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El asqueroso libro negro.

—¿Día pesado en la escuela, muchacho?—Preguntó alguien desde la espalda de Adam

Adam se dio vuelta y vio a la persona en las escaleras, parecían ser un guardia que estaba cambiando de turno.

El niño no sabía bien qué responder o mejor dicho su boca estaba abriéndose y cerrándose muchas veces tratando de buscar alguna respuesta para este acertijo, pero parecía que no había respuesta correcta.

Cuando Adam se dio la vuelta el guardia pudo reconocer al niño, no había muchos y este niño siempre se paraba en su puerta a estudiar y se quedaba ahí un par de turnos. Cuando vio que las túnicas de Adam estaban cubiertas con sangre, el guardia supo que es lo que había ocurrido y dijo con mucha pena:

—Ya todo está bien, chico, lamentablemente las estanterías siempre son crueles con nosotros.

Adam lo entendió, la respuesta al acertijo era la paciencia y dejar que la mente del guardia cree una buena excusa para vos.

Al ver que el chico parecía volver a entrar en razón, el guardia puso su mano en el hombro de Adam y agrego:

—Pero escucha bien niño, es también por eso que no podemos tenerles miedo a las estanterías. Ya son muchos los que tuvieron miedo antes de nosotros, ahora los que vivimos tenemos que ser valientes por la sangre que mancha cada uno de los secretos de esta biblioteca.

Adam se sintió bastante motivado por las palabras de aliento y siguió al guardia que lo acompañó hasta las salidas de las escaleras del primer piso medio.

Cuando el guardia vio que el chico se marchaba con normalidad volvió a subir las escaleras, parecía que se tomó la molestia de bajar unos escalones de más para ayudar a Adam.

Adam algo más tranquilo camino hasta la estantería del viejo sin ojos, pero antes de que pudiera llegar el viejo sin ojos salió con alegría y le grito resonando por todo el pasillo:

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—¡Pero miren quien llegó! ¡El héroe pelirrojo! ¡El famoso aventurero de la biblioteca que derrota la maldad a su paso!

Adam no sabía donde esconderse se suponía que no tenían que llamar la atención de las estanterías, pero el viejo estaba arruinando todo, con algo de apuro corrió hacia la estantería y dijo en voz baja:

—¿Pero por qué gritas? ¡Nos oirá todo el hexágono!

Una sonrisa se mostró en la boca del viejo y con orgullo dijo:

—¿Por qué no miras mis estantes para averiguarlo?

Adam miro a sus estantes y se sorprendió parecería que el libro negro era mágico también, pero parecía muy normal para que él se diera cuenta. Pero Adam estaba demasiado nervioso para celebrarlo, el viejo notó el problema y dejó entrar a Adam.

Una vez adentro Adam se tranquilizó, lo primero que hizo fue contarle todo el asunto a su padrino para pedir su opinión, mientras tanto el viejo sin ojos comentó:

—Adam, mi muchacho, nunca dejas de sorprenderme. ¡Dos libros mágicos, eres el primer héroe que me trae tanta alegría! Sabía que un lunático como vos, desesperado por sobrevivir sería una buena inversión, pero esto realmente es una agradable sorpresa.

Adam ignoró los delirios del viejo sin ojos y leía atentamente la respuesta de su padrino: 'Ya estás adentro de la guerra, ahora solo puedes sacarle provecho o morir en el intento. Busca que el viejo sin ojos te vea como algo valioso'. La última frase únicamente apareció unos segundos antes de desaparecer, por lo que solamente Adam pudo leerla.

El viejo sin ojos noto que Adam seguía hablando con su padrino por lo que se fue afuera a apreciar el nuevo libro en su estante, buscándole en cuál posición lograría llamar más la atención de los bibliotecarios. Luego de un rato el viejo sin ojos volvió aparecer en la cueva y con una voz muy preocupada le comentó a Adam:

—Lamentablemente, el libro está escrito en el idioma de los entrepisos o como lo llaman ustedes el de las criaturas, no muchos bibliotecarios lo leen en estos pisos tan seguros, pero es el primer libro en este idioma que obtengo, así que puede ser útil para capturar trotamundos o misioneros.

Adam sí escuchó atentamente esta parte y abrió el libro, efectivamente no entendía nada, este era otro idioma y tendría que dominarlo si quisiera leer el libro. Con mucha molestia Adam preguntó:

—¿Sabes que puedo hacer para aprender este idioma o traducirlo?

—Sí, ve para abajo, muy abajo—Respondió el viejo sin ojos—Hasta encontrar una serie de pisos infectados y sin bibliotecarios. Las estanterías de esa zona te mimarán para que aprendas el nuevo idioma. Créeme están desesperadas por bibliotecarios, las pobres desgraciadas que viven en esa zona.

Adam se molestó aún más, no sabía a qué se refería con un piso infectado, pero por el nombre debería ser un lugar horrible.