morir en esta isla, ahora lo has vencido y puedes volver a casa, joven héroe!

—Se sintió muy fácil...—Dijo Adam mirando al mar con dudas

—Fue tan fácil, que el libro te engañó por 3 años—Comentó David con ironía—Además, si no te hubiera dado las pistas acerca de los tiempos y el renacer: ¡Hubieras estado en este bucle hasta tu muerte!

—Supongo que tienes razón…—Comentó Adam con algo de molestia—Es una pena no saber nunca cómo logré darme cuenta del bucle infinito.

—A las memorias no le afecta el tiempo…—Comentó David—Por eso tu padrino fue la clave para solucionar el acertijo.

—¿No era que no había padrinos en tus épocas?—Preguntó Adam— ¿Cómo es que sabes que no le afecta el tiempo?

—En mis épocas había aprendices y maestros…—dijo David mirando al cielo como recordando al pasado—Lo cual era bastante mejor que un libro, pero por supuesto que había memorias por la biblioteca. Sin embargo, era raro ver a la gente utilizando biografías en la ciudadela: donde casi todos ascendían o eran esclavos inútiles que no sabían leer.

—¿Y cómo fue que no te afectó el secreto? —preguntó Adam con sospechas— ¿O por qué recuerdas el camino del mago? Cuando mi yo del pasado me pidió que te atacará fue el primer problema que se me vino a la cabeza, incluso ahora creo que eres parte del libro y no un mago antiguo.

—Porque también eres un mago y porque no morí nunca: ¡Yo ascendí!—Respondió David con entusiasmo, mientras sacaba el último cigarrillo de su estuche y lo prendía con la fogata—Si mal no recuerdo te había mencionado esto antes, supongo que no entendiste a que me refería… El cuerpo que ves ahora fue mi deseo para las generaciones futuras. Mi idea era ayudar a los magos: es lógico que recuerde el camino del mago. En caso contrario: no podría ayudar a nadie… piensa un poco con la cabeza, chico.

—Sí, es lógico... cuando te lo cuentan…—Murmuro Adam con algo de molestia—¿Solo tengo que nadar para salir del libro?

—No tienes que nadar, tienes que sumergir tu cuerpo en el agua—Respondió David apuntando a la costa con su cigarrillo.

Acto seguido, David alzó las dos manos al cielo y gritó con todo su pulmón:

—¡Sumérgete en el agua y renace como el hombre que derrotó al rey de los mares!

Adam miró de forma aturdida el cambio de actitud del mago, lo ignoró y fue hasta la orilla. El joven caminó hasta que el mar le llegó a la cintura. Pero cuando el muchacho estaba por sumergirse, observó que el viejo mago había caminado hasta la orilla y lo miraba desde la distancia.

Parecía que por primera vez en su vida, Adam conoció a un bibliotecario que esperaba ser despedido. De forma bastante tosca por la falta de costumbre, el joven alzó la mano y la agitó, mientras gritaba para que el mago lo escuchara en la orilla:

—¡Adiós, gracias por la ayuda!

El mago antiguo no devolvió el saludo, en su lugar le dio una calada al cigarrillo en su mano que estaba por apagarse y miró al joven con algo de pena. Sin soltar el humo, el mago antiguo gritó:

—¡Te tocaron grandes épocas para vivir, muchacho! ¡Épocas importantes! ¡Épocas horribles para un mago! ¡Tras el apogeo de los magos, la ciudadela únicamente se activaría si nuestra raza está por extinguirse en toda la biblioteca: no solo en tus pisos!

Adam miró al mago de forma aturdida. Pero el mago ignoró el aturdimiento del joven y volvió a darle otra calada a su cigarrillo, parecería que al cigarrillo únicamente le quedaba una sola calada más antes de apagarse. Sin soltar el humo, el mago volvió a gritar:

—¡Todo es cíclico, como en este bucle! ¡La época de los antiguos bibliotecarios es la que sigue! ¡Las estanterías morirán y tendrán que volver a empezar de cero! ¡Todo volverá a su verdadero comienzo!

Adam siguió mirando al mago en la distancia con aún más aturdimiento. El joven no entendía a que quería llegar el mago diciendo todas estas frases cortas y sueltas. Pero por la forma en que el mago decía la información, parecía que algo malo ocurriría si se tomará el tiempo de explicarle su preocupación en detalle.

Mientras Adam pensaba en lo dicho por el mago, observó como David lo estaba despidiendo en la distancia, agitando su mano de un lugar a otro.

—¡Adiós, muchacho!—Gritó el mago dando la última calada y tirando el cigarrillo al agua. Acto seguido el mago abrió su boca y una cantidad exagerada de humo salió de su boca envolviendo todo su cuerpo.

Al ver que el mago desaparecía en el humo, Adam sumergió su cuerpo en el agua, pero cuando estaba por hundir su cabeza, el mago escondido en el humo gritó con todo su pulmón:

—¡Cuando el momento te llegue: no asciendas, Adam, estás viviendo el final de nuestra raza! ¡Tienes que descender y lograrás volver a comenzar en el momento indicado! ¡Nunca...!

Adam levantó la cabeza por el grito interrumpido del mago, pero para su sorpresa el humo que envolvía al mago se había tornado rojo como la sangre y manchas negras como la tinta se hallaban dispersas por la superficie del humo.

Adam trató de volver a comunicarse con el mago, pero se percató de que el humo rojo con manchas negras se estaba expandiendo hasta formar una cabeza gigante.

La cabeza gigante miró a Adam con odio y su boca sé abrió completamente, como si buscara tragarlo. Con velocidad la cabeza comenzó a acercarse a Adam mientras murmullos y gritos de agonía podían escucharse del humo que formaba la cabeza; parecía que hubiera cientos de personas sufriendo escondidas tras ese humo y a medida que la cabeza se acercaba los gritos se hacían más y más fuerte.

Con temor a que la cabeza gigante lo tragara, Adam se tiró de espaldas al agua y se sumergió. Pero no ocurrió nada. Se mantuvo un rato debajo del agua por si lo estaba haciendo mal, pero los murmullos y súplicas se hacían cada vez más fuerte. Al ver que no ocurría nada estando abajo del agua, el joven héroe salió a la superficie del agua con desesperación para ver qué tan lejos estaba la cabeza gigante.

—¡Haaaaaaa!—Gritó Adam del susto al ver un rostro de piedra.

—¡Haaaaaaa!—Gritó el viejo sin ojos, asustándose con la extraña aparición de Adam en el lago de la cueva.