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E1-46-Que día de...

La cabeza de pirata no respondió al agradecimiento de los niños, únicamente miró a Adam unos segundos y desapareció en su estantería.

Adam se quedó unos minutos aturdido, por lo que acababa de pasar en los pasillos. El niño no sabía si volver a la cueva, ya que estaba muy asustado por lo de recién. Por contrario, Franco pareció agarrar confianza y dijo:

—¡Vamos Adam! ¡Los estudiantes no tenemos nada que temer en este piso!

—¡Pero esos dos bibliotecarios casi nos roban!—Gritó Adam, de forma algo inocente, dado que casi los matan.

—¡Con las estanterías de nuestro lado no se van a animar a tocarnos!—Grito Franco con aún más confianza, infectando un poco a Adam con esas ganas de ir por la aventura— Ya estamos cerca, es por estos pasillos. ¡Solo un par de giros más y lo logramos! ¡No podemos rendirnos estando tan cerca!

—¿Falta tan poco para llegar?—preguntó Adam con dudas.

Si únicamente faltaba dar dos vueltas más para llegar a la estantería, el niño siempre podría correr hacia la estantería con el pirata, si las cosas se complicaban. Por lo que era bastante cobarde volverse ahora, estando a unos pasos de lograr terminar la aventura.

—¡Sí, falta poco, te dije antes que la estantería está en el hexágono 2! — Respondió Franco con felicidad— ¡Únicamente tenemos que caminar dos esquinas más y lo logramos! ¡Ya estoy esperando ver qué tesoro nos toca! ¡Espero que sea uno de esos libros mágicos que te permite lanzar bolas de fuego!

Adam estaba bastante nervioso, incluso dos esquinas en este momento parecía un abismo que no podía cruzar, pero por suerte su amigo lo tomó de la mano y dándole confianza lo llevó a seguir adelante diciendo:

—Vamos, Adam. ¡No tengas miedo!

Infectado por la confianza de Franco, Adam siguió a su amigo que lo tomaba de la mano, tirándolo para adelante. El primer pasillo se atravesó sin problemas y no parecía haber nadie en el pasillo de estanterías, por lo cual Adam sonrió liberando un poco sus nervios, además esta zona le era conocida al niño.

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Era la zona donde Adam y Franco vinieron a celebrar la lectura de sus primeras 30 páginas. Adam pudo reconocer a las 4 estanterías de madera blanca pegadas una a lado de la otra. Pero parecía que la guerra había cambiado unas cuantas cosas para estas estanterías y ahora las tres primeras estanterías estaban repletas de polvo y solo la última estantería no tenía polvo. Además, esta última estantería parecía tener unos pocos libros restantes en sus estantes y sus tablones estaban rotos y torcidos.

Adam pasó junto a las 4 estanterías, cuando pasó por la última estantería de madera blanca, el niño notó que la cabeza del viejo se formó para observarlos, parecía estar mucho más viejo que antes, con muchas arrugas en su cara y algunas cuantas cicatrices. El viejo no dijo nada al formarse, únicamente lo miró a él y a franco por un buen rato.

Adam y franco tampoco le dijeron nada al viejo, que parecía no tener muchos ánimos para hablar en estos momentos. Los niños continuaron caminando hacia el destino de la misión, mientras el viejo observaba desde atrás como si estuviera suplicando por ayuda, pero por desgracia Adam era muy joven para entender la mirada y siguió caminando hasta la esquina.

Pero cuando estaba por cruzar la esquina para llegar al pasillo del final de la misión, el viejo que miraba la espalda de los dos jóvenes, dijo con un tono de voz autoritario:

—Mata al orco.

Una de las otras tres estanterías de madera blanca perdió todo su polvo de repente y la cabeza del príncipe encantador se formó y miró con ojos sedientos de lucha a la espalda de los dos jóvenes.

Adam y Franco se dieron la vuelta por el ruido provocado y miraron de forma aturdida al príncipe encantador.

*Puff* La cabeza de Franco estalló como una sandía y un libro apareció en su lugar. Acto seguido, el cuerpo sin vida del niño cayó al suelo frente a Adam.

Adam vio con terror como la cabeza de su amigo había sido reemplazada por un libro. La sangre caliente y viscosa borboteaba del cuello de Franco; manchando la túnica blanca de Adam y su rostro. El niño notó como la ropa de su amigo comenzó a distorsionarse y los libros de las estanterías se movían de manera extraña.

Las piernas del niño comenzaron a temblar y su boca se abría y cerraba constantemente como si tratara de decir algunas palabras, pero por más que el joven intentará pedir ayuda, solo balbuceaba cosas sin sentido.

Acto seguido, Adam sintió que las cosas a su alrededor comenzaron a girar de forma extraña y mientras trataba de agarrarse a algunas de las estanterías cercanas cayó desmayado al suelo. Por desgracia, la mente joven de Adam no pudo tolerar semejante escena ocurrida de imprevisto y terminó cediendo, provocando que el niño no pudiera huir por su vida.